Siempre decimos que los actores americanos se preparan en todas las disciplinas para conseguir ser unos buenos intérpretes y que los nuestros deberían tomar nota. Muchos ya lo hacen y Belén López es una de esas actrices que “toca” todos los palos. Dice que interpreta por necesidad de ánimo y de vida. Cuando siente que tiene que “cargar las pilas” se va a ese sur que lleva en los genes y regresa nueva.
Reconocida y respetada en el papel de actriz, ahora se lanza a la aventura de grabar un disco porque, lo que se dice cantar, ya lo hizo en alguna de sus películas. ‘Desconcierto’ es su primera aventura y no solo no ha desconectado, sino que ha asombrado a público y profesión. Con este disco ha conseguido lo que pretendía: sorprender y no desconcertar. Lo ha logrado y eso suele ocurrirle a los privilegiados.
The Luxonomist: Muchos se han sorprendido con esta faceta tuya..
Belén López: Lo entiendo perfectamente. Como actriz lo hice en alguna ocasión, pero en disco nunca me habría imaginado que podría ser realidad. Estoy muy contenta con el resultado y la experiencia. Mi intención no era hacer un disco, sino el espectáculo que viniste a ver. Como quedó tan bien y la repercusión fue muy buena, se decidió que traspasara las tablas y lo plasmáramos en un disco.
TL: Los imprevistos, a veces, salen bien.
BL: Lo que sí te digo es que está hecho con mucho cariño, mucho corazón, con una necesidad muy grande compartir y de contar.
TL: ¿Cuándo descubres que vales para cantar?
BL: Me formé en una escuela integral, en el Centro Andaluz de Teatro. De allí han salido muchísimos talentos que están hoy en primera línea como Paco León o Paz Vega. Allí teníamos todas las disciplinas, desde danza clásica a canto y música con unos grandísimos profesores. Así que en mi caso, lo mismo te canto que te bailo (risas).
TL: No ocurre así en la mayoría de los casos.
BL: Por eso incido en que el mérito es de la escuela. Sé que la formación que recibimos no la tiene todo el mundo, por eso me siento una privilegiada.
TL: ¿No crees que todo depende también de una cuestión de actitud?
BL: Sin duda alguna, pero también de la oferta a la que tengas acceso. Yo dudé mucho antes de decidir que la interpretación era lo mío. Estudié un año Empresariales, otro Periodismo… hasta que entré en ese centro y me cambió la vida.
TL: ¿Nos hemos perdido a una buena periodista?
BL: Yo creo que no, pero todavía estoy a tiempo. Si saco un disco a mi edad ¡igual me pongo a estudiar ahora! (risas). Cuando alguien me pregunta qué tiene que hacer para ser actriz, por ejemplo, siempre les digo que tienen que prepararse bien, que afinen el instrumento. Aunque no sepas cantar ¡estudia canto! Porque nunca sabes por dónde puede salir tu oportunidad.
TL: ¿Cantar es un plan B con visos de convertirse en A?
BL: Pues no lo sé. Yo voy al día y me gusta vivir el presente. Me encanta hacer canciones y las voy a seguir haciendo, ya sea para mí o para otros porque me parece maravilloso poder expresar lo que siento, compartir lo que me pasa, me inquieta o me preocupa.
TL: ¿De dónde viene ‘Desconcierto’?
BL: De esas mochilas que llevamos todos tan cargadas, en las que llevamos todas las cosas que nos han pasado. Yo siempre digo que la vida es un milagro. En esa mochila hay pérdidas y culpas que necesitas sacar.
TL: ¿Eres de las que te fustigas mucho?
BL: Intento que no. Soy muy perfeccionista, pero me estoy quitando esa sensación. Culpas tenemos todos. Nos las inculcan desde pequeños, sobre todo a las mujeres. ¿Pasa algo? Es mi culpa ¡Pues no!, si la culpa la cambiamos por responsabilidad ¡pues ya está! Si lo hubiera sabido hacer de otra manera, lo habría hecho.
TL: ¡Qué difícil es a veces eso!
BL: Cierto, pero es un trabajo diario. En lugar de fustigarte, hay que coger la responsabilidad y enfrentarte a lo que has hecho mal, sobre todo porque no sabías hacerlo de la manera correcta.
TL: Eso lo da la madurez.
BL: Desde luego. Hay gente que se va, no se ha enterado de la película y tiene que volver después de siete vidas más (risas).
TL: ¿Ha sido un disco sanador, depurativo?
