Si el look y el vestido escogido por Meghan Markle para su boda con el Príncipe Harry marcan tendencia en el futuro, el sector tendrá que plantearse muchas cosas. Millones de parejas en todo el mundo han visto cómo iba vestida la novia en la ceremonia más importante que ha vivido la Casa Real Británica en años. Y sin duda que pasarán otros muchos años hasta que se vea una novia con un look tan minimalista paseando palmito por Windsor. Si todos toman nota de lo visto, miles de diseños acabarán en la basura y sin clientas.
Al final no fue Victoria Beckham, ni Burberry, Sarah Burton o Ralph & Russo. El vestido que ha lucido Meghan Markle lo ha creado la británica Clare Waight Keller, la primera directora artística de Givenchy. Ahí es nada. Fiel a su estilo, ha interpretado los deseos de la actriz, con la que ha trabajado desde enero, resaltando su feminidad con la típica sofisticación e innovación de la casa francesa. El resultado: un vestido en seda que era pura sencillez, con cuerpo ceñido, escote barco y una falda de silueta en ‘A’.
Como si quisiera que flotaran, Meghan Markle ha dejado los encajes y los detalles para el velo. Enorme, de cinco metros, que recordaba en su extensión al lucido por Lady Di en su boda. Confeccionado en tul de seda, ha recibido todos los bordados florales que la novia ha pedido. En concreto, las flores más representativas de los 53 países que configuran la Commonwealth, la flor de macasar, que crece en los terrenos del Palacio de Kensington y la amapola californiana, la flor del estado donde ella nació.
En cuanto a las joyas, la tiara escogida, de diamantes y platino, perteneció a la Reina Mary y se creó en 1932. El conjunto se cerraba con los pendientes Galanterie y el brazalete Reflection, en oro blanco y de la colección de alta joyería de Cartier y el anillo de compromiso, diseñado por el propio Harry. Brillo, para una novia brillante.
Según ha revelado la Casa Real Británica, el príncipe Harry recogió personalmente en el jardín del Palacio de Kensington algunas de las flores para el ramo de la novia. Un emotivo homenaje a su madre porque incluyó Nomeolvides, las flores preferidas de Lady Di. Otro gesto para una boda llena de detalles.
Y mención aparte merece el maquillaje. Tan imperceptible que en muchos primeros planos se podría pensar que la novia había prescindido del mismo. Sin ser así, lo que sí es cierto es que sus estilistas han seguido al pie de la letra los deseos de la novia y ni con el tono de los labios han querido resaltar algo que no fuera la sencillez. Un lujazo.
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