El verano pasado, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Cava puso en la palestra del vino una nueva calificación denominada Cava de Paraje. Se trata de un cava obtenido de un vino producido con uvas de un paraje determinado, cuyas condiciones edáficas y micro climáticas propias, junto con unos criterios de calidad en su producción y elaboración, han propiciado un cava de características singulares.
Debe ser de viña con una antigüedad mínima de 10 años, con vendimia manual, con un máximo de 8.000 kg de producción y un rendimiento de extracción de 48 hectolitros por hectárea. De un área en concreto calificada y con un vino base también calificado, debe vinificarse en la propiedad y someterse a una crianza mínima de fermentación en botella de 36 meses, además de ser un cava de añada. Éstos (entre otros) son los parámetros básicos para que un cava pueda ser denominado “de Paraje”. En la actualidad, y por el momento, tan solo 12 cavas cumplen con estas condiciones de excelencia: ‘Vinyes de Can Martí’ de Torelló; ‘Turó d’en Mota’ y ‘Serral del Vell’ de Recaredo; ‘Vallcirera’ de Alta Alella; ‘La Capella’ de Juvé&Camps; ‘Can Sala’ de Freixenet; ‘La Pleta’, ‘El Tros Nou’ y ‘La Fideuera’ de Codorníu; ‘Can Prats’ de Vins El Cep; ‘Terroja’ de Castellroig; y ‘Font de Jui de Gramona.
A la nueva calificación ahora se ha sumado la Asociación Corpinnat. La palabra está compuesta por dos conceptos: COR (corazón), la cuna donde empezaron a latir los primeros espumosos de España hace más de 130 años; y PINNAT, que proviene de la raíz etimológica Pinnae, que se refiere al origen del topónimo Penedès, documentado ya en el siglo X como Penetense. Este adjetivo latino deriva de pinna, que significa peña o roca y que, aplicado al Penedès equivale a un territorio rocoso. Todos los vinos espumosos que se comercialicen en el mercado con este distintivo de excelencia contienen la marca Corpinnat en un punto central de su etiqueta frontal para que los consumidores los puedan identificar fácilmente.
Los estándares mínimos de calidad de esta marca colectiva europea son el compromiso con el origen, el Penedés; la cosecha manual y ecológica; la vinificación y elaboración en la propiedad; las largas crianzas (algunas de ellas superiores a los 60 meses) y el compromiso con el agricultor, entre otros. Bien sea desde el Consejo Regulador de la denominación de Origen Cava, desde el Instituto del Cava o desde las iniciativas privadas, lo que es innegable es que el cava como vino espumoso está viviendo un momento glorioso en lo que a los amantes de las burbujas de calidad se refiere. Brindemos por ello.
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