BL: Para mí sí. Este era un proyecto que llevaba dentro de mí, pegándome patadas, muchos muchos años. No lo puse antes en pie porque tuve la suerte de trabajar mucho como actriz, así que un día dije ¡se acabó!, te tienes que comprometer ya de verdad. Y si lo haces de verdad con compromiso, trabajo y corazón, empiezan a aparecer personas, cosas y vivencias que nunca pensabas que ibas a tener delante.
TL: ¿Piensas que atraemos o rechazamos?
BL: Sí, claro. Yo estoy más por atraer. Somos lo que comemos, lo que pensamos y lo que decimos. La palabra tiene muchísima fuerza. Hay que ser impecable con la palabra, la vida me lo demuestra cada día. Este disco es la prueba más clara. ¿Cómo iba a pensar yo en mi vida que Rosario iba cantar conmigo?.
TL: Ya sabes, cuidado con lo que sueñas…
BL: Y también con lo que piensas, con lo que dices.. porque todo se puede realizar o volver contra ti. Las cosas vienen.
TL: ¿Eras niña soñadora?
BL: Síiii y sigo soñando. Algunos se han cumplido y otros vendrán. Me considero una suertuda y para tenerla hay que cuidar los detalles.
TL: O sea, defensora de la suerte a ultranza…
BL: Yocreo en el trabajo, en el corazón y en la verdad. Si haces las cosas con todo eso y les añades esfuerzo y empeño, salen ¡Fíjate! Yo quería ser actriz y no había nadie en casa en esa profesión. Mi madre me llevaba al teatro y en mi casa se veía muchísimo cine. Y yo quería hacer eso.
TL: ¿Y qué pasó cuándo dijiste que lo tuyo era jugar a ser artista?
BL: Igual para ellos fue un disgusto y pensaron que ese no era el camino que querían para mí, pero nunca me lo dijeron. Siempre tuve un apoyo grandísimo. Los perdí muy chica, pero tenerlos fue una suerte tremenda con esos padres. Mi madre era una leona y, tanto ella como mi padre, me enseñaron muchísimas cosas.
TL: Una de ellas fue amar el cine.
BL: Mi madre iba al videoclub y traía películas y películas. Yo le decía que no nos iba a dar tiempo a verlas y que tendríamos que devolverlas antes de visionarlas. Veíamos muchas pelis y, sobre todo, me llevaba al teatro.
TL: Si te pregunto la primera de la que eres consciente, ¿te acordarías?
BL: Con mi padre, de pequeña, veía muchas del Oeste, pero la que me marcó muchísimo, de verdad, fue ‘Desayuno con diamantes’. Audrey Hepburn era lo máximo para mí. Me compré el libro de Truman Capote, fan absoluta de ‘Moonriver’ y siempre quise hacer esa canción en versión flamenca. La clase y actitud de esa mujer era algo muy especial. Me cautivó hasta el día de hoy.
TL: ¿Cómo fue ese día en el que la niña, ya casi mujer, decide poner tierra por medio y venirse a Madrid?
BL: Fue gracioso, la verdad. Ya había hecho casi todo de lo que se podía hacer en el sur. Me vine a hacer una prueba a Madrid y no tenía intención de quedarme, pero la directora de casting me preguntó si vivía aquí. Hice una pausa dramática y le dije que sí. Llamé a casa y dije que me trajeran una maleta con cosas porque me quedaba a vivir en Madrid. Y aquí me quedé, por eso no hay planes A o B. Vivo al día, hoy es presente. Voy a seguir cantando e interpretando. No me paso a la música, es un complemento totalmente compatible.
TL: ¿Ha habido momentos de desánimo?
BL: ¡Claro!
TL: De esos de “me vuelvo a Sevilla”…
BL: Fíjate que me acabo de acordar y hace de esto muchos años. Yo quería hacer cine, hacer cine y hacer cine porque, si no lo hago, lo dejo todo porque ya estoy cansá. Y entonces empiezan a darme premios y más premios, cada fin de semana me daban uno. Pensé que me estaban tomando el pelo, porque yo iba a dejarlo todo. Y eso me llevó a otro sitio.
TL: Hay que aprender a leer las señales…
BL: Es verdad. Yo creo que nunca podré dejar de hacer esto. Me tiene que fallar mucho la memoria, que la tengo un poco de pez, pero muy buena para los guiones. Utilizo el instrumento para eso y, una vez que lo suelto, ya no me digas qué he dicho porque no me acuerdo.
TL: No te has arrepentido en ningún momento de esta aventura, ¿verdad?
