No sabemos si Meghan Markle es el tipo de personas que hace balance a final de año para ver qué se puede mejorar de cara al año siguiente, pero si tiene esa costumbre seguro que el balance no puede ser más positivo. La actual duquesa de Sussex ha vivido en 2018 su verdadero cuento de hadas. Recordemos que comenzó el año como prometida del Príncipe Harry y durante estos 12 meses no solo se han casado sino que también están esperando su primer hijo en común. Profesionalmente, no le podría haber ido mejor. Ha asistido a actos oficiales sola, con su marido y con la Reina Isabel II, ha pronunciado varios discursos que han dejado clara su postura feminista, ha sabido saltarse el protocolo con un estilo y elegancia propia de muy pocas y ha realizado su primer tour por Australia como miembro de pleno derecho de la Familia Real británica.
En cuanto a estilismo, Meghan Markle ha seguido apostando por la sencillez de la que hizo gala en el anuncio de su compromiso. Pero siempre con gran acierto. Este año le ha servido para afianzar su propio estilo caracterizado por escotes de cuello barco y mangas 3/4 y también mostrarnos que también sabe defender diseños más atrevidos. Así mismo, hemos visto cómo comienza a cambiar su figura con el embarazo y lo muchísimo que está disfrutando con esta nueva etapa.
En el primer trimestre del año, Meghan Markle ha demostrado que los looks working girl son sus favoritos para acudir a los actos oficiales. Los trajes de chaqueta pantalón y las prendas básicas en colores neutros son siempre una apuesta acertada. Uno de sus looks más comentados fue durante la visita de la pareja a Cardiff donde debutó con un top de Príncipe de Gales con escote del barco de la firma Theory. Durante el primer trimestre del año, uno de los momentos más importantes de la aún prometida del Príncipe Harry fue su primer discurso en la gala de los Premios Encleavour Fund donde lució un traje de chaqueta negro Alexander McQueen.
El segundo trimestre del 2018 ha sido sin duda el más especial para Meghan Markle y está marcado, como no podría ser de otra manera, por su enlace con el Príncipe Harry. Llegados a este punto es imposible no hacer una mención especial a los dos vestidos de novia que lució el 19 de mayo, pero también deslumbró en diversos actos a los que acudió como en el evento Women’s Empowerment de la Commonwealth donde eligió un ‘total look black’ firmado por Black Halo. Un día antes de su boda, la inminente duquesa de Sussex lució un espectacular vestido en color azul real perteneciente a la colección Resort 2018 de Roland Mouret, con el que quiso hacer un homenaje a su casi familia política.
Y por fin llegó el esperadísimo día: la boda real. El 19 de mayo aparecía deslumbrante en la capilla de San Jorge de Windsor con un vestido firmado por Clare Waight Keller, actual directora creativa de Givenchy. Tan impresionante que el Príncipe Harry no pudo evitar decirle “Estás impresionante” en el mismo momento que vio frente a él a la que en pocos minutos se convertiría en su esposa. Para la fiesta posterior, la ya duquesa de Sussex se cambió de vestido y en esta ocasión optó por uno de Stella McCartney con escote halter y una línea mucho más moderna al que eligió para la ceremonia.
Podríamos decir que su boda marcó un punto de inflexión en su estilismo. Empezamos a ver a una Meghan Markle más sofisticada y que apostaba por otros colores aunque sus favoritos siguen siendo los tonos claros y suaves como el tono nude o maquillaje que se convirtió en su favorito en el mes de junio, mes donde encontramos nuestros estilismos favoritos de la duquesa de Sussex. También asistimos en julio a su debut en Ascot donde deslumbró con un vestido blanco firmado por Stella McCartney.
En julio, para animar a su amiga Serena Williams en Wimbledon, Meghan Markle optó por un look masculino compuesto por unos pantalones palazzo de Altuzarra y una camisa de rayas de Ralph Lauren. Pocos días después, la duquesa de Sussex acudía al bautizo de su sobrino el Príncipe Louis donde volvió a confiar en Ralph Lauren con un sencillo diseño en verde oliva. Sin duda, el look que más furor causó durante el verano fue el que lució en la boda de Daisy Jenks y Charlie Van Straubenzee, en el que Harry ejerció como padrino del novio debido a la especial amistad que les une. Para esta ocasión, Meghan Markle (que además estaba de cumpleaños) eligió un vestido midi de falda plisada de la firma canadiense Club Monaco que vendió todas sus unidades después de que la duquesa lo luciera.
El último trimestre del año ha estado marcado por el anuncio de su embarazo con el que la ex actriz no puede estar más feliz. Desde que comenzamos a percibir una incipiente tripita de embarazada, Meghan Markle no ha dudado en acentuarla tanto con sus gestos como luciendo vestidos ajustados y marcados a la cintura, tal y como vimos en octubre durante el viaje oficial de la pareja a Australia.
El último look con el que nos ha sorprendido Meghan Markle vino con una polémica incluida. Fue durante la entrega de los premios a la moda británica donde no pudimos ver a la futura mamá más feliz luciendo un vestido asimétrico en terciopelo negro con el que entregó un premio a la diseñadora de su vestido de novia. La polémica vino protagonizada por el color que escogió la duquesa para sus uñas.
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