Llevábamos tiempo sin vernos, aunque las redes sociales nos ayudan a no distanciarnos. Sin embargo, en apenas un mes, Antonio de la Torre y yo charlamos en dos ocasiones. Primero en Venecia, donde presentó ‘La noche de 12 años’ y recibió ¡25 minutos de aplausos! Y, después, en San Sebastián donde estrenó ‘El reino’, una de las películas más esperadas del año y que fue recibida con una cerrada y larga ovación. En ambas ocasiones seguí reconociendo al actor de inmenso talento al que la vanidad ni le roza…
The Luxonomist: Nuestro sino es encontrarnos, casi siempre, en Venecia. Y no es mal lugar…
Antonio de la Torre: ¡Cómo que malo, es maravilloso! Sin embargo, cada vez que estoy aquí y me veo rodeado de todas esas estrellas internacionales, me siento muy poquita cosa (risas).
TL: ¿Dónde está el vaso medio lleno, Antonio? No me digas que no ves el lado positivo de esta aventura…
Antonio de la Torre: ¡Claro que lo veo y me siento un privilegiado! Pero no puedes olvidar la diferencia que hay entre cómo es la industria del cine en cada lugar. Sin embargo, la presencia es importante, es esencial. Si no logras exportar tu cinematografía… ¡mal asunto! Todo ser humano que quiere contar algo aspira a que le escuchen.
TL: Así que, aun con esas limitaciones obvias, estás contento en los festivales internacionales…
Antonio de la Torre: ¡Claro! Cuando me dijeron que ‘La noche de 12 años’ se presentaría en Venecia me hizo muchísima ilusión. Veníamos a la segunda sección del Festival, así que era todo un privilegio.
TL: ¿Conocías ya la historia?
Antonio de la Torre: ¿Te digo la verdad? Hasta que me reuní con el productor y me habló de los tupamaros, nunca había escuchado nada sobre el tema. No era consciente, en ese momento, de todo lo que luego fui conociendo. Me cuenta quiénes eran los tupamaros, lo que hacían, qué tipo de acciones llevaban a cabo y me fui metiendo en la historia. Luego cuando me explica lo que vivieron en esas celdas de aislamiento durante doce años, me pareció todo tan fascinante y tan romántico al mismo tiempo, que no me pude negar.
TL: Esa aventura te llevó a conocer a José Mujica, el que fue presidente de Uruguay, al que tú dabas vida en la película…
Antonio de la Torre: Sí, y eso ha sido un auténtico regalo. Tuve largas conversaciones con él en las que me contaba todo lo que hacían antes de que lo encarcelaran y aislaran. Y para mí eran acciones entendibles. Era gente muy idealista que realmente quería cambiar el mundo. Lo curioso de todo es que, al principio de las tomas de contacto, yo no sabía el personaje que iba a hacer.
TL: El que haya sido un hecho real… ¿Es un plus en la emoción y el compromiso?
Antonio de la Torre: Buena pregunta, porque no me lo he planteado ¡fíjate! Supongo que da más vértigo porque supone acercarte a unas personas que están ahí, que pueden valorar lo que haces. Conlleva menos presión que crear un personaje de ficción pero, por otro lado, te reconozco que a mí me pone mucho el hacer algo así, que sea real. Tal vez es porque llevo un periodista dentro, pero me gusta contar historias y hacerlo de esta manera es más motivante.
TL: ¿Qué te dijo Mujica cuando vio tu recreación?
AT: Me mandó un vídeo en Navidad que me emocionó y me hizo llorar. Me dio las gracias y decía algo así como “qué bueno que lo hicieron porque todavía estamos acá. Gracias en nombre de tantos y tantos…”. Cuando le dijeron que iba a ser yo quien le interpretara, simplemente dijo: “Bueno, alguno tenía que hacerlo” (risas). Es un hombre muy especial realmente. Me dijo una frase, cuando hablamos de cómo pudo superar todo ese cautiverio alejado de todo contacto humano, que se me ha quedado clavada: “De las peores penas se puede hacer mieles”. Es todo cuestión de actitud, ya ves. Es un personaje muy inspirador, de verdad.
