Hay veces que lo inesperado se convierte en tu salvación. Cuando Paquita Salas llegó a la vida de Brays Efe, ni en el mejor de sus sueños imaginó todo lo bueno que le iba a reportar. Su éxito desmesurado, así como el reconocimiento de la profesión, le ha proporcionado un arcoíris de oportunidades, que le están posicionando como un actor de recursos. Representa en el teatro Lara madrileño “Las cosas extraordinarias” y le espera una gira, que le tiene ilusionado.
The Luxonomist: Me encanta este reencuentro y tu nuevo look con barba densa.
Brays Efe: Por algún sitio, debajo de mi cabeza, está aún el rubio de Paquita. Y la verdad es que siempre he tenido barba, no tan espesa como ahora, pero ha sido habitual en mí. Ahora ha sido la rebelión porque, como no estoy grabando Paquita, me he liberado.
TL: Es una esclavitud lo de afeitarse todos los días…
BE: Nunca me ha dado pereza retocarme la barba, pero para Paquita Salas me tengo que afeitar muy concienzudamente. Es muy duro el proceso. Una de las peores cosas del personajes es, todas las mañanas, dedicar una hora al afeitado. Tiene que ser minucioso, con cuchilla, a pelo y a contrapelo, porque no tiene que haber nada de textura.
TL: ¡Cuánto te ha dado Paquita Salas! ¿eh?
BE: Ufff, muchísimo. Estoy encantado con ella. Fue un regalazo.
TL: ¡Quién te lo iba a decir!
BE: Ni a mí, ni a los Javis. Nadie nos esperábamos el éxito. Cuando empezamos a hacerla como un proyecto entre amigos para Flooxer, era todo un misterio, una aventura, un “a ver qué pasa”. Y mira adónde hemos llegado.
“De Paquita Salas me gusta que no se calla nada”
TL: ¿Qué te gusta de ella?
BE: Me gusta que no se calla nada, que se permite ser ella misma casi siempre. Lo compleja que es porque, a veces, es la más lista y otras la más tonta, a veces es buena y otras es mala, unas es egoísta y otras es generosa. Es como cualquiera de nosotros, una persona en realidad.
TL: ¿Tienes algo que ver con ella?
BE: Yo creo que sí. Es más, trato en parecerme todo lo posible. Actuar es ser generoso con los personajes y darles todo lo que hay de verdad en ti. Yo creo que todos tenemos una parte muy Paquita Salas, que es lo que hace que nos identifiquemos mucho con ella. Hay días que, cuando llego a casa por la noche, me arrepiento de no haber sido más ella en algunas cosas y de haberme quedado con las ganas de decir algo. Pero, también te digo, que a veces lo pongo en práctica y lo hago.
TL: A estas alturas de mi vida, prefiero quedarme con la culpa antes que con las ganas. Hay que decir lo que se piensa…
BE: Es verdad. Es mejor pedir perdón que pedir permiso.
TL: Has visto que hay vida más allá de Paquita, ¿verdad?
BE: ¡Hombre! Mucha gente me decía que me iban a encasillar y a pedirme siempre personajes como el de ella. Yo pensaba ¡no creo que la gente se atreva! (risas), pero la realidad es que Paquita Salas me ha desencasillado y ha permitido que la gente me vea como un actor completo, que puede llevar el peso de una historia y me han ofrecido cosas muy bonitas.
TL: “Las cosas extraordinarias” es una prueba…
BE: Desde luego. La vida está llena de cosas extraordinarias. A veces no las sabemos ver y no es raro que eso ocurra. Alguien a quien admiro mucho, dijo un día: “A veces no me gustaban las cosas que me estaban pasando y entonces empecé a pensar que debía disfrutar de la vida como si, cada día, me despertara en ella”. Si miramos atrás, las cosas que nos molestaban llegamos a verlas ahora de otra forma.
TL: Esas cosas tan especiales son las que nos hacen pensar.
BE: Sí, es cierto. Y, a veces, nos devuelven a un sitio que pensamos que ya no estamos en él o que no nos gusta. Nos hacen recapacitar.
“En ‘Las cosas extraordinarias’ cada espectador se convierte en su propio psicólogo”
TL: ¿Ha sido terapéutica esta obra de teatro para ti?
BE: Lo está siendo en muchos sentidos. Es un texto muy poderoso y, hacerlo yo solo, me está procurando vivir experiencias muy fuertes. La conexión que tiene la función con el público, verla a través de los ojos de los otros, lo que ellos dicen cuando les pregunto cosas, ver cómo reciben las cosas que digo… Está siendo muy enriquecedor todo a nivel profesional y personal.
TL: ¿Has reconocido tus luces y sombras en ella?
BE: ¡Claro! Me gusta mucho la dignidad con la que trata las cosas malas que nos pasan, la tristeza, los problemas mentales. Eso, que tiene mucho de oscuro a veces, al oírlo en la sala parece que, de repente, tiene otro significado. Cada espectador se está convirtiendo en su psicólogo.
