No confundir la traducción literal de Orange Wine como ‘vino naranja’, ya que el vino naranja se elabora en el Condado de Huelva con las variedades zalema, Pedro Ximénez o moscatel y están macerados con piel de este cítrico.
Una vez aclarado esto, un orange wine es un vino brisado o vi brisat como lo llamamos aquí en Cataluña. Los vinos brisados son vinos blancos elaborados como si fueran vinos tintos. Es decir, en lugar de separar el mosto previamente, se vinifica en contacto con las pieles de la baya entera y esta maceración puede durar varios días u horas en función de lo que se quiera conseguir. Por ese contacto, el color resultante puede ser más subido de tono y parece más dorado o anaranjado. Si además hay paso por barrica o por ánforas de arcilla, podemos observar un color naranja casi con seguridad.
Empezando por el color, los aromas y los taninos, los vinos brisados o orange wines están considerados como vinos muy rudos, con la acidez alta, la oxidación marcada, la astringencia presente y aromas verdes que los hacen muy distintos de los blancos frescos y comerciales. Sin embargo, todo convierte a estos vinos en altamente gastronómicos.
Entre los últimos oranges wines sacados al mercado os voy a hablar de uno del cual me siento especialmente enamorado. El motivo es que he participado en su elaboración junto con el enólogo Josep Bosch en la bodega Cal Menescal en Bot en la comarca de Terra Alta.
L’ Ataronjat debe su nombre a su color natural a pesar de estar elaborado 100 % con garnacha blanca. Es una elaboración tradicional totalmente terraltina aunque el vino esté fuera del amparo de la D.O. Terra Alta. Cepas viejas de 60 años para este orange wine o vino brisado que se elabora como si fuese un tinto dejando el mosto y las pieles en fermentación conjunta.
Tiene un alto trabajo técnico, por la cesión de taninos y de color por parte de las pieles de la uva, lo que le confiere su característico color anaranjado, una complejidad abrumadora y un enorme abanico de sensaciones organolépticas. Una vez acabada la fermentación, se mantiene la maceración durante tres meses, acabando con un prensado suave y una clarificación natural. Por sus principios tradicionales, todos los procesos a los que se somete este vino son naturales.
Visualmente hace honor a su nombre y destacan sus tonos anaranjados y una delicada turbidez. En nariz tiene una complejidad extrema. Piel de naranja y pomelo, laurel, clavo, canela, tomatera, toques de sándalo y resina, así como recuerdos balsámicos. En boca incluso podría recordar a ciertos vinos de Jerez por sus matices oxidativos y tánicos. El postgusto es eterno y la complejidad, infinita. En lo que respecta al maridaje, nos encontramos ante uno de esos vinos tremendamente versátiles. Combina bien con ensaladas con complicadas vinagretas, escabeches, vegetales complejos, carnes de cualquier tipo y quesos muy curados.
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