ENTREVISTAS

#CloseTo Vicente Vallés: “Si Trump me pidiese las preguntas, no le entrevistaría”

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Tiene todo lo que se le pide a un buen periodista. Es riguroso, conciso y directo. Cuenta las noticias como le gustaría que se las explicaran a él. Vicente Vallés es amable, correcto en el trato y dueño de un punto de timidez con el que empaticé desde el primer intercambio de palabras. Tras ‘Trump y la caída del imperio Clinton’, acaba de publicar ‘El rastro de los rusos muertos’. Es el claro ejemplo de que la conciliación es posible.

The Luxonomist: Siempre mantengo que hay que sentir un cosquilleo interior ante cualquier entrevista, porque es síntoma de respeto. No voy a negar que también ahora lo siento. Y no sé si preferirías estar en mi lado y no en el del entrevistado…
Vicente Vallés: Es verdad que estoy más acostumbrado a hacer preguntas que a responderlas, pero me he acostumbrado a lo de “entrevistador entrevistado”. Lo llevo bien. Es una experiencia diferente a lo que es habitual, pero la llevo con normalidad.

TL: De un tiempo a estar parte, algunos -sin pretenderlo, por supuesto – os habéis convertido en objetivo mediático…
VV: La televisión tiene esa característica. Inevitablemente, la gente te conoce más porque te ven a diario y estás más expuesto.

TL: ¿Cómo llevas tú eso?
VV: Intento llevarlo con normalidad. Creo que hay que tener siempre muy claro que, al final, no eres otra cosa que un periodista, que trabajas en televisión como podrías hacerlo en cualquier otro medio.

TL: Esa es la clave para la supervivencia. Lo que ocurre es que en algunos casos es difícil mantener la línea diferenciadora…
VV: Yo lo tengo muy claro, al igual que otros compañeros. Quizás desde fuera se pueda ver de otra manera, incluso al revés, y que haya gente que no diferencie entre un presentador de un programa de entretenimiento y uno de noticias, pero yo sí tengo muy claro lo que es una cosa y la otra.

TL: En tu caso, esa línea entiendo que es muy gruesa.
VV: Es evidente, ni siquiera es necesario trazarla.

Un tímido en pantalla

TL: Tienes fama de ser relativamente tímido…
VV: Más que relativamente. Tímido absoluto. (risas)

TL: ¿Y cómo convive esa timidez con la exposición mediática que genera tu trabajo?
VV: La verdad es que no lo sé, yo también me lo pregunto algunas veces. Antes de empezar a trabajar en esto, no pensaba que iba a ser capaz de ponerme delante de una cámara. Cuando estaba estudiando, mi idea era trabajar en la radio. Es un medio que me sigue gustando mucho y es una cuenta pendiente que aún tengo ahí.

TL: Esta profesión nuestra es de largo recorrido. No hay que dar nada por perdido…
VV: Por eso la tengo pendiente, aunque ahora estoy centrado en la televisión. Nunca me había planteado cómo iba a gestionar la timidez delante de la cámara. De hecho, yo mismo me he sorprendido. Cuando empecé a trabajar en la radio, tenía algunas dificultades para estar tranquilo delante del micrófono, cuando era muy jovencito y estaba empezando, y me costó. Sin embargo, la primera vez en televisión estaba tenso y no me sentí tan mal como me había sentido ante el micrófono de la radio. Curiosamente, me pareció más natural y llevadero.

TL: La clave está en no pensar que te están oyendo o viendo.
VV: (risas) Sabes que eso ocurre, pero no estás pensando en que están pendientes de ti cerca de tres millones de personas, que es la audiencia que tuvimos ayer por ejemplo. Si los tuviera físicamente delante, ten la certeza de que me costaría muchísimo más hablar. Nuestro plató, como sabes, está frente a la redacción y los compañeros están pasando por delante todo el rato. También es verdad que cuando ha surgido una noticia muy importante, hemos salido a la calle a hacer el informativo.