BL: Noooo, jamás. Este disco me ha salvado la vida emocionalmente. Cuando lo tuve en mi mano ¡no me lo creía! Ha sido una aventura maravillosa. Ha tardado diez años en materializarse, pero esperaría otros diez para repetirla si hiciera falta. Han merecido la pena el esfuerzo y la espera.
TL: ¿Cada canción es el reflejo de un estado de ánimo?
BL: Supongo que sí. A mí me gustaría que la gente entendiera que las buenas sensaciones hay que guardarlas para tirar de ellas cuando no las tienes. Yo soy capaz de hacerlo porque he aprendido a ponerme en el centro de mí misma. La culpa la he convertido en responsabilidad y no me fustigo. Yo soy de vaso medio lleno, que es lo más fácil para mí. Yo hago una buena respiración, pongo una sonrisa y ¡p´alante!.
TL: ¿Esa es tu terapia?
BL: Sí. Hago yoga, meditación, coherencia emocional y cardíaca. Hay veces que cuesta mucho colocarse en tu centro, pero es necesario.
TL: ¿Duermes bien?
BL: Lo intento. Procuro que nada perturbe mi sueño e intento no llevarme todos los problemas a casa. En ‘Desconcierto’ están casi todas las armas con las que me han enseñado a pelearme en la vida.
TL: Si esa vida es tu fuente de inspiración, me temo que no tienes fin…
BL: Nunca hay que dejar de practicar con el instrumento y afinarlo. La vida, el ser humano y la naturaleza son mis fuentes de inspiración.
TL: ¿Te asusta que algún día te pillen con la guardia baja y esto se acabe?
BL: ¿La vida? No me da ningún miedo la muerte.
TL: Me refería al talento.
BL: Pensé que te referías a que llegara el momento de irnos. Y no me da miedo porque soy muy religiosa, creo en la reencarnación y sé que volveré. Tengo mucha fe en todo. Y, en referencia al talento, no me da miedo porque no lo entiendo sin estar ligado al trabajo. Soy muy trabajadora, muy de pico y pala.
TL: ¿Te sientes reconocida y en el lugar que mereces?
BL: Sí, muchísimo. Me siento muy querida y bien tratada por el público y por los compañeros. Estoy muy orgullosa de pertenecer a esta profesión, que es de valientes. Yo soy autónoma, me autogestiono y me lo hago todo. Hay que ser muy consciente de ello, saber decir que no en algunos momentos y salir airoso de otros de “vacas flacas”. No he pasado por varios años sin trabajar, pero me pueden llegar mañana. Si te vas a dedicar a esa profesión, esto lo tienes que saber y tener tu cabeza muy bien amueblada.
TL: ¿Te asusta que no vuelva a sonar el teléfono?
BL: Hay veces que me pregunto si el que estoy haciendo será el último trabajo que haga. Pero siempre aparece algo y, si no es así, ya lo provoco yo. Mi madre era peluquera y ella me enseñó el oficio desde pequeña. Ahora tengo un centro de belleza en Sevilla y, por lo tanto, al margen de autónoma soy empresaria. Yo lo mismo te canto, que te bailo, te interpreto o te peino. Demasiados frentes abiertos tengo.
TL: ¿Qué es lo peor de la fama?
BL: Creértelo, ¿no? Luego están esos momentos y situaciones que, depende de cómo te pillen, pueden sacarte de ti o no. Creerte diferente, confundirte y darle más importancia de la que tiene es lo malo. Hay que saber controlar la vanidad.
TL: ¿Hay una delgada línea entre la Belén mujer y la profesional?
BL: Yo intento no llevarme los personajes a casa, pero no siempre es fácil. Cuando estás más tiempo en el plató que en casa, con un personaje intenso que se lleva mucho de ti o que, por el contrario, no se parece en nada, es difícil delimitar la línea.
TL: ¿Es más difícil de gestionar el halago que la crítica?
BL: Muy complicadas las dos cosas. No me gusta hacer nada que no me gusta que me hagan a mí. Las críticas constructivas me parecen maravillosas, las recibo y las hago. Los halagos los acepto y punto. Yo casi ni veo ni leo lo que se dice de mí. Si se da el caso, me miro con cariño. Si no lo hago ¿quién lo va a hacer? (risas). El egoísmo tiene muy mala prensa, pero hay que quererse.
TL: ¿A una actriz solo la entiende alguien del medio?
BL: Casi que sí, porque estamos muy locos (risas). Un funcionario no nos duraría mucho.
*Próxima semana: Carme Chaparro.
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