Sean Connery, para siempre el agente secreto más famoso del mundo, James Bond, murió recientemente de neumonía, problemas cardíacos y «vejez», según su certificado de defunción. La leyenda de Hollywood de 90 años murió a la 1:30 de la madrugada del 31 de octubre en su casa en las Bahamas. Las causas concretas de la muerte se enumeraron como «neumonía, insuficiencia respiratoria, vejez y fibrilación auricular», siendo esta última una frecuencia cardíaca irregular que puede aumentar el riesgo de coágulos sanguíneos, accidentes cerebrovasculares e insuficiencia cardíaca.
La esposa de Connery desde hace 45 años, Micheline Roquebrune, dijo anteriormente que el actor también tuvo una larga batalla contra la demencia, pero que se fue en paz. El actor nacido en Escocia fue internacionalmente conocido por su interpretación de 007, el agente secreto británico ficticio creado por el autor Ian Fleming. Lo interpretó en siete películas, comenzando con Dr. No. No obstante, su fama fue tal que también fue nombrado caballero por la reina Isabel II en el año 2000.
Sean Connery sufrió diversos procesos de salud durante su longeva carrera. La primera fue durante el rodaje de 007, Nunca digas nunca jamás cuando fue lesionado por su guardaespaldas, el que sería años más tarde el popular actor Steven Seagal. Le rompió la muñeca usando técnicas de aikido, de las que precisamente estaba adoctrinando a Connery. Posteriormente, en 1993, llegaron rumores de que el actor estaba siendo sometido a un tratamiento por radiación por una dolencia en la garganta. Hubo comentarios sobre que sufría un cáncer de garganta causado por su afición al tabaco e incluso fue dado por muerto por algunas agencias de prensa japonesas y sudafricanas.
Pero Connery lo desmintió personalmente en un late show televisivo. Admitió que 1996 le sometieron a un tratamiento para eliminar nódulos de sus cuerdas vocales. Su padre, que fue fumador empedernido, murió de cáncer de esófago en 1972. En el año 2003 Connery se operó de cataratas en ambos ojos y tres años más tarde se le extirpó un tumor benigno en un riñón. También en 2006 se astilló un hueso del hombro mientras jugaba al golf y no sería hasta el 2009 cuando declaró que había sido diagnosticado de una dolencia cardiaca.
Connery falleció el 31 de octubre de 2020 a los 90 años, debido a un infarto de miocardio mientras dormía. Sucedió en su residencia de Nasau, en las Bahamas, donde vivía desde 2003. Su esposa, Micheline Roquebrune, declaró que «al menos murió mientras dormía y se fue tranquilo. Estuve con él todo el tiempo y simplemente se apagó. Es lo que él quería. Padecía demencia y esto tuvo verdaderamente efectos negativos sobre él».
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