Es de los actores que sorprende en la distancia corta. Gallego ejerciente, Pedro Alonso es un imprescindible desde hace tiempo. La repercusión mediática le llegó cuando casi estaba a punto de “tirar la toalla“ y, por suerte, aguantó como un campeón los momentos adversos. Ahora disfruta de un reconocimiento que nadie discute. Es “Berlín“ en la exitosa “La casa de papel“ y podemos verle también en “El silencio del pantano“, ambas en Netflix.
The Luxonomist: ¿Qué te da la interpretación que no encuentras en ninguna otra actividad de la vida?
Pedro Alonso: A estas alturas, para mí, la interpretación, más que una profesión, es una forma de vida que va extendiendo más y más sus ramificaciones desde hace años con la meditación, la pintura, la escritura. Soy un tipo al que le gusta disfrutar de la vida, y es un hecho que mi trabajo se ha ido convirtiendo en una forma de procesar lo que me pasa. Y también en una forma de estudio. Giacometti decía: “Pinto para ver más”. Siempre me gustó esa frase. Digamos que, con todas mis limitaciones, estoy en lo mismo» –Pedro Alonso-.
The Luxonomist: ¿Cómo aterriza un vigués en esta profesión?
Pedro Alonso: Gran parte de la “culpa” la tuvo Alfonso Sotelo, mi profesor en los Salesianos de Vigo. Él era un profesor único. Distinto. Me encantaban sus clases de arte. Te invitaba a formarte un juicio propio, alejado de lo memorístico. Fuera de las horas lectivas, él dirigía un aula de teatro (en el colegio además teníamos la suerte de tener un teatro de… no sé, más de quinientas butacas). El me inoculó el veneno. La vocación. Me invitó a pensar que soñar no era imposible. No siempre es fácil. Pero sigo en ello.
TL: ¿Qué ha sido lo mejor de la travesía desde “Rías Baixas” al último trabajo?
Pedro Alonso: “Rías Baixas” supuso una especie de renacimiento profesional. Yo venía de un tiempo profesionalmente complicado. Aquello descarrilaba. Y entonces, tras meses sin ningún proyecto, regresé a mi tierra y tras varios meses empecé a trabajar en Galicia. En cierto modo, allí me rescataron del arroyo. Desde entonces, hay algo que fue evolucionando en mi manera de ver las cosas.
Procuro no pensar en términos de mejor o peor, bueno o malo. Todo conviene. Con el paso del tiempo, uno puede encontrar un sentido, un mensaje, incluso en los momentos más difíciles. Y aquellos lo fueron. No siempre es fácil, me sigue pareciendo un milagro poder seguir dedicándome a lo que me gusta. Algo que valoro y procuro cuidar más cada día.
«Un profesor del colegio me inoculó el veneno de la interpretación»
TL: ¿’La casa de papel’ ha sido más que un punto de inflexión?
Pedro Alonso: Esta serie se ha convertido en un fenómeno global. Un amigo y compañero guionista, me dijo un día: «Estamos viviendo un “momento Julio Iglesias” con este fenómeno». Por momentos todo esto parece una broma, a veces una película de ciencia ficción. Lo que no se puede negar es que el barco se ha movido con intensidad para mí estos últimos años. Y sí, el escenario a día de hoy es otro. Pero la experiencia te enseña que algo así (este fenómeno) es pasajero. Procuro no desviarme de mis intenciones.
TL: ¿El “Berlín” de la 4T hace un viaje al pasado para dar sentido al futuro?
Pedro Alonso: Así es. Los guionistas le dieron muchas vueltas después de las primeras dos temporadas a cómo justificar la presencia de Berlín. Esta vez es el plan. El del atraco, es suyo. Un poco de locos, claro.
TL: ¿El confinamiento nos está descubriendo partes de nosotros mismos que ni conocíamos?
Pedro Alonso: El confinamiento es algo que hubiese sido imposible de creer hace apenas un mes y medio. Es increíble cómo la vida nos puede colocar en un parpadeo en otro sitio. Supone un test de estrés y una prueba. Nos está confrontando como sociedad, como individuos. Todo apunta que, hacia donde nos dirigíamos, no pinta bien. No vivimos un momento fácil, ni lo será lo que viene. Creo que es un momento de ajustar cosas. Y de meditar en qué lugar queremos situarnos.
