Tiene una manera de dirigir que la hace diferente, porque Paula Ortíz no se avergüenza de exteriorizar su sensibilidad y delicadeza a la hora de ponerse detrás de la cámara. “Ese es mi sitio” me dice cuando le pregunto si algún día se pondrá al otro lado. Después de “De tu ventana a la mía”, “La novia”, “Al otro lado del río y entre los árboles” y “Teresa” estrena “La virgen roja”, una historia real de la joven gallega Hildegart Rodríguez, concebida y educada por su madre Aurora para ser la mujer del futuro, convirtiéndose en una de las mentes más brillantes de la España de principios del siglo pasado…
The Luxonomist: Cuando te pregunté, en nuestra última entrevista, qué hacía una filóloga en el cine, me dijiste que buscar historias. ¿Ya estás pensando en la próxima?
Paula Ortíz: Por supuesto. Es imposible no pensar en la próxima. Normalmente, en mitad de la olla a presión de una producción, a veces lo que te libera es pensar en la siguiente semilla creativa.
TL: Produces, guionizas, diriges… Has demostrado que llegas a todo. ¿Algún día te veremos delante de la cámara?
PO: No, eso no (risas). Mi trabajo está detrás. Nunca he pensado en lo contrario y creo que no sería buena en ello. Cuando era adolescente hacía cursos de teatro. Viví y experimenté lo que significaba estar delante. Fue interesante y me valió para ahora, cuando tengo que decirles a los actores cómo se sienten, pero ese no es mi lugar.
TL: De tu primera película, “De tu ventana a la mía” hasta “La virgen roja”, que ahora promocionas, has recorrido un largo camino. ¿Hay algo en la Paula de hoy de la chica que comenzó a probar suerte?
PO: Pues no lo sé, lo tendrían que decir también los demás, pero yo creo que sí. En el fondo, los motores, las preguntas, la búsqueda de fuerza, los miedos y las inseguridades son bastante parecidos y sigue estando todo ahí.
TL: La historia de Hildegart Rodríguez está en el ideario colectivo de la cultura gallega. Por mucho que la conozcas, ver lo que vivió en la pantalla impacta sobremanera. ¿La realidad de su vida superó esta ficción?
PO: Sí, sí. Ellas son todavía más contradictorias, más potentes y más complejas de lo que hemos podido reflejar en dos horas de película. Porque el cine captura ese tiempo de vida, lo que hay en ese tiempo y no más. Y hay mucho más de Hildegart y de su madre, no solo de la propia Aurora (esa madre), de dónde viene, de su origen gallego, de esa librería en la que ella leía a los socialistas utópicos. ¿Qué clase de mujer leía, en 1910, a Nietzsche y a los socialistas en Galicia? Hay muchas tramas y subtramas que no hemos podido incluir, como la internacionalización de Hildegart, por ejemplo. La historia de estas dos mujeres es todavía más bestia de lo que hemos podido contar.
TL: ¿Lo más difícil fue sobrevivir, durante tiempo, a esa madre?
PO: No sé si fue difícil sobrevivirla porque era su madre y era su realidad. No obstante, esta es una fabulación porque, aunque hay muchos escritos de Hildegart, no tenemos ni una grabación, ni sabemos cómo se expresaba, cómo era su carácter o sus emociones más íntimas. Pero era su madre, su realidad. No creo que ella supusiese o temiese a su madre, ni tuviera ningún tipo de premonición acerca de su final.
TL: ¿Tendrá Najwa Nimri, madre de la protagonista, la suerte de que empaticen con ella?
PO: No sé si empatizar es la palabra, porque el personaje de Najwa es profundamente oscuro, doloroso, incomprensible e injustificable para lo que hace. Lo que sí es cierto es que ella navega unas aguas y representa una herida femenina, de una parte muy oscura del alma humana, que es importante transitar para conocernos mejor y para saber que el sueño de la razón engendra monstruos y lo que el ser humano es capaz de hacer. Creo que eso forma parte de la aventura de la ficción y Najwa lo consigue con una potencia, una intensidad y una hipnosis inigualable.
