Foto: Hästens
Era cuestión de tiempo que la firma de colchones Hästens -los mejores del mundo- contara con una tienda propia en Madrid. Porque según sus responsables, en la capital tienen casa la mayoría de sus clientes, así como los decoradores y profesionales con los que trabajan desde hace 29 años en su boutique de Marbella. Esos que tienen el privilegio de elegir sus exclusivos colchones – de entre 6.000 y 600.000 euros – para descansar. Porque lo suyo, lo de Hästens, es el descanso con auténticas mayúsculas. Si no, no llevarían más de 170 años haciendo colchones artesanos con la misma técnica y los mismos materiales. ¿No?
Su historia comenzó en 1852 en Köping, una pequeña localidad de Suecia. Allí la familia Ryde hacía sillas de montar y descubrió las bondades de la crin de cola de caballo como aislante y amortiguador natural. Es un material que absorbe hasta un 30 % de humedad y que vuelve a su forma original por más que lo aplastes.
Por eso, cuando cambiaron las sillas de montar por los colchones, confiaron en ella para elaborarlos por su capacidad para repartir el peso del cuerpo, absorber el calor corporal y garantizar el mejor reposo.
Porque según nos cuentan desde Hästens, nuestro cuerpo, para conciliar bien el sueño, baja unos grados su temperatura mediante la sudoración. Algo que puede generar malestar si dormimos en colchones o con ropa de cama de materiales no transpirables. Algo que por supuesto no sucede con los productos Hästens, que garantizan un descanso óptimo durante por lo menos 25 años.
De hecho, cuando empezaron a fabricarlos no había estudios que avalaran su poder reparador, pero ahora sí los hay. Y confirman que su técnica centenaria combinada con los materiales naturales que utilizan es la fórmula perfecta para disfrutar de un relajo óptimo.
Su “secreto” radica en fabricar estructuras que se adaptan perfectamente al cuerpo. Tanto sus bastidores como sus colchones permiten que los órganos vitales de cada cuerpo adopten una perfecta línea recta mientras dormimos. Algo que garantiza el flujo de sangre, el descanso de cada músculo y un sueño reparador. Porque aunque pudieran parecer colchones “blandos” a primera vista, la sensación de confort al probarlos es extraordinaria.
El secreto está en elegir su firmeza, que deberá adaptarse al peso y medida de cada cuerpo. Ésta se determina por el relleno del colchón, que alterna capas de algodón de larga fibra, lana de calidad superior y la citada crin de cola de caballo que los artesanos tardan hasta una hora en distribuir correctamente (y a mano) por la superficie.
Además, claro, de un sistema de muelles alineados y colocados minuciosa y milimétricamente siguiendo una técnica secreta y transmitida de generación en generación entre los trabajadores de la marca.
Como sucede con muchas cosas que llevan haciéndose desde hace siglos, aquí nada es superfluo. Todo lo que tiene un colchón Hästens tiene un motivo y una misión. Desde las patas del bastidor, de pino de crecimiento lento y procedente de bosques reforestados; hasta la seda que las aísla del bastidor evitando rozamientos y ruidos; pasando por las plumas de ocas, gansos y patos criados en libertad con las que se rellena su ropa de cama.
Con todo, Hästens elabora colchones de dos tipos, con dos o tres piezas “según los gustos y la cultura del descanso de cada país”. Los más populares son los que cuentan con bastidor, colchón y cobertor; aunque también los hay solo con bastidor y cobertor para quienes quieren más firmeza.
Porque aquí el bastidor no es solo un elemento donde apoyar el colchón, como sucede con los canapés rígidos o los somieres de muelles. Su estructura -igual que la del colchón- está compuesta de muelles, algodón y crin de caballo, por lo que también ayuda a que el peso del cuerpo se reparta uniformemente al dormir.
Cada colchón se hace bajo pedido por cuatro operarios que invierten entre un mes y un mes y medio en terminarlos. Este tiempo aumenta para los modelos de las categorías premium cuyas piezas llegan a los 600.000 euros… o más.
En estos casos, el precio tiene que ver con la personalización. Los modelos de colchones Vividus y Grand Vividus surgieron de una petición del artista Drake. Quería hacerse un colchón a medida cuyo bastidor simulara a un baúl de Louis Vuitton. En realidad la estructura del colchón, su composición y materiales son los mismos que los de los otros modelos de Hästens, solo que la minuciosidad de los acabados requiere hasta seis meses de trabajo.
Desde los cuadros de terciopelo “peinados” a mano hasta conseguir el dibujo adecuado, hasta la laca de los remates o la exclusividad de los materiales… todo requiere un minucioso trabajo de artesanía que solo conocen y realizan cuatro artesanos de la marca. Un legado que se comparte con unos pocos elegidos y siempre tras un mínimo de 20 años trabajando en la empresa.
Igualmente, la marca tiene trece modelos de camas, incluida una articulada. Estos parten de los 6.000 euros del modelo más sencillo, pensado para niños; y sube hasta los 57.000 euros de su modelo 2000 T, su best seller por excelencia que recientemente cumplió 40 años.
A partir de ese modelo todo es posible. Desde la personalización de la tela hasta la doble firmeza (a partir de colchones de 1,80 de ancho) pasando por los detalles de la Grand Vividus de la que, según nos cuentan, hay un ejemplar en España.
Sin embargo la mayoría de las personas que eligen un colchón Hästens para dormir eligen su mítico estampado Blue Check, de cuadros blancos y azules. Un detalle que indica sin necesidad de palabras que estás ante una de las mejores camas del mundo.
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