TL: Y eso ha ayudado a que hayas superado el “efecto auditorio”.
VV: Claro y, sobre todo, porque acabas por concentrarte en lo que estás haciendo y ya está. Supongo que todo es porque te vas acostumbrando.

Desde el principio

TL: ¿Recuerdas ese primer día en el que te sentiste periodista de verdad?
VV: Quizá no un día concreto, pero supongo que ese sentimiento lo tuve el primer día que publiqué algo. Estaba en segundo o tercero en la Facultad. Con mucha timidez propuse hacer un reportaje, lo hicimos entre tres y lo conseguimos publicar. Yo creo que esa fue la primera vez que me sentí periodista.

TL: ¿Y ese momento de ver tu nombre en una pantalla por primera vez?
VV: Más que en la pantalla, en ese reportaje tal vez. Se combinaron el sentimiento de “¡lo he conseguido!” con el de “espero que no sea el último”. (risas)

TL: ¿Te reconoces en aquel incipiente periodista?
VV: En la pasión vocacional sí. Han pasado 30 años y también he evolucionado, pero lo bueno es seguir aquí. Cuando eres tan joven, las dudas que tienes son saber si vas a prosperar en esta profesión o en cualquier otra que hayas elegido. Yo estudié Periodismo porque tenía plena vocación, pero con la duda de si iba a llegar a algo. Cuando me quedaba un año o año y medio de carrera, tuve un momento de cierta desesperanza y de que aquello no iba a poder prosperar mucho.

TL: Eso nos ha pasado a todos en esta profesión…
VV: No veía una salida clara para poder encontrar trabajo y me presenté a unas pruebas para el aeropuerto, que se hicieron en una compañía. Lo mejor que me pudo pasar es que no me cogieran porque, de haberme aceptado, mi vida hoy no estaría ligada al periodismo.

TL: Y ya no te imaginas haciendo otra cosa.
VVNo quiero imaginarme haciendo otra cosa. Supongo que si me viera en esa circunstancia, lo haría. Pero prefiero pensar que puedo continuar trabajando en esto por mucho más tiempo.

Rigurosidad ante todo

TL: En informativos creemos que todo está inventado. ¿Qué te hace diferente para que la gente te elija a ti?
VV: Hay algo que no está nunca terminado de inventar que es la aplicación de las nuevas tecnologías a la información. Conforme pasan los años, van apareciendo nuevas cosas que puedes aplicar en televisión de manera específica. Desde el punto de vista del relato, sí que es verdad que cambian un poco las costumbres. Si vemos un informativo de hace 20 años y uno de ahora, aunque está todo inventado, no se parecen en casi nada. Ni en el ritmo ni en la forma de contar las cosas. Siempre quedan cosas por inventar. Más allá de eso, lo que diferencia a unos de otros es la manera personal de contar las noticias y qué aporta cada cual en su forma de hacerlo. Yo siempre he tenido la idea de que un periodista no es solo un contador de noticias sin más, sino que también tenemos que aportar un punto de análisis en aquello que hacemos y poner las noticias en una perspectiva de manera que se entienda qué es lo que ha pasado, por qué ha ocurrido y qué consecuencias tiene. No todos los compañeros creen que debe ser así, yo sí lo creo.

TL: Entiendo, entonces, que cuentas las noticias de la manera que te gustaría a ti escucharlas…
VV: En buena medida sí porque, haciéndolo así, aportas un extra que la gente espera y agradece.

TL: ¿Ha habido algún momento en el que te hayas “roto” en pantalla, que no hayas podido continuar?
VV: Bueno, no que no haya podido acabar de contar la noticia, pero sí que haya estado muy muy cerca. Por suerte, terminó la conexión antes de que me acabara de romper. Fue el 11M. Me pilló muy de cerca personalmente porque yo vivía al lado de las vías, en la calle Tellez, que fue donde estalló uno de los trenes. Escuché las explosiones desde mi casa. Desde mis ventanas no se veía la vía, porque justo daban al lado contrario, pero desde las ventanas del vecino sí escuché las explosiones y, desde esa casa, estuve contando por teléfono todo lo que veía en directo. Fue un momento difícil, en el que costó mucho mantener la serenidad, pero que tuve que hacerlo para ser lo más objetivo posible y limitarme a contar lo que veía.

