El día en que Letizia fue Miss Universo

Mucho se ha escrito durante estos doce años, desde que la reina Letizia, «aterrizara en esa situación vital diferente a la que tenía», como ella misma definió, su llegada a la Casa Real, sobre el estilo y el vestuario de la consorte de la corona. En 2004, pocos días antes de su boda con el futuro Rey, la entonces prometida oficial del príncipe de Asturias, acudía a la boda del príncipe de Dinamarca con su novia Mary Donaldson.

Era su puesta en largo ante las monarquías europeas. Letizia no defraudó. Vestida con un  impresionante traje rojo de Lorenzo Caprile, el mismo que había vestido de novia a su cuñada la Infanta Cristina, la futura princesa desfilaba como lo hace una Miss Universo.

De hecho, aquel traje, si lo analizamos al detalle, tenía el mismo corte que el que usó una chica venezolana que en 1986 se alzaba con el título de Miss Universo, Bárbara Palacios.

En el caso de Palacios, el vestido era ceñido al cuerpo, como si de una sirena se tratara, en color azul, escote barco y adornado con dos broches de brillantes, supongo que de fantasía, a cada lado. El de Letizia era igual de ceñido, en un rojo intenso, escote barco y adornado con dos broches de brillantes, en este caso de los de verdad, posiblemente un préstamo de la reina Sofía.

Pero no solo el traje, que causó sensación en los medios europeos, fue el protagonista. La futura princesa desfiló ante las cámaras con la cabeza en alto, feliz y segura, al ir tomada del brazo de su príncipe azul, tal y como lo hiciera la Miss Universo, después de haber sido proclamada, en su primer desfile como soberana de la belleza.

Pero todo este glamour se ha perdido con los años, como dice mi compañera Mónika Vergara, la actual Reina decidió dar carpetazo a Caprile y confiar en un desconocido modisto, para marcar distancia con sus cuñadas, la elección no pudo ser más equivocada. Los estupendos diseños de Lorenzo Caprile dieron paso a los de Felipe Varela que se encargó de vestirla como si fuera un oficinista, con todo mis respeto a las oficinistas y en algunos casos vistiéndola con modelos que parecían copias de otros grandes de la moda. Gracias a Dios, en los últimos tiempos Doña Letizia ha abierto un poco más su abanico y ha incluido a otras diseñadores como la gran Carolina Herrera, Hugo Boss o Nina Ricci.

Hace unos días, la consorte del rey Felipe VI, que siempre ha querido que su trabajo esté por encima de sus looks, nos sorprendía con un modelo de Nina Ricci que, por cierto, aún no ha salido a la venta, por lo que presumimos que pudo ser cedido, prestado o regalado a la soberana.

Pues bien, el traje que era precioso, lo que nunca sería un Varela, unido al nuevo peinado (ya no sé cuentas veces Letizia ha cambiado de corte de pelo), acapararon los titulares, tal y como ocurriera aquel día en que la Reina apareció en los premios Woman, con su famoso corte bob.

Señora, a los españoles nos encantaría que nuestra soberana luzca, como lo que es, la Reina, pero el continuo cambio de peinados y maquillajes, sólo provocan que en nuestras crónicas se hable más de eso y menos de su trabajo como consorte, que dicho sea de paso, es impecable. Estaría bien, que en el futuro, encontrara un estilo. Su propio estilo. El estilo Letizia que, de momento, no existe.

Me da la sensación que usted, o quienes la asesoran, pretenden sorprender al pueblo en cada una de sus apariciones intentando imitar o seguir cualquier las tendencias que aparecen en los blogs de moda o en cualquiera de las redes sociales. Usted no lo necesita. Como bien le dije un día, una Reina no es ni una millonaria, ni una celebrity. Es mucho más. Es mejor aparecer en menos portadas por sus looks y más por su cometido como consorte. Es decir, menos Kardashian  y más reina Letizia. Sea.