El vino: catalizador de emociones
... La segunda copa de vino me hizo reír… después de varias copas de vino, rompí a llorar...
Existen numerosos estudios que demuestran que el vino es un elemento estimulador o condicionante de emociones y sensaciones. Vamos a ver algunas de las más comunes y que no siempre asociamos al vino.
El suero de la verdad.
In vino veritas. En el vino está la verdad. Una de las “virtudes” o “defectos” producidos por beber vino. Decir la verdad. Está claro que el vino sirve de desinhibidor y hay gente que habla por los codos. Incluso los tímidos se lanzan a una fácil verborrea en la que las verdades están presentes sin el menor de los filtros. De hecho, todos conocemos esa frase popular que dice “los niños y los borrachos dicen la verdad”. Aunque no todos.
El efecto de la amistad.
Beber vino entre amigos es una práctica que llevamos a cabo casi sin darnos cuenta. ¿Quedamos el sábado y nos tomamos unos vinos? Con amigos, el vino es mejor. El placer hedonista se acentúa y la sensación de bienestar está presente en el ambiente. De hecho, en una visita a una bodega o una cata, situaciones en las que hay personas que no se conocen, acaban siendo amigos, momentáneos o permanentes.
El sexo y el vino.
Como ya hablamos en anteriores artículos, el vino y el sexo son desde hace siglos compañeros inseparables. Existen maridajes entre comida y vino que provocan en nosotros sensaciones afrodisíacas. Unas copas de vino, música y atracción son los componentes casi imprescindibles para “desatar” la fiera que llevas dentro. No en vano, aumentar la lívido con el vino como elemento desinhibidor ha estado presente en muchas culturas.
La llorera.
Otra de las muchas emociones que provoca el vino es la de la tristeza. Normalmente va asociada al recuerdo. El vino en sí, lo que hace es evocar a través del sabor o del aroma, recuerdos que pueden ser tristes o alegres, aunque el estado de ánimo influye considerablemente. Situaciones de pérdida por fallecimiento o desamor suelen ser los trágicos acompañantes de la popularmente conocida llorera. No todo va a ser bonito.
La risa.
Pues hemos dejado la risa para el final pues, probablemente, es uno de los efectos más positivos producidos por el consumo de vino. Cualquier cosa nos hace gracia. Quizás, sin beber una copa de vino, lo mismo no hubiese sido gracioso. Mejor dicho. No hubiésemos sabido ver el lado gracioso. Ver la parte positiva de las cosas y con humor nos hace más felices y que mejor que despedirnos con una enorme sonrisa.