Nueva York o Palm Beach. Los Trump se encuentran en pleno proceso para decidir dónde van a residir tras abandonar la Casa Blanca. Una decisión que, muy a su pesar, va a estar condicionada por la pandemia y su evolución. La ciudad de los rascacielos ha dejado de tener muchos de los alicientes necesarios para pasar grandes temporadas en ella. Con el Covid-19 circulando aún por sus calles, el cierre de comercios, restaurantes, espectáculos y toda actividad pública sometida a un estricto control, las urbes han perdido atractivo. Así que Donald y Melania Trump sopesan seriamente residir en el club Mar-a-Lago, a escasos kilómetros de Miami y a siete minutos del aeropuerto.
Un lugar donde el aún Presidente de los Estados Unidos podría jugar al golf un día sí y otro también. Con un clima excelente durante todo el año, la pareja ya estaría buscando también colegio en Florida para su hijo Barron, de 14 años. Seguro que Melania Trump también encontraría alicientes para disfrutar del hogar donde la pareja celebró su boda el 22 de enero de 2005. Dicen que es su retiro favorito. Y se encuentra a pocos kilómetros de la parcela adquirida a Julio Iglesias por Ivanka Trump y su marido.
Donald Trump adquirió el complejo en 1980 y lo sometió a una profunda reforma. Y según han confirmado fuentes del propio club a la revista People, el matrimonio habría ordenado la reforma de lo que sería su residencia. Un espacio de unos 200 metros cuadrados donde vivirían con todas las atenciones y comodidades necesarias. Eso sí, en habitaciones separadas, algo que viene sucediendo desde hace un tiempo. El interior de la residencia de los Trump tiene un acabado en oro y cristal Luis XIV. Se trata de uno de los mejores espacios de este tipo en Estados Unidos.
La finca Mar-a-Lago fue inaugurada oficialmente en enero de 1927, después de cuatro años de construcción. Su primera propietaria e impulsora fue Marjorie Merriweather Post. La casa principal es una adaptación del estilo hispano-morisco, muy popular entre las villas del Mediterráneo. Una estructura resistente a huracanes y que está anclada a un arrecife de coral. Para su construcción, se trajeron tres barcos cargados de piedra doria desde Génova, Italia. La propietaria puso especial atención en el adorno de paredes y suelos. Se utilizaron para ello azulejos españoles antiguos traídos de todas partes. Los hay hasta del siglo XV. Cuentan desde el propio club que “la organización Trump ha invertido millones de dólares en restaurar y mejorar esta joya de Palm Beach. Creando en última instancia la mejor experiencia en lujo, relajación, gastronomía, entretenimiento y recreación de clase mundial, todo en un entorno incomparable”.
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