Reconoce ser inquieto por naturaleza. Tal vez por eso, Manuel Ríos San Martín es periodista de título, productor, director, guionista de series y escritor. Desde 2017 ha escrito un libro cada dos años. ¿El último? El olor del miedo, un thriller emocional que nos hará reflexionar sobre la violencia, el egoísmo, el duelo, la evolución y el instinto.
¿Los animales son capaces de amar? ¿Y de sentir rencor? ¿Son más peligrosos que el ser humano? Respuestas que se encontrarán en un relato muy cinematográfico que engancha desde la primera página. Por cierto, Manuel, queda pendiente el chiste de la abuela que se sube al árbol…
The Luxonomist: ¿Qué te ha dado la literatura que no has descubierto en otra actividad de la vida?
Manuel Ríos: Poder trabajar una idea con tiempo y dedicación. En la televisión todo es más frenético e interviene más gente. En la literatura he podido profundizar más, investigar, viajar para documentar la historia, corregir con más calma, pensarme dos veces las cosas. Una novela es un viaje de dos años (a veces más) en el que aprendo de temas que me interesan y, después, lo vuelco en la trama y los personajes. Es una gozada todo el proceso. Cuando escribo me olvido de mis problemas.
TL: Periodista de título, productor, director, guionista de series, escritor… ¿Te has propuesto desterrar la idea de que “el que mucho abarca, poco aprieta”?
MR: Me gusta esta combinación de elementos. Soy inquieto y creo que la variedad no me genera dispersión sino intensidad. Me apasiona igual estar rodeado por 80 personas en un rodaje, que permanecer muchas horas solo y concentrado en mi habitación. No querría prescindir de ninguna de mis facetas. Por otro lado, creo que eso enriquece mi trabajo y me hace diferente a otros escritores.
TL: “El olor del miedo”, tu nueva novela. ¿A qué huele el miedo, el pavor, lo desconocido…?
MR: Los animales huelen el miedo, nosotros no tanto, pero sí lo intuimos, aunque hayamos perdido el contacto con lo natural. Y el miedo (o los miedos) nos hace ser agresivos en muchas ocasiones. No es fácil manejarlo. Y eso que vivimos en un entorno muy seguro, pero cualquier incertidumbre nos genera desasosiego. ¡Qué sería de nosotros si viviéramos como los primeros homínidos en un bosque oscuro por las noches, rodeados de miles de ruidos y de otros depredadores! Ya no estamos preparados. Eso sí que debería ser el miedo.
TL: ¿La vida de un animal vale igual que la de un humano?
MR: A la Naturaleza le da igual, para ella no valen ni más ni menos. Pero para la mayoría de los humanos, lógicamente, es más importante su propia vida, por más que algunos grupos de antiespecistas defiendan lo contrario. Eso no quiere decir que no debamos cuidar la naturaleza, pero cada especie tiene que tratar de sobrevivir y eso incluye también a la nuestra.
TL: ¿No querer a los animales puede llegar a definirnos y retratarnos como ser humano?
MR: Eso lo matizaría. No hay por qué querer a los animales, cada persona es diferente. A mí me fascina el comportamiento animal, la etología. Me encanta estudiarlos, me da mucha pena si alguno se extingue, porque se pierde riqueza. Pero querer, querer, a las mascotas, como mascotas. Yo no sabría decir si quiero a los elefantes o a los cuervos, pero me encanta que existan. Trataré de defenderlos, porque me parece que es maravillosos que compartamos el planeta con ellos. Lo que quiero decir es que no es necesario quererlos para tratar de conservarlos. No todo puede estar basado en las emociones. ¡Así nos va!
TL: “Si no transmites los genes, no existes”, es una máxima que se mantiene en el relato. ¿Realmente crees que quien no es madre o padre es alguien incompleto?