TL: 25 minutos de aplausos en la presentación de la película en Venecia…
AT: Fue muy emocionante, mucho. Y lo más bonito de todo fue cuando un grupo del público, imagino que deberían ser uruguayos, empezaron a gritar: “El pueblo unido, jamás será vencido”.
TL: Especial es también ‘El reino’. Como no tenías suficiente con lo que estamos viviendo, te metes de lleno en una historia de traiciones en la amistad y la corrupción política…
AT: Creo que es una película que había que hacer. Yo me he reunido de manera privada y confidencial con algún político involucrado en causas de corrupción, que me ha dado su punto de vista y su visión de las cosas. También lo han hecho miembros de la judicatura y de otras instancias. ‘El reino’ no es una película que habla de políticos, habla de una sociedad corrupta. Me parece cruel esa frase de “tenemos los políticos que nos merecemos”, pero sí creo en la capacidad adulta del ser humano para tomar las riendas de su vida. Cumplir años te enseña a darte cuenta de que los buenos no son tan buenos y los malos son tan malos. He comprendido que todo el mundo tiene una razón para hacer algo. Las cosas tienen una explicación, no una justificación.
TL: Es un largo debate, sin duda. Estas dos películas te han cambiado un poco la percepción de las cosas. ¿Qué sientes que necesitas ahora para vivir, por ejemplo?
AT: He aprendido que hay que vivir la vida en cada momento, en cada segundo. Todo es efímero e imprevisible, lo que tienes ahora puedes perderlo en nada, por eso hay que exprimir la vida y disfrutarla con los tuyos como si no hubiera un mañana.
TL: ¿Nos hemos perdido un gran periodista?
AT: No lo creo (risas). Tengo que decirte, sin embargo, que hay momentos en los que lo echo de menos. Me gustan mucho el periodismo y la información, pero ya sabes que no se puede estar en misa y repicando.
TL: Tienes la sensación de que no te has equivocado al pedir la excedencia para concentrarte en la interpretación…
AT: En ningún momento me he arrepentido. Siempre me gustó este mundo. Desde niño ya formaba parte de una compañía de teatro, siempre tuve ese “come come” dentro. Nunca perdí esa referencia. Con mi primo hablábamos de lo chulo que sería ser actor. Desde ese momento… hasta hoy. Cuando estábamos en el Actor´s currando, que yo ya había puesto “el huevo” en Canal Sur. Era fijo y yo sabía que ahí tenía un futuro, por eso no quería dejar de intentar lo de la interpretación…
TL: Si no funcionaba, te volvías a la tele. La verdad es que eso era una garantía…
AT: Claro, pero cuando empecé las clases con Cristina Rota en Madrid, vi que eso me gustaba, pero que no era fácil. Te lo cuento así, a grandes rasgos, porque todo fue mucho más largo.
TL: ¿No hubo momentos de desánimo?
AT: ¡Claro! De hecho en el 90 me volví a Canal Sur. En Madrid no estaba dispuesto a permanecer a cambio de que una productora me diera una frase. Empecé a sentir angustia, no le veía salida y comencé a tener una inseguridad que no me gustaba. Con el tiempo te das cuenta de que hay que pasar por esas etapas porque son las que enseñan a valorar lo que luego consigues.
TL: ¿Cuál fue el punto de inflexión?
AT: Hubo muchos pasitos que me animaban, pero yo creo que fue Daniel Sánchez Arévalo y Luis San Narciso, ellos me abrieron muy buenas puertas. Me convirtieron en un buen actor.
TL: ¿Qué queda del Antonio de esa época en el de hoy?
