#CloseTo Roberto Torretta: «Me siento español por todos lados, solo me delata el acento»

Aún no se cree el reconocimiento que tiene su trabajo desde hace años y se muestra tan nervioso como el primer día ante un nuevo desfile.

Amalia Enríquez. 19/06/2018

No le gustan los selfies y tampoco se encuentra cómodo hablando de la próxima boda de su hijo, porque entiende que ese es un tema de los novios. Roberto Torretta se confiesa inquieto ante su desfile del próximo 9 de julio en la Mercedes Benz Fashion Week Madrid. Aunque tiene la sensación del trabajo bien hecho, la incertidumbre ante la reacción del público le mantiene en vilo. Se confiesa ansioso, amante del campo y abuelo feliz de su recién nacida nieta…

The Luxonomist: ¿Ante qué Roberto me encuentro en este momento?
Roberto Torretta: Aunque parezca mentira a estas alturas de mi vida, estás ante un Roberto muy nervioso. Han adelantado la pasarela un mes y eso me ha alterado todo.

TL: El cosquilleo del estómago nunca nos debe faltar…
RT: Cierto, pero no tanto. Se supone que con mi edad y mi experiencia, esto tenía que ser mucho más llevadero. Siempre he sido nervioso pero esta vez me está costando ubicarme mentalmente a ese adelanto.

TL: Es decir, que no duermes por las noches…
RT: ¿Se nota? (risas). No duermo muy bien, pero sé que luego compensará y recuperaré el sueño perdido.

TL: Por lo menos tendrás la sensación de “dar la talla” con tu colección…
RT: Eso sí. La última temporada no desfilamos porque queríamos reestructurar la empresa, así que teníamos que hacer ahora una colección en condiciones. Hemos elegido, tanto en modelos como en tejidos, un mundo nuevo al que no estábamos muy acostumbrados. 

«Aunque parezca mentira a estas alturas de mi vida, estás ante un Roberto muy nervioso»(Foto: Alejandro Cabrera)

TL: El momento de reinventarse…
RT: Hay que evolucionar y arriesgarse porque, hoy en día, todo cambia a una velocidad de vértigo que te exige probar cosas nuevas. Teníamos que meternos a investigar en siluetas nuevas, tejidos diferentes, estampados…

TL: ¿Ha merecido la pena?
RT: Sí, aunque te reconozco que estaba desesperado hasta ayer. Hicimos un ensayo general y me relajó comprobar que todo encaja. Es muy fácil encajar tejidos lisos, pero hacerlo con estampados o cuadros es mucho más complejo. Me ha tranquilizado bastante ver que el resultado es buenísimo.

TL: ¿Cuándo te das cuenta de que te puedes ganar la vida diseñando?
RT: Fue todo por casualidad, como suele ocurrir con algunas cosas determinantes de la vida. Llegué a España desde Buenos Aires en el año 74 y, a los dos años, Carmen -mi mujer hoy- abrió una tienda en la calle Almirante de Madrid, que todavía existe. Eso es una maravilla porque superar las diferentes etapas que ha tenido que vivir, como la movida madrileña, los cambios de estética y las crisis, es una proeza. Ella supo adaptarse a todos los cambios y ahí está. Ese lugar se convirtió en el centro de operaciones y es donde empezamos a vislumbrar la posibilidad de hacer una marca de ropa. En los años 80 empezamos con un solo tejido, que era el algodón. Lo quitamos del momento jogging y lo llevamos al concepto moda.

TL: Y del algodón a Cibeles, ¿cómo ha sido la travesía?
RT: Han pasado muchísimas cosas y tengo que reconocerte que he tenido siempre una gran suerte. Creo que, al margen de haber hecho las cosas medianamente bien, el factor suerte ha influido mucho.

TL: Estar en el momento oportuno en la estación adecuada…
RT: Creo en la causalidad, en ese autobús que pasa, lo coges o lo dejas pasar. Yo he tomado todos los buses en el timing correcto. No sé si eso es casualidad o algo que he hecho bueno por intuición. No sé cómo llamarlo, pero a mí me ha puesto donde estoy.

«Carmen lo es todo. Cuando tú tienes un soporte a nivel personal tan sólido como el de ella, que es una roca, tú puedes arriesgarte»

TL: ¿Hay mucho del Roberto del 74 en el de hoy?
RT: Está el mismo Roberto, pero ha cambiado todo. Yo llegué a una España en blanco y negro. Venía de un Buenos Aires pletórico. Me llamó la atención el llegar a una ciudad muy grande, pero en blanco y negro. Como el NoDo, más o menos. Y tuve la suerte de vivir toda la evolución de este país, lo que es una maravilla. Presenciar de esa oscuridad a hoy ¡es un privilegio! Yo he sobrevivido empresarialmente. He pasado desde crisis tremendas a tener que reinventarme y evolucionar. A nivel personal, tengo una familia estupenda que me compensa todo.

TL: ¿Nunca tuviste ganas de volver?
RT: Sí, al principio sí. Es algo que nos pasa siempre a los inmigrantes, que tenemos la sensación de que estamos de paso en el nuevo país. Ahora soy español por nacionalidad y me siento español por todos lados, solo me delata el acento.

TL: ¿Fue un disgusto en tu casa la decisión de volar?
RT: Yo les dije que venía a España y que me volvía a Buenos Aires. Mi idea era dar una vuelta por Europa, pero me quedé. Fueron años maravillosos, cada uno con su etapa, y privilegiados.