MR: La Evolución no entiende de nuestros deseos personales. Los animales biológicamente solo tienen una “misión”: reproducirse. Pero nosotros somos especiales, para mí eso está muy claro, y somos la única especie que puede decidir reproducirse o no. Tenemos libertad (en gran medida) y me parece muy bien que cada uno decida qué prefiere hacer con su vida. El resto de los animales no puede decidir. Particularmente, reproducirme junto con mi mujer me ha parecido una experiencia estupenda, a pesar de la adolescencia. (Risas). Pero libertad para cada cual, sin duda.
TL: ¿No hay animal más peligroso que el ser humano?
MR: Todos los animales son peligrosos para el entorno cuando se pierde el equilibro. Hasta las mariposas o las langostas pueden ser una plaga que acabe con la vegetación. No digamos los elefantes o los grandes herbívoros cuando desaparecen sus predadores. El problema del ser humano es que nos hemos quedado sin otra especie capaz de pararnos los pies y tenemos que hacerlo nosotros mismos, por decisión propia. Somos la única especie que nos planteamos cuidar del planeta. Ninguna más lo hace. Los animales no cuidan el planeta, se comen los unos a los otros y ya. Somos una de las especies más pacificas, aunque esto parezca sorprendente. La más capaz de colaborar con extraños.
TL: ¿La vida, como los libros, hay que cocinarla a fuego lento?
MR: A mí me gustan los cambios de ritmo, cosas lentas y cosas vertiginosos.
TL: ¿Lo mejor siempre está por llegar?
MR: Nunca lo sabremos. Esa es la gracia. Pero no soy nada melancólico del pasado.
TL: ¿A qué momento de tu pasado regresarías?
MR: Como época, a ninguna. Como momentos puntuales para valorarlos mejor, a muchos. Desde algún gol que he metido a alguna conversación con un amigo, el nacimiento de mis hijos, un primer beso, el último momento con mi madre, los partidos de fútbol de niño con mi padre, algún baño en la playa… Pero en ningún caso para quedarme. Ir y venir.
TL: ¿Tu mayor conquista?
MR: No me planteo el mundo como conquista. Prefiero el camino y la colaboración.
TL: ¿Recuerdas ese momento de absoluta felicidad?
MR: Alguno de los momentos que te he descrito antes. Pero la felicidad está muy cerca de tomarse algo en un sitio agradable rodeado de buenos amigos y con una conversación fluida. Significa que tenemos tiempo libre, el dinero suficiente, amistad, algo que compartir, salud y tranquilidad. Y eso es mucho.
TL: Si fueras un producto… ¿cuál sería tu slogan?
MR: “No eres tú cuando tienes hambre” de Snickers, podría valer.
TL: ¿Qué le preguntarías a tu yo dentro de veinte años?
MR: En mi grupo de amigos nos hemos escrito una carta para leer dentro de 20 años. Cuando la abra, te la comento. ¡Hemos prometido no hacerlo hasta entonces! Pero espero aprender de los errores de las generaciones anteriores.
TL: ¿Sin cuál de los cinco sentidos podrías vivir?
MR: El olfato está sobrevalorado. Casi siempre es para mal.
TL: ¿Un personaje histórico con el que te sentarías a cenar?
MR: Con mi padre, se murió cuando yo era niño. Nunca he sabido bien cómo era.
TL: ¿Un día perfecto?
MR: Escribir por la mañana, comer con mi familia, siesta, jugar un partido de futbol por la tarde y salir a tomar algo con amigos por la noche. Y dormir bien.
TL: ¿Cuál es ese tema del que te avergüenza saber tan poco?
MR: Mogollón. Tengo mala memoria, se me olvidan las cosas pronto.
TL: ¿Tu mal chiste favorito?
MR: El de la abuela se ha subido al árbol.
TL: ¿El lugar más loco en el que has terminado después de una noche de fiesta?
MR: Al final, siempre he vuelto a casa.
TL: ¿El objeto más extraño que conservas?
MR: Una placa del colegio Azcona (el colegio de la serie Compañeros de la que fui guionista y productor ejecutivo).
TL: ¿Esa pregunta que no te he hecho y te habría gustado responder?
MR: ¡Cuándo sale la nueva novela! (el 30 de agosto) El olor del miedo.
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