Isabel II, devastada tras el fallecimiento de uno de los perros que adoptó para hacerle compañía
La reina Isabel II atraviesa un difícil momento tras el fallecimiento de su cachorro Fergus.
Parece que las malas noticias persiguen a Isabel II. Esta semana la reina he tenido que lidiar de nuevo con la pérdida, tras el fallecimiento de uno de sus perros. Se trata de una de las últimas incorporaciones a la familia, pues es uno de los dos cachorros que adoptó para hacerle compañía, mientras el duque de Edimburgo estaba ingresado en el hospital, el pasado mes de marzo. Según cuenta la revista People, la monarca está “devastada”. Y es que en uno de sus momentos más complicados ha tenido que decir adiós a su perro.
Isabel II se despide de su perro Fergus
Isabel II siempre ha sido una apasionada de los animales, y en especial de los perros, por ello no dudó en adoptar unos cachorros para que le hicieran compañía en el Castillo de Windsor. Normalmente sus perros siempre son de la raza corgi, sin embargo, en esta ocasión la soberana se decantó por un dorgi, una mezcla de corgi y teckel. Desgraciadamente esta semana uno de ellos ha fallecido, provocando un gran dolor a la reina.
A pesar de que solo llevaba junto a la reina cinco semanas en el castillo, la reina le había cogido un especial cariño, algo que se traduce del nombre que escogió para el cachorro. Isabel II bautizó al perro con el nombre de Fergus, en honor a Fergus Bowes-Lyon, un tío materno que falleció en 1915 durante la Primera Guerra Mundial.
La reina atraviesa un momento muy triste
Su pérdida ha supuesto un duro golpe para la monarca, pues llega en uno de sus peores momentos tras el fallecimiento del duque de Edimburgo el pasado mes de abril. Según cuenta una fuente cercana a la revista People, la reina está “devastada” y la muerte de Fergus ha supuesto un nuevo dolor: “Es todo muy triste”, aseguraba.
Ahora la reina se centra en sus otros dos perros, Muick, un cachorro que llegó al castillo junto a Fergus, y Candy, un corgi que lleva varios años a su lado. De hecho, la propia reina confesó a varias personas de su círculo que Candy sería su último perro, pues no quería que le regalasen más perros y morir pensando que dejaba huérfanos a unos animales tan pequeños.