TL: ¿Asusta que la creatividad pueda tener límite?
RT: Yo trabajo con un gran equipo de diseño, no estoy solo en esta aventura aunque sea la cara visible. Ellos son muy buenos. Vamos teniendo ideas, las desarrollamos, vemos opciones de que sean comerciales, a precios razonables, con patrones no muy complicados. Lo que sí es cierto es que nos podemos equivocar en elegir mal el hilo conductor de una colección.

El diseñador en un histórico desfile a finales de los noventa

TL: ¿Ha ocurrido?
RT: Ha habido momentos en los que he querido salir de mi estética, me he encontrado un poco perdido y he fallado. A mí me gusta mi estética de siempre, por supuesto evolucionada, pero no debo salirme de la mujer elegante, femenina, ciertamente sofisticada. Eso es lo que me va. Cambiar eso no me ha dado buenos resultados.

TL: ¿Te sientes reconocido y en el lugar que crees que mereces?
RT: Sí, incluso más. Mira a nuestro alrededor, aquí tienes muchos de los premios que me han concedido. Que haya gente que piense en ti y que considere que lo que has hecho es motivo de reconocimiento, es el mejor regalo. Cuando me dieron el de mi trayectoria, pensé que ya me estaban retirando (risas). Es agradable, halagador y gratificante que tu trabajo merezca un reconocimiento. El lugar que yo ocupo ahora está muy por encima de lo que pensé que podía llegar.

TL: ¿Qué es lo malo de la fama?
RT: Sin duda alguna, es creértelo. Luego está el factor prensa. Yo leo muy poco las críticas, porque es una manera de evitar creerte lo bueno y que te haga daño lo malo. Siempre tiene que haber un término medio, que no siempre reflejan.

TL: ¿Cómo gestionas el halago y esa inevitable crítica?
RT: Yo no puedo quejarme del trato que recibo, creo que es buenísimo. Me siento muy bien tratado, tal vez porque el recorrido que hemos hecho es honesto y coherente.

«El lugar que yo ocupo ahora está muy por encima de lo que pensé que podía llegar»

TL: ¿Ha habido renuncias?
RT: Sí. He aceptado las propuestas de los jóvenes de mi equipo y he aprendido a delegar, que es algo muy difícil. Antes no podía, la decisión final era mía y ahora intento que no lo sea. Es una manera de dar oportunidad a otra gente. Yo soy el responsable de elegir a mi equipo y, si es bueno, sabrá tomar decisiones correctas.

TL: ¿El estado de ánimo se refleja en una colección?
RT: Muchísimo. Yo recuerdo una colección, cuando murió mi madre, que fue triste. La veo ahora y lo noto perfectamente. Estaba tan roto y tan sensible que lo que transmití fue eso. En los momentos buenos y felices como el de ahora, la colección es colorista, alegre, arriesgada…

TL: ¿Qué influencia ha tenido Carmen, tu mujer, en el desarrollo del imperio Torretta?
RT: Carmen lo es todo. Cuando tienes un soporte a nivel personal tan sólido como el de ella, que es una roca, tú puedes arriesgarte. Comercialmente nunca he conocido a nadie tan efectivo como ella. Es menos creativa, pero mucho más empresarial. Somos los complementos perfectos.

TL: ¿Cómo es un domingo perfecto para vosotros?
RT: Es un buen día. Soy de los que me levanto antes que Carmen y le preparo el desayuno, charlamos un rato, leemos con calma las noticias y me escapo a jugar al golf, que me encanta. Piensa que trabajamos juntos y necesitamos nuestros espacios. Hemos aprendido, con los años, a hablar cada vez menos de trabajo en casa.

«Recuerdo perfectamente el día que me llevaron a ver “La violetera” y me quedé prendado de Sara Montiel»

TL: Si vuelves la vista atrás, ¿te recuerdas un niño feliz?
RT: Sí, porque también en esa etapa de mi vida, he tenido mucha suerte. Viví la época de bonanza de Buenos Aires y recuerdo mucha felicidad en esos años.

TL: ¿Te reconoces en la ciudad que hoy es?
RT: No. Yo voy ahora a Buenos Aires y quiero salir corriendo. Voy, hago mis historias, veo a mi gente y me vuelvo. Ya no podría vivir allí. Quiero quedarme con los recuerdos buenos, pero alejado de la nostalgia.

TL: Ese niño feliz, ¿iba al cine?
RT: Sí. Recuerdo perfectamente el día que me llevaron a ver ‘La violetera’ y me quedé prendado de Sara Montiel. A esa edad me di cuenta de que esa señora estaba estupenda (risas). No entendía nada de lo que trataba la película, pero estaba fascinando con ella, era un cañón.

TL: ¿Ese pequeño estaría orgulloso del Roberto de hoy?
RT: La gente sueña y planifica. Yo nunca había valorado la opción del diseño en mi vida. Siempre fui creativo y era el más sensible de los hermanos. Ese niño estaría asombrado de lo logrado, pienso que estaría orgulloso y encantado porque, al margen de lo conseguido, creo que soy buena persona y eso es lo que diferencia a unas personas de otras. Me preocupo mucho de cultivar a la persona que hay detrás del profesional.

*Localización: Showroom Roberto Torretta. *Próxima semana: Boris Izaguirre. 

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