El legado económico de Diego Armando Maradona es tan extenso e intrincado como su propia vida fuera de las canchas. Durante su época como futbolista fue el mejor pagado, aunque sin llegar a las cantidades extraordinarias que atesoran las estrellas actuales del balompié. Impropia en la gran mayoría de los casos, si se compara con la sabiduría futbolística que tenía el argentino. Aquellos sueldos y patrocinios deportivos posteriores fueron la base de una fortuna que algunas fuentes estiman en unos 75 millones de dólares. Cantidad que ganan neta en la actualidad varios futbolistas en activo en apenas cinco años de carrera.
Sus principales ingresos por patrocinios los obtuvo de firmas como Hublot, Puma y Coca-Cola. Y como otros deportistas, el argentino no fue ajeno a los problemas fiscales. De su etapa en el Nápoles surgió un litigio con el fisco italiano, que le llegó a reclamar ni más ni menos que 37 millones de euros. El Pelusa escapó de todo aquello con la confiscación de algunas joyas por un valor de varios miles de euros y una deuda millonaria que jamás saldó.
Maradona tenía debilidad por el oro y las piedras preciosas. Gran parte de su patrimonio está invertido en numerosos productos de joyería, incluidos también algunos de los costosos relojes que llevaba en sus muñecas. Era habitual, sobre todo en los últimos años, que el futbolista argentino recibiera el abono por sus servicios a través del pago en especie, que incluso dejaba en los países de origen. De sus servicios en Bielorrusia como presidente honorífico del Dínamo Brest obtuvo un anillo de brillantes cuyo valor se estima en 300.000 euros y hasta una camioneta anfibia.
Los coches eran otra de sus pasiones y regalos preferidos. Que se sepa, tenía seis en propiedad. Cuatro de ellos se encontraban en Argentina, pero los dos más costosos estaban en Dubái, fruto de su etapa como entrenador del Fujairah FC. Se trata de un Rolls-Royce Ghost cuyo valor se estima en unos 300.000 euros y un BMW i8 que ronda los 145.000 euros.
Gran parte del patrimonio de Maradona estaba invertido en viviendas. La más relevante era su casa en el barrio bonaerense de Nordelta. Ahora mismo viven en ella sus hermanas. En Buenos Aires, el futbolista tenía también dos pisos. Uno en el barrio de Devoto y otro en Puerto Madero, a escasas manzanas del estadio del Boca Juniors, el club donde comenzó a ser conocido mundialmente. Al oeste de Buenos Aires se encuentra otra de sus casas, en el barrio de Bella Vista. Allí reside la última pareja conocida del futbolista, Rocío Oliva, y su familia.
Aunque no sería lo deseable, es muy probable que todo su legado sea fruto sin duda de disputas y litigios. Maradona vivía rodeado de un séquito personal con intereses muy diversos y mantuvo una compleja vida sentimental. Sus hijas Dalma y Giannina, así como su ex-mujer Claudia Villafañe han sido las que más tiempo y cuidados le han dedicado en los últimos años, a pesar de las desavenencias públicas que mantuvieron con él.
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