ENTREVISTAS

#CloseTo Jaime de los Santos: “Me fascinan El Prado, ‘Las Meninas’ y ‘La Condesa de Chinchón'”

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Nos conocemos desde hace unos cuantos años. Siempre le digo que, en aquella etapa, él me llamaba para cubrir eventos y hoy soy yo quien levanta el teléfono para pedirle entrevistas. Lo mejor que tiene Jaime de los Santos es que conserva como el primer día la cercanía, naturalidad y pasión por lo que hace. Igual que antes. Es feliz en la política como Consejero de Cultura, Turismo, Juventud y Deportes de la Comunidad de Madrid, pero también lo sería en cualquier otra actividad que tuviera relación con la cultura. Si algún día se pierde, estoy convencida de que lo encontraría en un teatro o en alguna de las salas del Museo del Prado, lugar que se conoce de memoria.

The Luxonomist: Las vueltas que da la vida y aquí estamos.
Jaime de los Santos: Dieciocho años después y feliz de seguir viéndonos.

TL: ¡Quién te lo iba a decir a ti!
Nadie. Ésta es una nueva etapa, maravillosa y enriquecedora, pero mi vida siempre ha tenido actos casuales. Cuando terminé la carrera, por uno de esos golpes de azar, me puse a trabajar en la cadena SER con José Luis Arriaza, un tipo adorable con el que aprendí muchísimo. En esa época Lola Carretero hablaba de moda en el programa de Gabilondo y José Luis me pidió que hablase de cultura y que, de vez en cuando, contase algo de moda. Y ese fue mi enganche con ese mundo.

TL: Y ahí entra la agencia ‘Réplica’ en tu vida…
Efectivamente. Eric Yerno me propone ser el jefe de prensa de la agencia de comunicación donde estuve ¡seis años!

TL: ¿Echas de menos esa etapa?
No. La recuerdo con mucha alegría y buen rollo, pero no. Estoy encantado donde me encuentro ahora.

TL: No te imaginaba nunca en política…
Bueno, si te soy sincero, yo tampoco. Sí es verdad que la cultura es algo que siempre me ha apasionado. Estudié Historia del Arte absolutamente convencido y con la vocación muy clara. Siempre fui un creyente absoluto de la cultura. Mi madre me apuntó con diez años a teatro y estuve hasta los 17, toda mi adolescencia, yendo a esas clases. El teatro me salvó la vida porque, en un momento en que mi adolescencia fue más complicada que la de mis hermanas, vino a ofrecerme un espacio en el que ser simplemente yo.

Encontró refugio en el teatro siendo muy jovencito

Más que pasión por el teatro

TL: Las madres siempre adelantándose…
Siempre he dicho que la inteligencia de mi madre fue ver que a su cuarto hijo, algo le pasaba en su manera de enfrentarse al mundo. Ella consideró que en la cultura iba a encontrar herramientas.

TL: ¡Lo que no sepan ellas!
Sin duda. Yo creo que no hay que enfrentarse a los temas de manera literal, sino que hay que buscar espacios y herramientas para ponerles solución. Para mí el teatro fue un lugar maravilloso en el que descubrí un mundo que me cambió.

TL: ¿Era una manera de refugiarte?
En cierta medida, el teatro era un refugio o un lugar en el que encontraba el descanso para poder ser yo mismo. Descubrí que Lorca era algo más de lo que te enseñaban en el colegio porque, en el teatro, te obligaban a descubrir qué había detrás de los diálogos.

TL: Si tu propuesta política no estuviera ligada a la cultura, ¿igual no estarías ahora aquí?
No lo sé. Cuando Cristina Cifuentes me llamó, nos conocíamos muy poco. En esa llamada yo pensé que había una simple colaboración para que le hiciera discursos, porque me encanta escribir. En esa reunión me preguntó qué haría con la cultura en Madrid y le dije todo lo que se me pasó por la cabeza, algunas cosas incluso sin ningún tipo de filtro. Tres horas después, me llamó y me dijo que me llevaba en el siguiente Gobierno de la Comunidad como director general de Promoción Cultural.

TL: ¿Y?
Aluciné. Le dije que si estaba segura y me dijo que “completamente”. En ese momento, yo estaba en el gabinete del presidente y le pedí que me diera un tiempo para hablar con Rajoy y son su mujer, porque necesitaba saber que a ellos les parecía bien. Me dijeron que para todo lo que fuera crecimiento y mejorar mi carrera profesional, no solo me daban vía libre, sino que me apoyaban. Como así ha sido durante todos estos años.