Va a haber gente que se va a tirar al lado tóxico. Se van a seguir escuchando discursos muy feos. Otros seguirán en la compulsión más egoísta. Esa que solo busca que el propio contador suene. Sin embargo, parece evidente que la solución ha de ser global y solidaria. Y desde el respeto a la naturaleza. Pero antes que reclamar, quizá sea oportuno primero mirar lo que uno tiene dentro. Y ya luego, ponerse. Nos va a tocar remar.
«Considero un milagro poder dedicarme a lo que me gusta»
TL: De gallega a gallego… ¿Galicia Calidade?
PA: Galicia es un tesoro.
TL: ¿Se puede ser imparcial cuando los sentimientos entran en juego?
PA: No, claro. Pero si uno quiere avanzar, se impone no dejarse llevar solo porque te arda la sangre. La evolución pasa por observarse y ajustar lo que proceda. Esa gente que se instala en el “yo soy así”, quizá debería darle una vuelta a lo suyo. Es saludable. Para uno y para los que están contigo”.
TL: ¿La forma más elegante de decir adiós?
PA: Yo últimamente me voy mucho a la francesa. Quizá no es la más elegante, pero mi amiga Sophie (que era una mujer muy sabia), me decía: “Pedro, si no estás a gusto en un sitio ¡huye!” Por extensión, me digo, es importante saber cuándo toca marcharse. A veces la mejor forma de estar, es en ausencia. Dicho esto, nada como dejar un rastro de amor. Y de respeto. Pero para ese plan, sí se requiere ser un auténtico maestro. Hay que fijarse.
TL: ¿En qué situación has dicho “chapeau”, me quito el sombrero?
PA: Frente a aquellos que se han fijado mucho y son capaces de dejar, sin grandes aspavientos, ese rastro del que hablamos.
TL: ¿Qué te gusta hacer a tu manera?
PA: Todo. Soy muy bien mandado. Pero solo si me dejan poner de lo mío. Por otra parte, la mayoría de los maestros (que me interesan) lo que quieren no es cambiarte, sino invitarte a crecer. Y a que lo hagas por ti mismo.
TL: ¿Qué es lo que mejor se te da hacer?
PA: Creo que resistir. O más bien, dejar de resistirme.
TL: Si pudieras ser otra persona o cosa, ¿por qué /quién optarías?
PA: Fíjate, ni siquiera soy de esos que quiere volver atrás, a otro momento de la vida. Yo quiero estar aquí. Cada vez más consciente. Para no perderme nada. Estar realmente presente puede ser algo asombroso.
TL: ¿Qué ha sido lo que realmente ha marcado tu vida?
PA: Todo influye. Pero tuve un momento de crisis, ya lo he apuntado más arriba (allá por mis 33). Fue complicado. Todo. Profesional y vitalmente. No lo olvido. Digamos que tengo muy presente desde entonces que antes de ponerse a pedir y a repartir, es importante cuidar el jardín propio.
«Es importante saber cuándo hay que marcharse»
TL: ¿Qué pone en tu estado de WhatsApp?
PA: Ni idea. Espera, voy a ver… Nada. Aparece una foto de una pintura que hice con mi novia a cuatro manos. Un tríptico que, por cierto, va a aparecer en un libro que publicaré muy pronto. Con la pandemia se ha retrasado, creo que será en junio. Lleva por título ‘El libro de Filipo’.
TL: ¿A quién meterías en una máquina del tiempo?
PA: Se me ocurre alguna maldad. Pero no voy a dejarme llevar. Está visto que los obtusos del mundo, hacen lo que pueden. Y por otra parte, la vida luego (más pronto que tarde) te coloca en tu sitio. Así que cada uno recoge en gran parte lo que siembra. Dicho esto, viajar por el tiempo debe ser algo increíble. Y en cierto modo, a lo que dedico mi tiempo y mi energía, no deja de ser una forma de hacerlo.
TL: ¿Qué locura has hecho para conocer a uno de tus iconos?
PA: Ninguna.
TL: ¿A qué es inmune Pedro Alonso?