TL: Sales de la función pensando…
BE: Sí, mucha gente me lo dice. Muchos inciden, sobre todo, en que salen teniendo conversaciones que nunca habían tenido. Ahí es donde está la clave, en la de sentirte identificado con lo que se está contando. No podemos pensar que todo lo que nos pasa en la vida es bueno.
TL: ¡Ah, claro! Eso por supuesto…
BE: La tristeza tiene que formar parte de la vida, tiene que haber días malos y tenemos que permitirnos vivirlos y la actitud, ante esos días, nos marca las posibilidades que tenemos de estar mejor.
TL: ¿Cómo gestionas tú eso?
BE: Esta función me ha ayudado a ver todo desde otro punto de vista, a llamar a ciertas cosas por su nombre.
TL: ¿Cómo andamos de autoestima?
BE: Depende del día (risas). Yo me veo una persona normal, en el mejor sentido de la palabra, pero por mi físico -como le ocurre a otros actores- solo me ofrecen determinado tipo de personajes. Dicho esto, no me puedo quejar porque no estoy en el peor de los casos. Yo me veo guapísimo y encantado (risas)
“En mi vida fuera del escenario tengo un punto tímido”
TL: ¿Cómo es Brays por dentro?
BE: En público soy muy extrovertido, pero luego soy mucho más recatado. A veces, por la calle, cuando alguien me reconoce, me gustaría estar a la altura del Brays que ellos esperan encontrar. Tengo un punto tímido y hay veces que me dan ganas de salir corriendo para mi casa.
TL: ¿Te encuentras cómodo manejando la fama?
BE: Tengo también mis momentos. Hay días que me pongo una capucha, voy al supermercado y no quiero que me vea nadie…Y hay otros que si me reconocen, sonrío o guiño un ojo. Tengo días de todo.
TL: Canario de nacimiento, gallego de adopción, hijo único… ¿enmadrado y consentido?
BE: Soy hijo único de una madre que fueron diez hermanos. Ella trató de compensar. En la familia de mi abuela fueron 20. Ya sabes, esas familias gallegas tan numerosas. Mi madre dijo ¡uno y no más!
TL: Y le salió bien…
BE: Yo creo que sí, porque ella está muy contenta (risas). Se disgustó cuando le dije que no quería seguir con los estudios, porque ella estaba feliz con que era el primero de la familia en ir a la universidad, pero ahora sabe que la elección no fue mala. Aún así, yo sé que a ella le pesa un poco.
TL: ¿Te recuerdas niño feliz?
BE: Sí, me recuerdo feliz. Crecí en Galicia. Tuve muchos problemas en la escuela y en mi familia, pero no me recuerdo infeliz. La infancia siempre es feliz, ¿no? Crecí en una granja, con mis primos, en un entorno que me gustaba mucho. De verdad que me lo pasé bien.
“Todo el mundo ha vivido episodios relacionados con el bullying”
TL: Es que nuestra Galicia es muy especial…
BE: Sí, lo es. Crecí en un pueblo pequeño, Vilariño, muy cerca de Bayona, en una finca de la familia de mi padre en la que había varias casas y allí vivíamos con mis primos, rodeados de gallinas, conejos, al lado de un monte, de un río, cerca de la playa…
TL: ¿Añoras esa etapa?
BE: Tanto como añorarla no. Fue una etapa que viví, que la llevo conmigo y reconozco que me gusta esa Galicia. Llevo varios años en Madrid, pero tú me pones una empanada gallega, un caldo, una mariscada o un cocido de los nuestros y ¡muero!.
TL: ¿Los episodios en la escuela son los que más te marcaron?
BE: Todo el mundo ha tenido experiencias con algo parecido al bullying. Hay una cosa que está mal hecha en el colegio o en la escuela y que es esa especie de competición entre los niños y hacerles creer que todos son iguales. Y no es verdad, todos son diferentes. Y el bullying surge cuando la gente no acepta su propia diferencia, la proyecta o machaca en los demás. Al final, también tiene un problema la persona que hace bullying porque no se acepta del todo. La solución está en enseñarle a la gente lo distinto que se puede ser y que no hay ningún problema en eso.
TL: Los insultos a esas edades marcan mucho..
BE: Es verdad, sobre todo porque te están insultando por algo que no sabes lo que es. Cuando a mí me llamaban marica, yo no sabía lo que era eso, no tenía ni idea. ¿Por cómo hablaba? Para mí era normal, los demás eran los que hablaban raro (risas)
TL: Difícil gestionar esas situaciones..
BE: Yo creo que me faltan cosas por asimilar, quedan resquicios de esas etapas. Yo, con mis amistades, me siento atacado muy pronto. Soy muy susceptible. Cuando me dicen algo, siempre pienso que es una secuela de la cantinela del instituto. Creo que es algo que no te deja nunca, que siempre va a ir contigo. Otra cosa es que aprendas a leerlo y a vivir con ello. Ahora ya me acepto con mis errores, pero faltan cosas que pulir. Siempre hay una vocecita detrás que me hace pensar que eso me lo han dicho para hacerme daño.
TL: Esa sensación tenemos que aprender a matizarla.
BE: En ello estoy. La próxima vez que nos veamos, te cuento.
*Localización: Teatro Lara.
*Próxima semana: Andrés Velencoso.
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