TL: ¿Nunca pensaste dónde te metías? Las censuras en RRSS son rápidas…
Cuando tomé posesión, sí hubo un momento de decir “¡esto es muy serio!”. No te das cuenta de que con el “sí” adquieres una perspectiva pública que cambia las cosas. Las críticas surgieron en una etapa inicial, sobre todo cuando me llamaron ‘el estilista de la mujer de Rajoy’, algo que nunca fui. Me di cuenta de que, de haber ejercido como tal, habría sido un demérito. Y eso me sorprendió negativamente, porque la crítica venía de un partido como Podemos, que es la nueva política y que, supuestamente, da voz a los ciudadanos de forma horizontal, a todos. Esa censura me pareció injusta.

TL: ¿Cerraste muchas bocas?
Fíjate, esto no se lo he contado a nadie. Yo soy como soy, lo que no sé si es bueno, malo o regular. Algunas críticas, por ser de esta manera, me “sirvieron de” o “me obligaron a” tener muy claro que debía dar la vida por demostrar lo que soy. También es cierto que el que Cristina confiara en mí de manera tan ciega, me obligaba a estar a la altura de las circunstancias porque Madrid es la capital cultural del sur de Europa. Y esto no es frase de político, sino la realidad. Lo que ella me dio fue una oportunidad única gracias a la que he vivido cosas maravillosas y experiencias que, aún la menos interesante, ha sido super enriquecedora.

TL: ¿Cómo viviste sus episodios?
Con pena, con sorpresa y con la sensación de que eso te coloca un poco en la realidad del mundo en el que vivimos, no solo a nivel político sino en todos los sentidos. Ella es una mujer muy fuerte, extraordinaria y, esté donde esté, va a dar todo de sí y se va a hacer con cualquier situación.

El vaso siempre lleno

TL: ¿El desenlace habría sido el mismo sin la fuerza de las RRSS?
Yo creo que las RRSS son muy buenas, ayudan a que nos comuniquemos, a estar conectados e hiper informados, pero también lo amplifican todo. Lo que no me gusta de ellas es que desde el anonimato facilitan el decir muchas cosas que, en muchos casos, son injustas e incluso dañinas. Hay que ser valiente en la vida y todas las opiniones son válidas, hasta las que duelen, pero el insulto desde el anonimato me molesta. Soy muy cauto en la utilización de la redes, solo las uso para decir cosas buenas, para poner en valor a mis creadores y lo que ocurre en la Comunidad de Madrid. Las cosas malas o las digo poco o me las callo.

TL: ¿Por qué no las dices?
Porque siempre intento dar una vuelta a lo malo. Soy de los del vaso siempre lleno, siempre todo es bien. Te lo digo en serio. Sé que cuando me doy una “castaña”, duele más pero ¡tampoco pasa nada! Algunas incluso dan vidilla” (risas). Soy peleón por naturaleza. Casi siempre estoy entre bien y muy bien y casi todo lo veo entre bien y muy bien.

TL: ¿Te levantas feliz todos los días?
El 99´9 por ciento de los días, sí. Te lo prometo.

TL: ¿Eso es cuestión de actitud o porque eres realmente feliz?
Es porque duermo muy bien, con la conciencia tranquila y soy muy feliz, Amalia. Te lo digo de verdad. Yo me siento muy bien, muy realizado, muy bien rodeado, me siento tranquilo.

TL: En algún momento piensas: “¿Cuando esto se acabe… ¿qué?”
Claro que sí. Cuando eso ocurra, me meteré en mil cosas. Desde ponerme a escribir, que es algo que me fascina y que nunca he llevado a fin porque este trabajo te requiere todas las horas del día, a lo que sea. He trabajado en muchos sitios. Mi primer trabajo fue en Inditex, en una tienda de Zara, y supuso mi primer contacto con la realidad de lo que es trabajar de verdad. Siempre digo que no hay ningún lugar que te enseñe a trabajar más que Inditex. Pienso en el futuro muy en positivo porque mi paso por la política es tan enriquecedor que estoy seguro de que va a ser un buen bagaje para lo que luego toque.

Le encanta visitar el Museo del Prado

Observador, positivo, un tipo normal

TL: ¿Sabrás volver al anonimato?
Sí, sí.. Te lo prometo. Soy consciente de que a mí no me miran tanto y, aún incluso cuando lo hacen, no he dejado de mirar. Sigo siendo el mismo.

TL: ¿Así que sigues retando?
Sí (risas). No soy nada cotilla, pero sí muy observador, muchísimo… y además, observador de los de verdad. No solo miro a las personas, sino también a las ciudades. Eso lo aprendí en la carrera. Sigo descubriendo y sorprendiéndome cuando paseo por Madrid, por ejemplo. Me pasa y estoy enamorado de esta ciudad, por eso estoy tan feliz en este trabajo. Me siento realmente un privilegiado.