PA: ¿Inmune? Yo no tengo de eso pero, si percibo una corriente tóxica, me doy la vuelta ipso facto. Por mi trabajo, me toca aprender a vista de todos. Uno tiene que aprender a reservar ciertas cosas. Me interesa el espíritu crítico, pero no lo habilito con cualquiera.
«La belleza no te asegura sentirte bien contigo mismo»
TL: ¿El insulto hace callo?
PA: Si aceptamos callo en su acepción de persona fea, entonces sí, alguna gente se pone muy fea.
TL: ¿Marca España es…?
PA: Lo de las marcas tiene peligro pero si uno viaja, verá enseguida que en el extranjero se aprecia especialmente el valor de nuestra cultura. Desgraciadamente muchas veces se quiere asociar cultura con personas que ya murieron y pegarle un tajo al resto. (Como campaña de marketing es mejorable). Dicho esto, cultura es todo aquello que conforma nuestras emociones, desde las torrijas a las canciones que bailamos en las fiestas, pasando por todos los creadores de todos los ámbitos. De modo que, si le metemos un tajo a una parte de todo eso, nos estamos haciendo un tajo a nosotros mismos.
TL: ¿Qué no falta nunca en tu maleta?
PA: Tinta china, un par de pinceles y un poco de papel.
TL: ¿La suerte es más definitoria que el talento?
PA: La suerte es estar preparado. La otra, pasa.
TL: ¿A qué le suena la vida a Pedro Alonso?
PA: Cuando he viajado a sitios donde la muerte está especialmente presente, uno se da cuenta de que la vida es un juego muy serio. Puede sonar un poco tremendo, pero en ocasiones en sitios así, la gente ríe más abiertamente. Por eso creo que la vida es no olvidar que todo pasa. La vida es un bolero.
TL: ¿La belleza da poder?
PA: Sí, vivimos en una cultura que privilegia la juventud y la belleza. Por otra parte es curioso, luego conoces a gente a priori guapa que sufre mucho. Se ve que no asegura sentirte bien contigo mismo. Y además (parece que como casi todo), pasa muy rápido. Cuando menos te lo esperas se te está cayendo el culo. Así que si me dan elegir, prefiero la belleza natural y sobre todo, de espíritu. Y el humor, siempre que sea posible.
TL: ¿El dolor más intenso?
PA: Sentir que hay cosas que no volverán. Aunque según mi vida avanza, hasta eso me va pareciendo relativo. Todo es transformación. Y todo vuelve. Aunque no todo el mundo sabe verlo.
TL: ¿Ser elegante según Pedro Alonso es…?
PA: Quizá encontrar tu sitio. Y no hacer mucho ruido mientras tanto.
TL: ¿Qué te hace perder la templanza?
PA: La intolerancia me pone a prueba. De modo que trabajo mi tolerancia, incluso frente a quien no es tolerante en absoluto. Para cambiar esta cierta tendencia al gañanismo guerracivilista, hortera, trumpiano y viejuno de algunos, nada como salirse de esa órbita. Amante del miedo y profundamente tóxica y enferma.
TL: ¿Con quién compartirías la cena de tus sueños?
PA: Con mi gente. Mi familia, mi hija, mis amigos y mi novia.
TL: ¿Esa crítica que, por ser verdad, más te ha dolido?
PA: La crítica constructiva es necesaria. La trato de alentar con gente de confianza y que habla claro. No siempre se puede. Aprender implica cierta crudeza en ocasiones. Dicho esto, llevo unos años intentando quitarme de la escuela del látigo. Ese que tenemos casi todos y que utilizamos en la cultura judeocristiana tanto con nosotros mismos. Yo ya no quiero eso. Ya me cansé. Un día me dije: “Voy a tratar de poner todo mi empeño. Pero si en ocasiones fallo, toca aceptar mis limitaciones. Y luego seguir intentándolo”. Desde entonces disfruto mucho. Aunque no siempre. De modo que sigo trabajándomelo.
TL: ¿La pregunta que no te he hecho y te habría gustado?
PA: ¿Cómo estás? Claro que a lo mejor, nos daba aquí el año nuevo. Un abrazo. Espero que estés bien… desde ese otro lado. Y mucho ánimo para todos.
*Foto principal: Gtres.
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