El poder de las redes sociales puede cambiar la evolución de un negocio en unas horas. Y no siempre es de forma negativa. El pasado fin de semana tuvimos un nuevo ejemplo de la mano de un pequeño negocio en Texas, al que las cosas no le iban del todo bien. “Mi padre está triste porque nadie viene a su nueva tienda de donuts”. Ese fue el escueto mensaje que, junto a unas fotos del local, publicó un usuario en Twitter. El efecto viral que alcanzó su mensaje se transformó al paso de las horas en uno de esos fenómenos dignos de recordar.
El padre de Billy (que así se llama el tuitero) no dejó de vender productos en su modesta confitería, que agotó las existencias en unas horas. Y no han parado desde entonces. La tienda está llena en su horario comercial y la actividad en las redes sociales ha sido tan abrumadora que hasta responsables de Twitter se han acercado al local para dar fe del evento y de lo buenos que están los donuts que venden…
Su cuenta en Instagram, que apenas tenía seguidores, ya se acerca a los cien mil con solo siete publicaciones. No sabemos si el negocio acabará abriendo franquicias en medio mundo, pero lo que sí está claro es que las caras del padre y la madre de Billy, los responsables de la tienda, han cambiado para bien gracias al efecto viral generado por su hijo.
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