TL: Desde que eres personaje público, ¿has dejado de hacer cosas por el “qué dirán”?
Casi no. Y te explico. Soy un tipo de costumbres muy de andar por casa, pero sí es verdad que en alguna ocasión o en alguna circunstancia, he tenido cuidado porque ahora todo el mundo tiene un móvil y te puede grabar. Una locura sin ninguna trascendencia con tu grupo de amigos/as, malintencionadamente colgada en según qué sitio, puede generar un disgusto. Si antes era un poco soso, ahora he redoblado la sosería (risas).

TL: ¿Cómo han aceptado tus amigos que estés en el otro lado?
Con normalidad absoluta. Mis amigos/as de verdad, los de toda la vida, siguen siendo mi grupo de hoy. Al principio, como te puedes imaginar, sorprendidos, al igual que mi familia, que de la noche a la mañana se vieron en la Real Casa de Correos en una toma de posesión viendo jurar a su hijo para un cargo.

TL: Pero ahí también hay orgullo..
Sí, sin duda. Mucho orgullo y te aseguro que más vértigo que el que sentí yo.

Un cargo de responsabilidad

TL: ¿Cómo fue ese momento en el que lo dijiste en casa?
Cuando me llamaron por teléfono para decírmelo, iba camino de Valencia con toda mi familia y no les dije nada. Llegamos al hotel, dejé las cosas, fuimos a cenar, y después de que mi cabeza estuviera organizando todo en ese tiempo, les dije que les quería comentar una cosa. Una de mis hermanas preguntó que si me casaba o iba a adoptar un hijo (risas). Les conté lo del nombramiento y habrían preferido que me casara, porque sería más noticia que el cargo (risas).

TL: ¿Ha cambiado mucho tu vida?
No en lo esencial. Tengo mucho menos tiempo, eso sí, pero en lo demás es todo exactamente igual. Y mis amigos lo entienden.

TL: ¿Discutes con ellos de política?
Igual que antes. Una de mis mejores amigas es de Podemos, concejala de Valdemoro. Casi no discutíamos antes y ahora discutimos menos, te lo prometo. Hay veces que nos pinchamos un poquito, pero no pasamos de ahí. Por respeto, por cariño y porque no salten chispas. Es una chica extraordinaria y en estos veinte años de amistad, nos hemos peleado unas cuantas veces, pero nunca por nada que tuviese que ver con la política. Con todos mis amigos he mantenido siempre una relación muy sana en lo que a política se refiere. Y no todos piensan como yo.

TL: ¿Cómo aceptas que los demás te censuren?
Mejor de lo que me imaginaba ¡fíjate! Todo lo que venga con cariño, buen rollo y respeto. Yo tengo divergentes en mi equipo y me gusta que me digan por aquí no vamos bien, pero nunca hay malos modos. Ni siquiera siempre la última palabra es mía.

TL: ¿Cómo te suena eso de ‘Consejero’?
Aunque no te lo creas, ya me voy acostumbrando, pero al principio no reparaba en que me lo estaban diciendo a mí. Me hace gracia el tratamiento y, como te puedes imaginar, me siento muy orgulloso. Yo soy un tipo normal, de familia numerosa de Arganda del Rey, de padres trabajadores que han tenido que esforzarse mucho para que sus hijos tuviéramos estudios superiores. Tú lo sabes, me he trabajado cada una de mis situaciones laborales, que han sido todas extraordinarias. De repente me veo Consejero y no puedo más que agradecérselo a los dos presidentes, tanto a Cristina Cifuentes como a Ángel Garrido, que han confiado en mí y lo sigue haciendo el presidente actual. Intento estar a la altura de su confianza.

El ocio fuera del despacho

TL: ¿Y la vida que hay más allá del despacho?
La tengo porque este trabajo tiene un componente que te hace vivir mucho fuera del despacho. En mi vida anterior, la cultura ya era mi hobby. Ahora, cuando tengo un rato para mí, me voy a casa, leo un libro y veo capítulos pendientes de alguna serie. Que no falte, eso sí, mi litro de té negro con canela y dulce porque, cuando estoy en modo tranquilo, tomo dulce como si no hubiera un mañana.

TL: ¿Dónde busca el ocio quien se dedica, en cierta medida, a dárselo a los demás?
Pues en Madrid, en los teatros del Canal, en el Pavón Kamikaze y en el Museo del Prado que, después de la casa de mis padres, es el lugar del mundo al que más voy. No puedo dejar de ver a ‘Las Meninas’ y ‘La condesa de Chinchón’, que me tienen fascinado. Soy de los que me siento delante de un cuadro para disfrutarlo con intensidad. Sigo apuntándome a cursos en El Prado y asisto a conferencias sin parar. Saco tiempo de donde no lo tengo.

