Desde que en 1945 saliera al mercado el famoso brandy Gran Duque de Alba, con su característica etiqueta con un boceto del autorretrato pintado por Tiziano de Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel; la marca ha lanzado diferentes novedades, incluyendo actualizaciones en su packaging. Lo último y más novedoso acaba de ver la luz. Porque en Williams & Humbert tenían muy claro que querían modernizar la imagen de su brandy más icónico. Una nueva imagen, pero sin perder un ápice de elegancia y demostrando siempre un gran respeto por sus orígenes.
Gran Duque de Alba Solera Gran Reserva se presenta ahora en una botella de cristal de alta calidad. En ella destacan unas pequeñas aristas de su base y su tapón. Y es que está coronada por un tapón de corcho de mayor tamaño al original, que mantiene su tradicional color rojo, y sobre el que se encuentra grabado el escudo de la Casa de Alba.
En cuanto a su etiqueta, ahora es transparente. Ésta contiene el nombre de la marca y la firma del Gran Duque de Alba, esta vez sin lacre, pero manteniendo su característica cinta roja. Una evolución necesaria y acertada con la que Williams & Humbert demuestra que sigue apostando por el mercado del brandy de Jerez, queriendo acercarse un poco más al todo tipo de consumidores.
Pero ojito, porque su imagen se moderniza, pero el contenido mantiene su calidad y personalidad. La de un brandy que ha sido premiado innumerables veces a nivel internacional. Un brandy que nace tras la destilación a 65 grados en alquitaras de vinos blancos procedentes de uvas de las variedades Palomino y Airén.
Este brandy envejece durante un periodo mínimo de 10 años en botas de roble americano que anteriormente contuvieron vino Oloroso, mediante el tradicional sistema de Criaderas y Solera.
Una elaboración puramente artesanal, que nos muestra la gran experiencia que posee esta bodega centenaria, y que se aprecia al degustar el brandy Gran Duque de Alba Solera Gran Reserva. Atrae por su color caoba con reflejos dorados y sus complejos aromas, pero conquista en boca, por su suavidad y plenitud, por sus notas avainilladas y tostadas, y su final más que agradable y muy largo.
Un brandy para disfrutar en una copa ancha o de balón, solo o con hielo, o como parte de algún original cóctel. Pero también debes probarlo con chocolate. ¡Forman un matrimonio perfecto!
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