El próximo jueves, en lo que hubiera sido su 60 cumpleaños, se inaugurará una estatua de Lady Di en los jardines del Palacio de Kensington. Al acto asistirán sus hijos, el príncipe William, de 39 años, y el príncipe Harry, de 36. Pero el homenaje a Diana tendrá un gran ausente, el Príncipe Carlos (72), que no acudirá, según fuentes próximas a palacio, porque el evento podría desenterrar su doloroso pasado.
Según estas informaciones, el príncipe se encuentra en un momento terriblemente difícil. Y es que estos momentos tienen el potencial de resurgir viejas heridas y reviven recuerdos que le hacen sentir a la vez feliz, triste y arrepentido.
De hecho, desde la muerte de Diana ha sentido que es mejor guardar esos recuerdos para él y dejar que sus hijos lo hagan en su nombre. Como ya se ha comunicado, William y Harry darán discursos por separado. Por otra parte, Andrew Morton ha comentado recientemente que la desaparecida princesa del pueblo se habría sentido molesta por el hecho de que Harry y Meghan decidieran dejar sus deberes reales y mudarse a EE.UU. porque Diana le dijo claramente en varias ocasiones que veía a Harry como el compañero de William en lo que sería un trabajo muy solitario y sombrío como futuro rey.
Pero lo que ha llamado poderosamente la atención ha sido la noticia de que Kate Middleton tampoco acudirá a la inauguración de la estatua. Esto sucede después de que se redujera la lista de invitados debido a la pandemia, limitándolos a cien.
Además parece que el príncipe William está harto del asunto de su hermano y no ve la necesidad de involucrar más a su esposa Kate entre ambos. Por eso ha planeado una visita familiar y privada al monumento junto a sus hijos. Así pues, el palacio confirmó que William y Harry se unirán solo a la familia cercana de Diana. Junto a ellos estará el escultor Ian Rank-Broadley y el diseñador de jardines, Pip Morrison.
Harry ha aterrizado ya en Reino Unido, donde se encuentra pasando la cuarentena en su casa de Frogmore Cottage. Allí se supone que ha ido a verle su abuela, la reina Isabel II. Mientras, su esposa, Meghan Markle está en su casa de Montecito, California, cuidando de su pequeña hija Lilibet Diana, de tres semanas, y de Archie, de dos años.
Parece pues que no habrá un acercamiento en el gran día para los principescos hermanos, cuya disputa solo se ha profundizado desde que los Sussex se mudaron a los EE.UU. dejando de asumir sus deberes reales.
Una fuente cercana a palacio dijo: “Es muy dudoso que los hermanos se unan para algo más. Harry puede ser petulante y estar a la defensiva; y es poco probable que se disculpe o incluso reconozca alguna irregularidad. Mientras, William, que ha visto el dolor causado por su hermano en toda la familia, no es optimista sobre su relación. Ésta ha cambiado para siempre y está agravada por los casi 10.000 kilómetros que separan Londres de California”.
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