Las islas del vino
Los buenos vinos no solo se elaboran 'tierra adentro', también en los archipiélagos los hay de muy buena calidad.
Una imagen sorprendente nos deja esta manera de viticultura en Lanzarote, una de las Islas Canarias. Plantadas en suelos volcánicos, estas cepas están protegidas de los vientos que arrastran arenas volcánicas que pueden dañar a la planta. Las variedades más representativas de esta isla son la malvasía y la listan, aunque en el resto de las Canarias, y dependiendo de la isla, son otras como la vijariego y la baboso. Si tuviese que nombrar un vino canario poco convencional os recomiendo el Tanajara de la isla del Hierro.
Parecido al paisaje anterior es este otro de las Azores, unas islas portuguesas y que prácticamente conocemos por el hombre del tiempo y el anticiclón que llega desde las mismas. Los vinos de Azores, están elaborados con especies recuperadas son de todo menos convencionales. En estos lugares se han rescatado las variedades Arinto dos Açores, Verdelho y Terrantez do Pico, que según los últimos estudios, solo había unas cien plantas. Espectacular el Rose de Fita Preta.
Callet, mantonegro o fogoneu, son los nombres de las variedades más recurrentes en los vinos de las Islas Baleares. En la imagen podemos ver los famosos bancales de la Sierra de la Tramontana de Mallorca, donde la viticultura es tan compleja como en otras zonas más conocidas como “heroicas”. Precisamente es en esta isla donde se elabora uno de los vinos baleares que más me gustan. Su nombre: Ánima Negra.
Una bella estampa vitivinicola nos regala la isla de Córcega y sus vinos. Son los únicos vinos insulares de Francia y no tienen nada que envidiar a los grandes del continente. En la isla se cultiva la viña desde la antigüedad y en la actualidad es el primer producto agrícola de la misma. Se cultivan sobre todo variedades autóctonas, de origen italiano y la mejor es seguramente la sciaccarellu, la más antigua y la más conocida. A destacar el Clos Capitoro, un tinto para iniciarse en los vinos corsos.
Salto a la isla vecina de Cerdeña, aunque pasemos a otro país. Aunque las reminiscencias de las variedades italianas están presentes, parece ser que hay un “origen” ibérico en algunos de las vides sardas, tal y como cuenta la historia. De cualquier manera, con la cannonao o garnacha de Cerdeña se elaboran auténticas joyas como el Argiolas Turriga de Isola dei Nuraghi. Nos hemos quedado “cerca”, pero como dicen los piratas, existen remotas y lejanas islas donde encontrar auténticos tesoros.