Los problemas de salud del rey Carlos III y de Kate Middleton han trastocado los numerosos actos públicos a los que acuden los principales miembros de la familia real. No obstante, los más relevantes se mantienen con el protagonismo de miembros menos habituales. Es el caso de la reina Camilla, que este Jueves Santo sustituirá a Carlos III en el tradicional Royal Maundy.
Esta ceremonia se celebra este año en la Catedral de Worcester, al sur de Birmingham. Los presentes en este templo anglicano así como el resto del país desde sus casas podrán seguir la histórica celebración y disfrutar de un mensaje grabado del rey Carlos III.
El Royal Maundy es un servicio religioso que se remonta a la Edad Media. Entonces, los monarcas ingleses participaban en el lavado de pies de los mendigos imitando el episodio de Jesús en la Última Cena.
El primer registro de esta ceremonia es del año 1210, cuando el rey Juan sin Tierra repartió limosna entre los pobres. El lavado de pies, al que se sumaron monarcas posteriores, fue sustituido definitivamente por la entrega de limosna (dinero, regalos o ropa). Por ejemplo, Enrique IV decidió entregar obsequios a tantas personas como años tuviera.
Sin embargo, los reyes de Inglaterra dejaron de asistir a la ceremonia a principios del siglo XVIII. En su lugar escogían a miembros de la corte o funcionarios que entregaban dinero en su nombre durante el Jueves Santo.
De esta forma, en 1752 se decidió usar unas monedas acuñadas especialmente para esta ocasión. Tenían un diseño particular que las diferenciaba del dinero común y eran muy apreciadas por los coleccionistas. Se podían comprar en la casa de la moneda (Royal Mint) y se acuñaban en plata con una valor facial de 1, 2, 3, y 4 peniques. No obstante, se dejaron de vender al público en 1909.
La presencia de los reyes de Inglaterra en el Royal Maundy se retomó en la década de los treinta. Concretamente en 1932, cuando el rey Jorge V acudió a la ceremonia. Algo que repetirían sus sucesores hasta nuestros días.
Por ejemplo, Isabel II introdujo relevantes modificaciones en ella. Ordenó que otras catedrales no anglicanas de fuera de Londres celebraran la ceremonia y que las personas beneficiarias de las monedas fueran escogidas a propuesta del clero de cada localidad. Suelen ser personas de avanzada edad reconocidas por sus servicios a la iglesia o la comunidad.
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