Cruzar una puerta en pleno centro de Madrid y de repente estar en una villa de la Toscana es lo que se siente al llegar a Caluana. Este restaurante italocastizo se ha convertido en un punto de referencia para aquellos que buscan disfrutar de una rica comida en un lugar diferente y especial. Y es que nada más entrar ya descubres que no se trata de un restaurante cualquiera.
Lo primero que destaca de Caluana es su ubicación. Se encuentra en el número 12 de la calle de la Bolsa, a escasos metros de la Puerta del Sol. Aunque es, sin duda, un lugar privilegiado, más lo es el edificio tras el cual está el restaurante, la antigua capilla de Santa Cruz.
Las mesas, la cocina y la barra del restaurante se encuentran en pleno altar y bajo la cúpula y los rosetones de pan de oro de lo que un día fue una pequeña parte de la iglesia de Santa Cruz.
Una bonita capilla del siglo XVI que se ha transformado en un restaurante en el que cada día se rinde homenaje a la gastronomía italiana, pero sin olvidar su origen castizo del centro de Madrid.
Y es que Caluana nos invita a viajar por Italia tanto con su decoración, como con su cocina. Ellos la definen como gastronomía italocastiza, un término bastante acertado para describir platos tan ricos y sorprendentes como la vieira a la carbonara, la croqueta de tortilla de patata con velo de papada ibérica, la parmigiana de calabacín con queso Idiazábal o los ravioli de cordero de lechal.
Platos deliciosos que puedes degustar tanto admirando la arquitectura de la capilla, como en un invernadero repleto de rosas o parras. Y es como toda villa Toscana, junto al salón tenemos la terraza.
En este caso se trata de una “falsa terraza al aire libre” ubicada en la segunda planta del restaurante. Un espacio en el que la vegetación y la luz natural son las protagonistas, y en el que se puede disfrutar de los mismos platos, pero con un ambiente mas íntimo y tranquilo.
Platos que ahora en temporada de otoño se renuevan apostando por productos de temporada, entre los que destaca la caza. Así podemos degustar parpadelle de jabalí, ravioli de pato con foie y piñones, risotto de trompeta de la muerte y boletus o ciervo con deluxelle de boletus.
Pero en su carta también encontramos clásicos como el chuletón de vaca madurada a la brasa, el solomillo de vaca a la brasa al perigord; o pescados como lubina sobre guisantes o merluza con menieur y coliflor.
En cuanto a los prostres, como buen restaurante ítalo castizo, no pueden faltar la torrija con ron Zacapa 23 y el tiramisú. Aunque también merece la pena destacar la tarta de queso, un seguro que nunca falla.
Sin embargo, en Caluana el toque final a la comida no se da con los postres, sino con los cócteles. Y es que justo debajo de la capilla se encuentra Maldita Gioconda, la coctelería oculta en el sótano del edificio de la que también hablamos en estas páginas.
Se trata de un bar vibrante y clandestino en el que puedes degustar cócteles con y sin alcohol inspirados en la música.
En su nueva carta Maldita Gioconda se ha propuesto mostrar a qué saben el pop, el jazz o el reguetón a través de deliciosos y refrescantes cócteles elaborados por el maestro coctelera Daniel Álvarez. Unos tragos con los que dejarse ir y pasar un buen rato divirtiendo al paladar.
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