Como intuíamos y ya señalamos, no es Meghan Markle la primera que ha tenido problemas en adaptarse a la vida de palacio. Su predecesora, Kate Middleton, ya removió la corte cuando apareció del brazo de Guillermo, el heredero. Ahora se ha sabido, a través de Ashley Pearson, periodista especializada en la casa real británica, que la duquesa de Cambridge también les dio muchos dolores de cabeza al principio. Básicamente por razones de cuna.
El protocolo, el servicio y toda la parafernalia que rodea a los royals es complicado de aplicar a una persona plebeya que esté acostumbrada a hacer su vida sin normas estrictas y por sus propios medios. Es decir, sin estar rodeada de personas que solucionan absolutamente todas las cosas a las que está acostumbrada a realizar una persona normal y que no dejan de revolotear alrededor.
Kate hacía las tareas de la casa y, en sus últimos tiempos antes del compromiso oficial con el príncipe William, estuvo varios meses compartiendo piso con él, primero con unos amigos y luego ya solos. Fue el propio Charles, padre de su prometido, cuando al ser cuestionado acerca de la perdurabilidad de la relación, aseguró a los medios que iría bien porque llevaban practicando mucho tiempo. Posible e irónicamente, tal vez se refiriese a la escasa o nula convivencia previa suya con Diana de Gales.
En aquel entones, Kate hacía las tareas de casa al tiempo que estudiaba y de repente se encontró con que se lo hacían todo porque ella debía atender otras cuestiones más propias de su cargo. Y ahí empezaron los problemas, sólo que a ella le pilló muy joven, pues su relación empezó a conocerse en 2005 cuando contaba 23 años. Seis más tarde, con 29, se convertiría en la esposa del nieto de la Reina.
No fue precipitado, pero toda adaptación requiere un tiempo. Y Kate también tuvo el suyo. La citada Pearson firmó un documental ‘The Journey’ que, como a Meghan Markle, dos de los colaboradores de la entonces nueva duquesa de Cambridge también la dejaron plantada por la manía que tenía ella de hacer las cosas por sí misma, sin tener en cuenta las nuevas formalidades.
Son casos similares los de las cuñadas, aunque a la esposa de Harry todo este revuelo le llega a los 37, con un pasado de actriz, una boda previa y un divorcio, todo lo cual no se si añade un plus de peligrosidad a su nuevo estado. A ésta por cierto, su padre le ha lanzado una nueva puya, asegurando que el día de su primera boda regaló a los invitados una bolsa de marihuana, aunque teniendo en cuenta que fue en Ocho Ríos (Jamaica), duró cuatro días y estaban en una playa, la idea no parece del todo desacertada.
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