(Foto: Gtres)
Los Reyes prosiguen con su viaje de Estado en Alemania. Después de una mañana con agendas paralelas en Berlín que finalizó con un posado bajo la lluvia frente a la Puerta de Brandeburgo, ambos pusieron rumbo a Fráncfort. Allí, en compañía del presidente de la República Federal y su esposa, Frank-Walter Steinmeier y Elke Büdenbender, han inaugurado la 74º edición de la Feria del Libro de Fráncfort, en la que España es el país invitado.
Cercanos, relajados y presumiendo una vez más de su buena sintonía con el presidente alemán y la primera dama, Don Felipe y Doña Letizia han recorrido los pabellones de la feria, dedicando una especial atención al español. La Reina, especialmente curiosa y observando todo lo que la rodeaba con detenimiento, protagonizó además un cariñoso encuentro con los escritores Antonio Muñoz Molina e Irene Vallejo, invitados de honor a la iniciativa.
En cuanto a su estilismo, pocas sorpresas. Sobriedad por bandera con una blusa blanca plisada de manga corta y falda de tubo azul marino con cinturón con hebilla integrado de Hugo Boss. El mismo tono que sus altísimos salones de Nina Ricci, desafiando una vez más a sus dolencias en los pies, y una cartera de mano de Magrit.
Un look elegante y discreto tras sus espectaculares apariciones hasta el momento en el país germano. Desde su impecable vestido azul klein con apliques florales en los hombros de Carolina Herrera, a su deslumbrante vestido rojo con capa lateral de Stella McCartney, sin olvidar su diseño rosa chicle de Moisés Nieto.
No obstante, Doña Letizia no pasó desapercibida y recurrió a las joyas para elevar su look. Lo hizo con unos pendientes de diamantes y zafiros, propiedad de la Reina Sofía, que hasta ahora solo le habíamos visto a Doña Letizia durante su viaje de Estado a Japón en 2017. Unas piezas espectaculares que sin duda han marcado la diferencia en su estilismo.
Posteriormente, y sin tiempo para cambiarse de ropa, los Reyes presidían una recepción en honor al presidente de Alemania y la primera dama de respuesta de la Visita de Estado. Un acto en el que hubo complicidad, sonrisas y hasta un brindis con champán para poner el broche de oro a una jornada tan intensa como inolvidable. En su discurso Don Felipe destacó lo «gratificante y enriquecedor» que estaba siendo este viaje.
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