TL: Un máster de autocontrol, sin duda.
VV: Es parte de nuestra profesión también. Es difícil para nosotros, pero también para el personal médico, los conductores de las ambulancias, los policías que llegaron allí los primeros… Sin duda, su trabajo es mucho más complicado que el nuestro. El trabajo periodístico alguna importancia tiene, pero los importantes son los médicos, los policías, los psicólogos. Ellos lo son de verdad.

TL: Pongo un poco de esperanza en mi pregunta: ¿Cuál es esa noticia que suspiras con poder dar algún día?
VV: Viviendo en el país en el que vivimos, la noticia más maravillosa que podríamos dar los periodistas sería empezar un informativo diciendo: “Buenas noches, hoy podemos decirles que se ha terminado el paro en España, que todo aquel que quiera trabajar ¡tiene trabajo!”. A mí me encantaría poder decir eso alguna vez, pero me da la sensación de que no podré decirlo nunca.

¿Rebelarse de vez en cuando?

TL: ¿Cuál es esa orden que detestas escuchar por el pinganillo?
VV: (risas) Una que es bastante habitual. Estar contando en directo una noticia importante y que te digan “en 30 segundos tenemos que cerrar”. Y tú ser consciente de que es interesante lo que estás explicando y que tienes que cortar.

TL: ¿Alguna vez te has rebelado?
VV: Normalmente haces caso pero, en ocasiones, estiras un poquito, aguantas un poco más porque está pasando algo muy interesante en ese momento. Eso de irte dos o tres minutos más tarde de lo que debías, sí ha pasado.

TL: ¿Con el consiguiente toque de atención?
VV: No siempre. Te lo recuerdan (risas) pero, cuando lo haces, es por un buen motivo y, quien te lo dice, también sabe que no era por capricho.

TL: Cuando uno alcanza tu status profesional, teniendo que moderar debates políticos trascendentales, ¿se reciben presiones?
VV: Yo he tenido dos debates importantes, en 2015 y 2016, y las negociaciones que tuvimos fueron entre periodistas. Yo no tuve ninguna presión por parte de políticos. Solo hubo una sugerencia, en el segundo debate, para que pusiéramos en común, antes del mismo, las preguntas de los periodistas que íbamos a participar. Yo dije que era mejor que cada uno llevase las suyas sin tener que compartirlas con nadie. Se acordó que eso fuera así y no se pusieron en común. Hubo más presiones en debates anteriores, en los que los políticos se ponían muy pesados, a veces, con muchas tonterías: que si la mesa tenía que tener 5cm más o menos, el color del fondo… Detalles que para ellos eran muy importantes y que yo considero que son menores.

TL: Imagínate que le pides una entrevista a Trump y te la concede. Solo te pone una condición: que le pases las preguntas que le vas a hacer…
VV: Seguramente he hecho miles de entrevistas porque, durante casi 10 años, hacía un programa diario a un ritmo de dos o tres entrevistas diarias. Solamente una vez, alguien no me dijo que le diera las preguntas como tal, sino que no le preguntara por una cosa concreta. Y la entrevista no se hizo porque yo no aceptaba eso. Jamás le he pasado las preguntas a nadie, es una condición inaceptable. Sea Trump o quien sea. Ni eso ni citar una fuente. Al hacerlo, acabas con tu trabajo. Las fuentes son sagradas.

Fuera de cámara

TL: ¿Cómo es el Vicente escritor?
VV: (risas) Es apasionado con la tarea con la que se pone. A veces se agobia con la intensidad que tiene que poner en ello, porque aunque tienes un plazo largo de tiempo para escribir el libro, al final siempre vas apurado para terminarlo. Y más allá de eso, que tiene cierta importancia, lo que más me pesa es la obsesión por la precisión en los datos. En eso soy muy obsesivo.