TL: ¿El político se está devorando al profesional de antes?
El tiempo que necesito para ser político me quita tiempo para hacer una de las cosas que más me han gustado siempre, que es leer historia. La novela la lees en el tren, en un viaje de avión, pero yo era de los que me gustaba leer manuales de historia y ahora solo puedo hacerlo en verano, cuando descanso. Ahí me vuelvo loco. No pienso en lo que no puedo hacer para evitar una frustración. Por suerte, tengo una virtud de la que me siento muy orgulloso y es la de anestesiarme. Soy de los que dicen: “No lo pienses” y no lo pienso.

TL: ¿Y eso cómo lo haces?
No lo sé, supongo que es algo que activé desde niño al vivir rodeado de mujeres. Tuve una madre que ejerció siempre el matriarcado con mis cuatro hermanas, conmigo y con mi padre, un hombre maravilloso, que nunca supimos si era el padre o un hermano más (risas). Mi madre es una madre casi lorquiana.

TL: ¿No fuiste el niño mimado?
No te creas, solo a ratos. Aquello era la selva entre mis cuatro hermanas. Me he llevado alguna bofetada que otra de las mayores, porque yo era muy inquieto.

TL: ¿Y feliz?
Me recuerdo niño muy feliz, joven adulto super feliz y adolescente reguleras. Hasta los 17, mi época de instituto fue dura, porque yo sabía que algo pasaba desde que tenía dos años. Nunca he tenido novia y, desde los siete, sentía una atracción por los chicos. Mis primeras sensaciones, esas que se podían relacionar con las cosas amorosas afectivas, siempre han sido con chicos. Hace treinta años vivías esas manifestaciones con miedo. Recuerdo ver ‘Flor de otoño’ siendo pequeño y, al terminarla, no saber qué me pasaba. ¿Por gustarme los chicos yo era una chica? No tenía las herramientas que hay ahora para saber lo que me ocurría. En el teatro es donde supe que no era una chica porque me gustaran los chicos. La ecuación es bien sencilla: eres chico y te gustan los chicos.

TL: ¿Eso te condicionó?
En cierta medida sí, porque era diferente. Al salir a la calle me gustaban otras cosas, quería otras cosas. Yo me orienté hacia la pintura, el teatro y, al final, eso me hizo un poco más bicho raro. Yo lo sentía, aunque me salvaron las mujeres, mis amigas. Ellas me defendieron como solo sabéis hacerlo vosotras.

Un niño diferente, un adulto feliz

TL: ¿En algún momento te sentiste agredido y humillado por el entorno?
En alguna ocasión me sentí jorobado, porque escuchar eso de “el marica” no es muy agradable. Es verdad que también llega un momento en el que te da hasta risa pero, durante un rato, duele porque te descoloca. Cuando tú todavía no te has construido como ciudadano, determinadas agresiones te sitúan en un punto muy vulnerable y muy complicado. Ahí es cuando entraban mis amigas y hacían su labor.

TL: ¿Cuándo verbalizaste que eres gay?
Nunca, ni con mi familia. Era una realidad silenciada. En primero de carrera tuve mi primera pareja y me dejó. Llegué a casa, lloré lo que tocaba y ya está. Fue un drama. Cuando me han preguntado cómo recuerdo mi primera amor, siempre digo que desbordante. Alguna vez le he vuelto a encontrar, porque trabaja en el mundo del teatro, y cada vez que le veo me hace una ilusión que me mata. Los dos hemos cambiado mucho, somos muy diferentes. Es un tipo extraordinario y seguro que me dejó porque yo era un coñazo y un intenso (risas). La madurez me ha desintensificado mogollón.

TL: ¿Qué queda de aquel Jaime en el de hoy?
Pues, si te digo la verdad, sigo siendo bastante moñas. Continúan haciéndome ilusión cosas que no quiero que dejen de hacérmela y sigo viendo ‘Las chicas de oro’ y me encantan. Si alguna noche estoy preocupado o con bajón, que son las mínimas, ¡capítulo de ‘Las chicas de oro’! Me hacen más efecto que un lexatin.

TL: ¿El niño que fuiste se reconocería hoy en ti?
Creo que estaría contento y fliparía un poco, porque vengo de una clase trabajadora y nunca piensas que vas a poder tener el honor que hoy tengo. Seguro que me diría “has llegado, ahora disfruta, estate contento y sé feliz”. Y, sobre todo, le gustaría comprobar que me quiere la gente. Ese es el auténtico privilegio. Yo noto que la gente me quiere, te mentiría si te dijese lo contrario, y también te digo que me esfuerzo porque sea así.

*Localización: Consejería de Cultura, Turismo y Deportes de la Comunidad de Madrid. *Próxima semana: Jorge Vázquez.

Amalia Enríquez

De Pontevedra al mundo. Periodista donde me dejan y llaman. CEO and Founder #RedCarpetFilms redcarpetfilms.es Miembro de la AICE, Premios Feroz, Academia de Cine y Academia de TV.

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