Carmen Navarro: “Donde hay karité, hay vida”
La empresaria pionera en comercio cosmético sostenible y vegano charla con The Luxonomist sobre sus proyectos.
Carmen Navarro es una de esas mujeres que me apasionan. Por su trayectoria de vida, su forma de reinventarse y por su propósito de un mundo mejor y más justo a través del mundo de la empresa. Cuando hablamos de empoderamiento de la mujer, Carmen Navarro es una de las pioneras. Y no solo del suyo, también de decenas de mujeres a las que cada día les da sentido a su vida gracias a Maison Karité, su compañía.
The Luxonomist: Maison Karité nació hace 11 años. ¿Cuáles fueron las razones para crearla?
Carmen Navarro: Tengo sensibilidad química que se manifiesta en erupciones, picores y problemas cutáneos. En un viaje al lago Rosa (Senegal) sufrí un brote de urticaria y, uno de los lugareños que se dedicaba a la extracción de sal del lago, me explicó los beneficios de la manteca de karité. Encontrar una solución para mi problema y desarrollar un proyecto de reparto de riqueza y empoderamiento de cooperativas de mujeres en África occidental fueron los catalizadores para crear Maison Karité. Una empresa de cosmética salvaje movida por la pasión y el amor a los árboles, a la naturaleza y a dar valor a lo auténtico.
“La manteca de karité es la madre de todos los productos”
TL: Pero entonces la idea de productos naturales, orgánicos, sin químicos y sostenibles no estaba de moda como ahora… Era una decisión arriesgada…
Carmen Navarro: Lo era. La cosmética es un sector en el que las grandes multinacionales marcan el camino. Éramos pequeños agitadores nadando a contracorriente, pero la eficacia de los productos y la autenticidad del proyecto fueron tan potentes, que nos ayudaron a crecer en clientes, facturación y acciones colaborativas año tras año.
TL: ¿Cómo empezaste la marca? Fuiste emprendedora.
Carmen Navarro: Decidimos traer a España y Europa la maravilla que había probado en Senegal. Nuestra idea era mantener la pureza absoluta, la máxima calidad de la manteca, cumpliendo la normativa europea, la trazabilidad de los ingredientes y una remuneración justa que supusiera un “win-win women to women” desde la escucha. Arrancamos de forma modesta. Los primeros años fueron bastante duros por la cantidad de trabajo y la novedad de nuestro modelo de negocio. Apostábamos por ser lo más sostenibles posibles (sin envases innecesarios) y con un marketing sincero encaminado a potenciar la belleza natural. Un mensaje que era bastante rupturista por aquel entonces. Cometimos errores, pero estos nos enseñaron a crear una cadena de valor bien engrasada y comprometida con el proyecto. Afortunadamente somos independientes y no tenemos que doblegarnos a las directrices del mercado.
“La manteca de karité es increíblemente versátil y apta para todas las pieles”
TL: El karité es el elemento vertebrador de la forma… ¿Fue una especie de ‘eureka’?
CN: La manteca de karité es, posiblemente, el cosmético más antiguo y versátil que se conoce. Ya desde el antiguo Egipto, Nefertiti, Cleopatra y las grandes reinas africanas la usaban para cuidar su piel. En el museo del Louvre se pueden ver estatuillas del árbol del karité que datan de aquella época. Es increíblemente versátil: es nutritiva, hidratante, regenerante y protectora. Sirve para todas las edades, tipos de piel y ciclos vitales. El proceso de elaboración sigue siendo artesano y reservado únicamente a las mujeres que aprenden el oficio de sus madres y abuelas.
TL: Una vez se decidió el componente esencial, ¿qué tipo de productos se crearon en un principio?
CN: Arrancamos con cinco productos que todavía se mantienen. La manteca de karité, el jabón negro africano (también elaborado por grupos de mujeres en Ghana), la mascarilla capilar, una crema de karité y un sérum facial en aceite con aceites salvajes de baobab y moringa.
“El proceso de elaboración de la manteca de karité pasa de madres a hijas”
TL: ¿Cuál es su producto favorito?
CN: La manteca de karité, que tantas emociones me ha hecho sentir. Es como la mamá de todos los demás productos, pero realmente estoy enamorada de todos ellos. Si no fuera así, no los comercializaríamos.
TL: ¿Cómo fue el primer lanzamiento? ¿Qué recuerda? ¿Desde entonces cuántos ha habido?
CN: El primer producto que lanzamos fue la manteca pura de karité salvaje. Recuerdo que externalizamos la producción del primer envío y conseguimos los primeros clientes, que eran herbolarios y farmacias con enfoque natural. Actualmente tenemos unos 50 productos certificados veganos y ecológicos y elaboramos tanto para nosotros como para terceros, en nuestro laboratorio de Hospitalet (Barcelona).
TL: Apuestan por materia prima africana pero fabrican en España. ¿Cuál es esa relación con África?
CN: Con África Occidental nos une un “hilo rojo invisible” desde hace 19 años por relaciones laborales que se han ido tejiendo con personas que ya son parte de nuestra familia. Cada año viajamos a Ghana o Senegal para ver a nuestras suministradoras, los talleres de elaboración, asistir a las conferencias de la Global Shea Alliance de la que somos miembros, pero también para descansar y compartir con nuestra familia del corazón. África está en nuestra casa, en nuestra oficina y en nuestros pensamientos cada día.
“África está en nuestros pensamientos cada día”
TL: ¿Qué esperan de las comunidades africanas con las que trabaja?
CN: Se dice que, donde hay karité, hay vida. Son trabajadoras infatigables que actúan como una palanca para evitar la pobreza y mejorar la calidad de vida de sus comunidades. Esperamos que los proyectos que arrancamos de forma conjunta atendiendo sus necesidades les ayuden a crecer, a generar una economía sostenible. Todo para que sus familiares no deban emigrar y puedan vivir y trabajar dignamente en su país de origen.
TL: ¿Dónde se imagina Maison Karité en la próxima década?
CN: Somos una empresa familiar con un equipo humano increíble: incansable, comprometido y capacitado. Tres de mis hijas forman parte activa del proyecto, cada una de ellas en un área distinta. Carmen lleva la dirección técnica, Ana dirige nuestro salón orgánico de peluquería y Mar, los proyectos sociales. Espero que, con la experiencia acumulada, lleven a Maison Karité muy lejos manteniendo intactos los valores de poner a las personas en el centro del negocio.