Se acerca peligrosamente la Navidad, la época del año más desmedida gastronómicamente hablando. Y es que además de las comidas familiares, las cenas de empresa, las quedadas con amigos, etc… también es un tiempo en el que nos permitimos esos caprichos gourmet a la altura de las grandes ocasiones. Uno de ellos es el jamón Monte Nevado, que si bien nos gustaría tener en la nevera todos los días del año, ahora es tiempo de que vuelva, como el turrón.
Hablamos de un jamón meloso, sabroso, mantequilloso… delicioso. Un producto símbolo de la artesanía y la tradición que también tiene los valores de una empresa familiar comprometida con el medio rural y preocupada por la excelencia. Hasta cinco generaciones llevan desde 1898 criando cerdos en libertad y curando sus jamones, lo que garantiza que saben (y mucho) lo que hacen.
El secreto está, según nos cuentan desde la marca, «en no tener prisa». Sus gorrinos, seleccionados de entre las mejores ganaderías, comen, descansan y engordan tranquila y libremente en dehesas protegidas del frío y rodeadas de quejigos, robles y alcornoques que luego impregnarán de matices al jamón.
En Monte Nevado son especialistas en curaciones naturales, lentas y largas en las que tampoco hay trampa ni cartón. Eso sí, al igual que las dehesas en las que comen los cerdos son especialmente escogidas, sus jamones se curan en bodegas con unas determinadas características. Por ejemplo todas están situadas en entornos naturales y cuentan con ventanas que aprovechan el aire puro para lograr una óptima curación.
Además de su bodega primigenia, situada en Carbonero el Mayor (Segovia), la firma tiene otros dos secaderos en El Rasillo (La Rioja) y Guijuelo (Salamanca) todos entre los 900 y los 1.200 metros de altitud (por algo será).
Fruto de su saber hacer, su experiencia y su paciencia nacen sus jamones. Estos pueden ser de bellota 100% ibérico, de cebo, serrano con al menos 24 meses de curación o Mangalica, una raza autóctona húngara criada allí pero curada aquí en España. Todos excelentes y más que aptos para tomar solos o casi con cualquier acompañamiento.
La innovación y la querencia de ir un paso más allá ha llevado a la gente de Monte Nevado a organizar catas con productos tan especiales y desconocidos como el sake. Este año incluso se atrevían con los «gastrocócteles» de Angelita Madrid y quién sabe qué sucederá el año próximo. Nosotros recomendamos degustarlos en buena compañía con un binomio que no falla: un buen pan y un buen vino.
La edición limitada Ysios 2016 puede ser una elección estupenda para regalar y regalarse en las próximas fiestas. Elaborado a partir de uva de parcelas de Rioja Alavesa con una antigüedad de no menos de 35 años, es un vino tan especial como el diseño de su bodega, obra de Santiago Calatrava. Damos fe de que marida a la perfección con la Edición Limitada Añada 2018 que Monte Nevado presenta esta temporada.
Las ideas ya las tienes, ahora solo te falta hacerte con los productos… y a disfrutar.
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