TL: ¿De dónde sacas el tiempo para llegar a todo?
VVRobándolo mucho del ocio y también de la familia. Al final acabas madrugando mucho por las mañanas, a veces trasnochando después del trabajo… Todo depende de cómo te vaya. Hay veces que te sientas a escribir y no te notas fluido. Y hay días que es justo lo contrario. He escrito mucho por la mañana, antes de venir a trabajar, y arranco leyendo lo último que he escrito, revisando algún dato. Me ha pasado que cuando llevaba una hora y media escribiendo y era el mejor momento para seguir, he tenido que cortar para venir a la tele. Eso me interrumpía mucho la fluidez. Cuando tengo claro lo que quiero escribir, suelo hacerlo muy rápido y avanzo a buen ritmo. Siempre he sido muy disciplinado para escribir, pero no todo depende de eso.

Desde casa…

TL: Te has dado cuenta, entonces, de lo difícil que es conciliar…
VV: Ya me había dado cuenta antes. Esto tiene mucho que ver con los horarios de trabajo y yo lo he hecho en todos los posibles. Desde el punto de vista familiar, el mejor horario es el que te permite quedarte libre al mediodía pero, por desgracia, los he tenido poco tiempo.

TL: ¿Cómo llevas la competencia en casa? (Su mujer, Ángeles Blanco, trabaja en Informativos T5 y en marzo también publica libro, ‘Los dos viajes de Evita’)
VV: La llevamos bien. Es una curiosidad de la que nos reímos habitualmente. A veces coincide que presenta su informativo a la misma hora que lo hago yo, pero la competencia no pasa de ahí.

TL: ¿Eres de los que lleva el trabajo a casa o lo dejas en el plató?
VV: Sí y no, depende. Por la circunstancia de que trabajamos en la misma profesión y además en el mismo medio, en casa a menudo comentamos las cosas a posteriori. A priori no (risas). Estos meses atrás, como los dos estábamos escribiendo nuestro libro, era fácil vernos a cada uno, en el mismo espacio, con nuestro ordenador trabajando. Todo con absoluta normalidad.

Una mirada al pasado

TL: ¿De cine cómo andamos?
VV: Siempre me ha gustado muchísimo. Antes de que naciera el pequeño de nuestros hijos, íbamos todas las semanas. Ahora ya no es tan fácil. Recuerdo de niño ‘El guateque’, la película que más me ha hecho reír. Luego ‘La gran evasión’, la he visto tropecientas veces y me sigue entusiasmando. Y dos de mis películas favoritas son ‘Las amistades peligrosas’ y ‘Amadeus’. Por deformación profesional, desde joven, veo repetidas veces ‘Todos los hombres del presidente’ y cuando doy charlas a estudiantes de periodismo les digo que la vean varias veces porque, en cada una de ellas, descubres cosas de las que no te habías percatado la vez anterior. Esta película es una carrera de Periodismo resumida en dos horas de cine.

TL: ¿Dónde encuentras el ocio, sobre todo cuando tienes tan poco tiempo para disfrutarlo?
VV: En el cine, por supuesto. Me gusta mucho la música. De niño estuve varios años en el conservatorio estudiando piano y también toco la guitarra un poquito. El año pasado me regalaron un piano eléctrico y lo he retomado. Estoy volviendo a ver que los dedos se mueven en el teclado. (risas)

TL: Ese niño del conservatorio, ¿se reconocería en el hombre que hoy eres?
VV: Seguramente sí, sobre todo en lo que se refiere a la profesión porque siempre quise ser periodista y pude dedicarme a ello. Mi sueño era esto, ser periodista. No soñaba más alto.

*Localización: Atresmedia TV.  *Próxima semana: Toni Cantó.

Amalia Enríquez

De Pontevedra al mundo. Periodista donde me dejan y llaman. CEO and Founder #RedCarpetFilms redcarpetfilms.es Miembro de la AICE, Premios Feroz, Academia de Cine y Academia de TV.

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