TL: Cuando empiezas un rodaje, en algún momento, por fugaz que sea, ¿piensas en el recorrido que va a tener?
PO: No, cuando lo empiezas solo quieres focalizarte en lo que tienes que hacer y solventar los problemas. El proceso creativo tiene que ser anterior porque, en el rodaje, estás sufriendo por resolver problemas técnicos y emocionales muy concretos. No piensas en el futuro de la película, solo en contar la historia lo mejor posible con las herramientas y los recursos que tienes… y no hacer el ridículo (risas)
TL: ¿Ese primer pensamiento inevitable cada día?
PO: (risas) Creo que llegar al colegio de mi hijo a tiempo.
TL: Vuelve la vista atrás por un momento ¿Un olor inolvidable que te lleve a la infancia?
PO: El tomillo.
TL: ¿Qué le dirías a esa niña que se quedó atrás?
PO: ¡Ufff! Pues que no tenga tanto miedo, que siempre hay una salida.
TL: ¿Hay un sueño que se repite sin parar?
PO: Sí, sueño mucho en el desierto. No sé por qué (risas)
TL: Dime dos o tres palabras que definan el momento en el que estás.
PO: Alegría, cansancio y ganas.
TL: Como buena guionista podrías escribir tu autobiografía. ¿Cómo titularías el libro?
PO: No sé si podría (risas) ¿Cómo lo titularía? ¡Ostras, no lo sé! “No estudies tanto, ponte a hacer”, tal vez. O poniéndome más estupenda, El fuego lo guardo yo (risas).
TL: Imagínate que la llevaran al cine. ¿La dirigirías o elegirías a alguien a quien admiras para hacerlo?
PO: Elegiría por ejemplo a Céline Sciamma ¿Te imaginas? ¡Qué fantasía! Qué maravilla sería eso.
TL: ¿Qué es lo mejor que han dicho de ti?
PO: ¡Ostras! Han dicho cosas muy bonitas, la verdad. El otro día me dijeron que me preocupo mucho de cuidar el barco y el amor entre nosotros mientras trabajamos. Me emocionó mucho porque creo que es lo más importante y porque, además, lo intento.
TL: ¿Y eso que siempre dicen y no es verdad?
PO: Que soy muy seria. Lo piensa mucha gente, pero no (risas)
TL: En una profesión tan maravillosa, pero al mismo tiempo igual de inestable, ¿piensas alguna vez en lo que harás cuando llegue el momento de parar?
PO: Lo pienso mucho y, precisamente por lo inestable, pienso qué otras cosas me pueden hacer feliz y cuáles para sobrevivir vital y económicamente. He trabajado durante muchos años como profesora y me gusta mucho dar clases.
TL: ¿Cuál es el peor peaje de la fama?
PO: No sé si yo tengo fama pero, tal vez, las renuncias familiares y personales.
TL: Imagínate que tienes que abandonar tu casa de manera urgente. ¿Qué es lo primero que coges?
PO: Imagino que no debería dejarme el portátil, pero no me perdonaría dejar mi libro de Walt Whitman, que me obsesiona perderlo y que simbólicamente no puedo quedarme sin él (risas). Es así de friki el asunto.
TL: ¿Recuerdas ese primer photocall ante la prensa?
PO: Sí ¡Qué mal lo pasé! Y lo sigo pasando. Me acuerdo también de un photocall que hice por una campaña de publicidad con Elsa Pataky. Ella se dio cuenta y me cuidó mucho. No hicimos un Pataky porque ella fue muy generosa para sostenerme y abrazarme.
TL: ¿Has vivido ese momento de que algo o alguien te deje sin palabras?
PO: Muchas veces y mucha gente. Mi hijo me deja sin palabras casi todos los días.
TL: Es pregunta que no te he hecho y te habría gustado responder…
PO: Siempre quedan muchas preguntas por hacer. Si quieres, quedamos otro día y seguimos (risas).
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