Leyendo las crónicas que se han publicado desde que falleciera David Delfín el pasado sábado, me sorprende para mal que la mayoría de ellas versen más sobre sus relaciones sentimentales que sobre su carrera. Me resulta indignante que se hayan escrito auténticos pergaminos sobre los tres amores de su vida y echo de menos más información sobre su trabajo, ese con el que revolucionó el mundo de la moda española desde que abriera su primera tienda ‘David Delfín’ en 2001.
Su fama comenzó en 2002 después de desfilar en la Pasarela Cibeles de Madrid con una colección basada en el pintor Magritte y en el director de cine, Buñuel. Al año siguiente, esa misma pasarela le otorgaba el Premio al Mejor Diseñador Joven por su colección ‘In Loving Memory’. En 2008 y 2012 volvió a Cibeles y, a pesar de ser menos transgresor que en sus primeras apariciones, no dejó de sorprender por sus originales diseños. Su última colección en esta pasarela, ‘No One’ (en 2014) contó con su gran amiga Bimba Bosé como musa.
El año pasado fue galardonado por el Ministerio de Cultura con el Premio Nacional de Diseño de Moda por «la audacia, valentía y compromiso social de su obra, con una señalada identidad española». Delfín fue un visionario y revolucionó la moda. No en balde, se ganó a pulso el cariñoso apodo de ‘El niño terrible de la moda’, compartido con otro grande del diseño: Jean Paul Gaultier.
Ese es el legado que deja. Y ojalá la gente le recuerde más por su trabajo que por sus relaciones sentimentales. Porque estoy seguro de que eso es lo que a él le gustaría. Y es que además de ser un estupendo diseñador, también fue un buen amigo de los suyos, algo que se ha visto en los últimos días en la cantidad de personas que han acudido a su capilla ardiente para despedirse.
El más afectado, sin duda, su última y más discreta pareja, Pablo Sáez, que publicaba un sencillo mensaje en sus redes sociales en el que se veía repetido un «Te quiero». El Ministro de Cultura, Pepón Nieto, Topacio Fresh, Rossy de Palma, Hiba Abouk, Modesto Lomba (quien no pudo contener las lágrimas al hablar con los medios), Nuria Roca, Leonor Watling y Belén Esteban (muy agradecida al diseñador por el apoyo y las simpatías que éste siempre le mostró), no quisieron dejarle sólo.
Diego David Domínguez González, nombre que figuraba en su DNI, siempre llevó su enfermedad con gran discreción y dignidad. Lamentablemente, tras una larga lucha, ha podido con él. David ha sido incinerado en Marbella, rodeado de su familia y sus más íntimos. Ha muerto el hombre y ha nacido la leyenda.
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