La llegada de los Duques de Sussex a la Catedral de San Pablo era uno de los momentos más esperados del servicio de acción de gracias que este viernes se ha celebrado en Londres en honor al Jubileo de Platino de Isabel II. Ausente la monarca por sus problemas de movilidad, agravados al parecer tras la intensa jornada del jueves, la presencia del príncipe Harry y Meghan Markle junto al resto de su familia ha desatado enorme interés.
Había dudas sobre si la pareja, despojada de todos sus cargos públicos por voluntad propia y en permanente polémica desde hace dos años y medio, iba a aparecer en la catedral junto al resto de familiares. La incertidumbre quedaba desvelada sobre las 12 del mediodía, hora española, cuando hacían aparición junto a los primos y tíos de Harry en la entrada principal de la catedral.
Es la primera ocasión en la que se les ve juntos con el resto de su familia en un acto público desde aquel servicio religioso en la Abadía de Westminster el 9 de marzo de 2020 con motivo del Día de la Commonwealth. Aquel fue su último servicio a la corona, de la que ahora parece que no reniegan tanto como antaño. Ayer, durante el desfile Trooping de Colour apenas se les vio asomados a una de las salas en el patio de armas y no salieron al balcón con el resto de su familia en el Palacio de Buckingham.
El príncipe Harry, vestido de esmoquin y luciendo un nutrido número de condecoraciones militares, esperó atento a que Meghan Markle descendiera del Land Rover en el que llegaron a la catedral. Aunque el atronador sonido de las campanas no dejó escuchar la reacción del numeroso público que esperaba en el exterior, se apreciaron vítores y aplausos, más que muestras de contrariedad por su presencia. No ha sucedido lo mismo que a la llegada del Primer Ministro Boris Johnson y su esposa, abucheados minutos antes por el escándalo del ‘partygate’.
Juntos subieron la escalinata de la catedral visiblemente más nerviosos que de costumbre. Harry saludó tímidamente a la audiencia y Meghan Markle sonrió levantando la mirada bajo una enorme pamela de ala curvada tono nude. Ese ha sido el color escogido por Meghan Markle para acaparar los flashes.
Además lo ha hecho con un clásico abrigo-vestido, una de las prendas favoritas de su cuñada, Kate Middleton. Una creación de cuello camisero, manga larga y falda midi evasé. Ha lucido unos pendientes de la firma Birks, el modelo Snowflake valorados en unos 11.000 euros. Con unos salones clásicos de Dior con puntera afilada y tacón de aguja y unos guantes que no se ha puesto, ha completado su look.
En el interior de la catedral se han sentado en un lugar bastante alejado del príncipe Carlos, su esposa, la princesa Ana, el príncipe Eduardo y los Duques de Cambridge. Según afirma la prensa local, los Duques de Sussex habrían presentado en sociedad a sus hijos en el almuerzo familiar posterior al desfile militar de ayer en el Palacio de Buckingham.
Isabel II pudo conocer entonces a su bisnieta Lilibet Diana, que celebra este sábado su primer cumpleaños muy probablemente con una pequeña fiesta familiar en la residencia de la pareja en Frogmore Cottage, junto al Castillo de Windsor.
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