Silvia Barona Vilar es Catedrática de Derecho Procesal de la Universidad de Valencia, Doctora Honoris Causa de varias universidades, Presidenta de la Asociación Alexander von Humboldt en España, escritora y conferenciante internacional. Motivos profesionales sobran, pero hoy hablamos con ella para conocer más de su lado más personal.
The Luxonomist: ¿Si tuvieras que describir tu personalidad con tres adjetivos cuáles serían?
Silvia Barona Vilar: Mi espíritu de sacrificio y tesón; mi empatía y asertividad. Algo que he ido afianzando con el tiempo y que casa muy bien con mi extroversión y mi carácter pasional.
TL: ¿De dónde viene tu elección y pasión por la profesión de jurista?
Silvia Barona Vilar: No ha habido juristas en mi familia que me influenciaran. Me gustaban la filosofía y el derecho y me decanté por éste, quizás por su mayor implicación con la idea de lo público. No me atraía el ejercicio de la abogacía sino la judicatura, la fiscalía, etc.
TL: Háblame de tu familia, como has conciliado tu vida familiar con la profesional.
Silvia Barona Vilar: Tengo dos hijas. Fue muy complejo compatibilizar mis metas y mi ambición profesional con la familia. Mi fórmula fue la combinación de una maravillosa pareja de vida, mi marido (compartimos todo) y mucho esfuerzo personal, como aprender a dormir muy poco para aprovechar las horas de la noche para trabajar.
TL: ¿Hubo facilidades para esta conciliación por parte de tu entorno laboral?
SBV: La Universidad no escapaba de la mentalidad androcéntrica. Había mujeres, pero no se las veía para los puestos de Catedráticas de Universidad; quedaban relegadas a segundos puestos. Había que luchar para hacernos “visibles”. Esto afortunadamente ha cambiado.
TL: Has sido protagonista junto a otras mujeres excelentes del libro “Abriendo y creando caminos, Mujeres juristas” que se gestó hace dos años. ¿Qué ha pasado de importante en tu vida en este tiempo?
SBV: La pandemia cambió mi mirada ante la vida, las personas y las prioridades. Me permitió parar, estar conmigo misma, abrigando mi vida interior y valorando lo que realmente me interesa y me importa. En estos dos últimos años he tenido una oferta profesional muy atractiva económicamente, pero no me aportaba valor personal, más bien me restaba, al tener que abandonar la Academia. La transición interna pandémica me ha enseñado que debo disfrutar de lo que me gusta, de la gente que me agrada, de lo que me hace vibrar y alejarme de lo que no me interesa. Me apunto al “valor de lo intangible” de Nucio Ordine. La vida me acaba de traer un enorme regalo hace 20 días, un nieto, que me llena de emoción y de percepciones maravillosas. Esto necesariamente tendrá influencia en mis próximos libros, quizás en mis poemas.
TL: Ahora que lo mencionas, hablemos de tus libros.
SBV: He escrito 21 jurídicos y uno de poesía.
TL: ¿Qué importancia han tenido en el desarrollo de tu carrera jurídica y docente?
SBV: He sido bastante alternativa en mis temas. Me he preocupado de medidas alternativas a la prisión provisional cuando no teníamos; a la conformidad del acusado cuando no había; y a las ADR/MASC. De hecho fui pionera en esta materia, criticada por negacionistas que ahora escriben y dan conferencias sobre ella con el fervor del converso. Y en los últimos tiempos he escrito “El proceso penal desde la Historia”, que disfruté en el Max-Planck de Freiburg y en Cambridge fruto de mi año sabático. El último ha sido “Algoritmización del Derecho y de la Justicia. De la Inteligencia Artificial a la Smart Justice”, un libro del periodo pandémico (en un entorno digital volcánico que apasiona e inquieta), que me está llevando por el mundo como conferencista. Todos ellos son parte de mí, forman parte de mi actuación en la Academia. Pero también me han servido para volver a mi punto de partida: análisis transversal social, político, económico, filosófico, y, por supuesto, jurídico de las instituciones. He disfrutado mucho con ellos.
TL: En una disciplina como la jurídica, que es teóricamente técnica, ¿cuánto es de determinante la inteligencia emocional?
SBV: Es fundamental porque el derecho no son matemáticas y las percepciones, sensaciones, influyen en la toma de decisiones, en la gestión y en el asesoramiento. Hay que adquirir buenas herramientas con capacitación. Yo he realizado cursos de inteligencia emocional para adquirir herramientas.
TL: El nuevo mundo tecnológico va muy deprisa y las leyes no consiguen adelantarse a los avances. ¿Qué papel juega en esto la jurisprudencia ?
SBV: El Derecho y la Jurisprudencia caminan demasiado lentos en comparación con los avances tecnológicos. Hay una descompensación que genera desasosiegos ante un entorno digital veloz, demasiado veloz. La tecnología deglute y hay que trabajar para combinar una suerte de tecnología más humana y no una humanidad tecnológica.
TL: ¿Qué temas consideras relevantes para centrar tu investigación en los próximos meses?
SBV: La Agenda 2030 de Justicia y muy especialmente los vulnerables en la Justicia y la mirada verde y sostenible de la misma.
TL: La mujeres en el mundo jurídico habéis llegado a importantes posiciones de responsabilidad, ¿qué pasos hacen falta todavía?
SBV: Por un lado, creérnoslo. Y por otro, buscar la complicidad masculina, absolutamente imprescindible.
TL: ¿Qué consejos darías a las jóvenes que han elegido el mundo jurídico para que consigan sus sueños de éxito?
SBV: Que aprendan Derecho y no Derecho (no ser unidimensional), que trabajen disfrutando con pasión, que crean en lo que hacen y busquen como meta lo que les haga crecer como personas, no necesariamente el prestigio social o económico.
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