Enrico Bosco: «Ni cocinero ni chef, soy amante de la cocina y empresario»
Enrico Bosco, propietario del grupo Pulcinella, abre en Madrid su séptimo restaurante, Peppe Fusco, cerca de la Glorieta de Quevedo. Su propuesta, de carta corta, combina algunos clásicos como una innovadora versión de la pizza romana o las pastas elaboradas de forma casera, junto a una serie de recetas clásicas menos populares fuera de Italia.
Nació en una familia de origen italiano, asentada en España desde hace muchos años. El destino, que te descoloca los planes algunas veces, afectó negativamente a la empresa exitosa de su padre. Se vino abajo cuando Enrico Bosco contaba apenas 12 años. Ese revés, no solo cambió su estilo de vida, sino también su forma de enfocarla. Se convirtió en una persona luchadora, emprendedora y que no se achicó ante nada.
Su actitud optimista y persistente se alineó con una gran capacidad de trabajo, que le llevó a trabajar, desde muy joven, en todo tipo de profesiones que compaginaba con sus estudios. La vida de Enrico ha dado muchas vueltas. Desde compaginar sus días de instituto con el trabajo en una empresa de Big Data, hasta su propio grupo de música, con quien llegó a actuar en el festival Rock in Rio.
No obstante, su primer trabajo fue secando cubiertos junto a su padre, quien en 1994 se reinventó profesionalmente con la apertura de Trattoria Pulcinella. A día de hoy continúa siendo un referente de la cocina italiana en Madrid. Ahora Enrico, propietario del grupo Pulcinella, abre en Madrid su séptimo restaurante, Peppe Fusco, en la calle Fuencarral, 139. Su propuesta, de carta corta, combina algunos clásicos como una innovadora versión de la pizza romana o las pastas elaboradas de forma casera, junto a una serie de recetas clásicas menos populares fuera de Italia.
“No quiero presumir, pero mi carbonara es famosa…”
The Luxonomist: ¿Qué encontraste en la cocina para dedicarte a ella como medio de vida?
Enrico Bosco: Creo que es la mejor herramienta de socialización que existe. Posiblemente los mayores acuerdos de la historia se hayan cerrado en comidas o cenas.
TL: ¿La estela paterna ha sido hándicap, estímulo o contratiempo?
Enrico Bosco: Es un estímulo. Admiro muchísimo a mi padre y sé que está muy orgulloso de donde he llegado.
TL: ¿Cocinero o chef?
Enrico Bosco: Ni lo uno ni lo otro. Amante de la cocina y empresario. Todo lo que sé de cocina lo aprendí de mi nonna (mi abuela) y sus bases las aplico a los restaurantes de mi grupo.
«Todo lo que sé de cocina lo aprendí de mi abuela»
TL: ¿El Enrico de los fogones “jubiló” al músico?
Enrico Bosco: El músico nunca se jubilará (ja, ja). Antes cogía la guitarra y cantaba delante de mucha gente… ahora lo hago solo entre amigos. Pero algún día lo retomaré. Sigue siendo una de mis pasiones junto con la restauración.
TL: ¿Qué sintonía le pondrías a tu cocina?
Enrico Bosco: Cualquier canción de Lucio Battisti.
TL: En casa ¿los fogones también son tu feudo o permites intrusos?
Enrico Bosco: En casa, por falta de tiempo, cocino poco; y eso que diseñé una cocina integrada con el salón porque que me encanta invitar a amigos y cocinar mientras disfrutamos de una buena copa de vino. Pero al final, en Madrid, me paso el día en los restaurantes y prácticamente como y ceno en alguno de ellos. Eso sí, cuando me voy de viaje con amigos y toca cocinar siempre me lo piden a mí. Sólo pongo dos condiciones: la compra la hago yo (la elección de la materia prima es fundamental) y nunca friego.
«Cuando cocino para mis amigos siempre hago la compra y nunca friego»
TL: ¿Un menú para conquistar?
EB: No quiero presumir, pero mi carbonara es famosa…
TL: El Enrico que secaba cubiertos al lado de su padre, ¿se reconocería en quien te has convertido?
EB: Ese Enrico lo que quería era vivir de la música… Y al menos un corto periodo de mi vida cumplí ese sueño. Igualmente creo que sí se reconocería. A veces me cuesta darme cuenta de que he cumplido 40… Sigo teniendo la misma ilusión por las cosas que entonces.
TL: En los tiempos que vivimos ¿no da vértigo abrir un restaurante más o es que la seguridad en la oferta estimula?
EB: Siempre da vértigo. Pero es que esa sensación engancha, ¿sabes?. Cuando un restaurante ya está “encauzado”, ya estoy pensando en cuál será el siguiente. Y cada proyecto es más ambicioso que el anterior.
“Si algún día me fueran mal las cosas, que me quiten lo “bailao”
TL: ¿Nunca has tenido la sensación de “tocar techo”?
EB: Solo he tenido la de tocar suelo. Y lo bueno es que, desde ahí, ya solo puedes ir hacia arriba. No sé dónde está el techo, pero te aseguro que lo que busco es hacer cosas que me motiven, porque he descubierto que ahí está mi felicidad. No sé estar quieto y me apasiona lo que hago.
TL: ¿A qué te sabe la vida ahora?
EB: Estoy en un momento muy dulce. Sé que hoy puedo estar arriba y mañana abajo. Cuando empezó el confinamiento pensé que me arruinaba. Ahí me di cuenta de que, de un día para otro, la vida puede dar un giro drástico y volver tu mundo del revés. Quiero disfrutar el momento de felicidad y, si puedo, seguir así el resto de mi vida. Y si algún día empezaran a irme mal las cosas, que me quiten lo “bailao”.