La reforma realizada por Boris Johnson y su esposa Carrie en su residencia oficial ha sido otro de los escándalos que han acabado por minar la confianza en el primer ministro de Reino Unido. Se podría decir que la llegada de Johnson a Downing Street ya estuvo salpicada de cierta controversia.
En principio porque coincidió en el tiempo con su polémico divorcio de Marina Wheeler, una abogada con la que se casó en 1993. Boris Johnson hizo su entrada en el número diez de la citada calle solo, aunque por aquel entonces ya vivía con Carrie Symonds, a la que conoció en el Partido Conservador.
Meses después, la pareja se instalaba en la residencia oficial, pero no en el apartamento destinado al primer ministro y su familia, sino un poco más allá. En concreto en el número once de la calle tras convencer al ministro, Sajid Javid, que dimitía hace pocos días. Se mudaron al suyo, más amplio y confortable, a pesar de que Javid tenía esposa y cuatro hijos por aquel entonces.
A principios de 2020, Boris y Carrie encargaron una reforma de dicho apartamento, tal y como reveló el llamado Wallpapergate. Una serie de informaciones en las que se supo de los gastos impropios encargados por la pareja.
Se estima que las renovaciones superaron las 200.000 libras. Porque ya puestos en gastos, la pareja encargó una serie de obras y mobiliario nuevo. Según las facturas publicadas por The Independent, el presupuesto incluía una alfombra valorada en 7.000 libras, un carro de bebidas de unas 3.700 libras y dos sofás que costaron finalmente 15.000 libras.
El proyecto se encargó a la diseñadora de interiores Lulu Lytle, la fundadora de la firma Soane Britain y a la que el propio Mick Jagger ha realizado encargos. Lo más barato de la factura eran 500 libras en menaje de cocina.
Pero lo que más encendió a la opinión pública fue la compra de dos lámparas de casi 2.000 libras cada una y la factura del papel pintado. Unas 2.250 libras esterlinas por 10 rollos de ‘Diseño Espalier Square’ utilizados en el vestíbulo de entrada.
Según se supo en investigaciones posteriores, Boris Johnson y su esposa Carrie pasaron las facturas a la Oficina del Gabinete del primer ministro. Allí sólo le financiaron unas 30.00 libras, cantidad asignada para estos menesteres.
El resto lo acabó abonando David Brownlow (58.000 libras), uno de los principales donantes de los conservadores y el propio partido del primer ministro. Tras el escándalo, su partido pidió a Boris Johnson que pagara de su bolsillo algo más de 100.000 libras.
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