La postura pública de Meghan Markle empieza a preocupar en el seno de su nueva familia. Tras su boda, la actriz no sólo se unió a un hombre, en este caso el príncipe Harry, sino que ató su destino al de la familia real británica. Ahora sus posicionamientos políticos (o politizados) hacen torcer el gesto a la reina y demás componentes del clan, que siempre ha mantenido un perfil bajo al respecto, no manifestando actitudes extremistas, sino más bien tonos pacificadores en cualquiera de las posturas en que se ven involucrados.
Feminista de convicción, la duquesa de Sussex mantiene sus postulados que airea cada vez que se le presenta la ocasión. Por ejemplo, el pasado octubre, con motivo del 125 aniversario del derecho al voto de las mujeres en Nueva Zelanda, pronunció un discurso sobre el feminismo y el sufragio universal. Y si como decíamos, la familia real es siempre cordialmente correcta en todo tipo de asuntos, Meghan no dudó en tocar de cerca temas como el desarrollo económico y social, así como todo lo concerniente al derecho de las mujeres en los países en vías de desarrollo.
El punto conflictivo de su discurso, según el Daily Mail, estaría en que la duquesa de Sussex hubiera manifestado su apoyo a una campaña lanzada por universitarios y estudiantes negros que reivindicaban la descolonización de los programas universitarios en el Reino Unido, de los que se consideran excluidos.
Siempre según el rotativo se habría sorprendido por unas estadísticas en las que se apreciaba que los profesores británicos son blancos en abrumadora mayoría. Meghan tomó buena nota de estos datos, fechados entre 2016 y 2017, diciendo: «Dios mío, tengo que tomar buena nota de todo esto». Y le pidió a su secretaria privada que tomara una foto de las cifras.
En Gran Bretaña este movimiento es fuente continua de controversias. Por ejemplo, en 2016 los estudiantes protestaron por las calles de Oxford para que retirasen una estatua de Cecil Rhodes, un colono del siglo XIX y tratante de esclavos, de uno de los campus de la Universidad de la citada ciudad, una iniciativa que dividió a la ciudadanía. Ésta es una nueva afrenta de la flamante duquesa que sí puede empezar a preocupar a la familia real, más allá de las tonterías habituales, discordias con su cuñada Katherine o si usará para la habitación de su futuro bebé pintura vegana.
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