AT: Sigo manteniendo mucha ilusión por trabajar. Intento no acomodarme y lucho por seguir creciendo, haciendo papeles diferentes que me posibiliten matices distintos en la interpretación.
TL: ¿Eso es lo que te hace diferente para que te sigan llamando?
AT: ¡Qué pregunta me haces! (risas) No sé si soy yo quien debe responder a eso. Quiero pensar que puedo llegar a ser muy versátil y saber pasar de la comedia al drama con nota. También te digo que he tenido suerte al acertar con los personajes que me han ofrecido y me he arriesgado. Cuando hice ‘Azul oscuro casi negro’, sabía que Daniel Sánchez Arévalo era talentoso, que haría algo muy digno y que tendría ante sí una larga carrera, pero no imaginaba que esa iba a ser la película del año y que me iba a dar tantas alegrías, entre ellas, el Goya.
TL: ¿Dónde lo tienes guardado?
AT: En el salón de casa… ¡Para que lo vea todo el mundo! (risas)
TL: ¿Te recuerdas un niño feliz, Antonio?
AT: Más o menos sí. Me gustaba el cine, al que iba con mi madre a las sesiones dobles de un cine que teníamos en el barrio. Recuerdo perfectamente ‘Ben Hur’, pero la que tengo muy presente y de manera muy entrañable, en una sesión matinal, es ‘Charlie y la fábrica de chocolate’, pero la clásica, no la de Johnny Depp.
TL: En la travesía de la vida… ¿Cuáles están inamovibles en tu “fondo de armario” imprescindibles?
AT: Una que vi con 25 años y que me resulta muy tierna por su banda sonora, ‘El gran azul’ de Luc Besson. Y otra que a mi juicio es modélica por la interpretación de los actores es ‘Los santos inocentes’.
TL: ¿Ninguna tuya?
AT: Me gusta el cine que he hecho, pero me produce pudor ponértelo de ejemplo. Si estamos aquí y ponen una peli mía en la televisión, te hago cambiar de canal. Hace quince años te habría preguntado qué te parecía, pero ahora sí que mi actitud es otra. Hace años tenía una necesidad constante de reafirmación y de que me aplaudieran. Ahora ya no, me conozco mucho mejor y me asumo.
TL: Y me da que, de paso, eres tu peor crítico…
AT: También he aprendido a gestionar eso y, sobre todo, a confiar en mí y reconocer, modestia a un lado, que igual no lo hago tan mal.
TL: ¿Y de vanidad cómo andamos?
AT: La manejo. A José Mujica le pregunté por eso y me respondió con un poema de Atahualpa Yupanqui (risas). Hay que saber desenvolverse en el mundo del halago, del ego y, por supuesto, de la crítica.
TL: ¿Has dejado de hacer alguna cosa por miedo a ser reconocido?
AT: Bueno, ya no robo libros en El Corte Inglés.
TL: ¿Cómo? ¿Me estás vacilando?
AT: No, te lo digo en serio. Alguna vez lo he hecho, pero no de forma masiva. Era la época de la universidad y el delito ya ha prescrito (risas). Nunca me pillaron, como tampoco en el supermercado cuando nos llevábamos las salchichas. Son chiquillerías. Con el tiempo maduras y ahora cuando recuerdo eso, pienso en quién las está vendiendo y en la pérdida que le ocasiono o, si me llevo un libro sin pagar, le afecta a los derechos de autor de ese escritor. ¡Yo que sé! Ahora veo las cosas desde otro punto de vista.
TL: ¿Aceptarías ser ministro de Cultura?
AT: Nooo y, después de lo que te he confesado, menos. No podría serlo (risas)
TL: ¿Qué pensaría ese niño travieso, que soñaba con ser actor, del hombre en que te has convertido?
AT: Yo creo que estaría orgulloso ¡fíjate! Y fliparía mucho porque yo era muy acomplejado.
*Localización: Hotel Excelsior (Lido/Venecia). *Próxima semana: Dani de la Torre.
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