No hay nada mejor que ir a un restaurante que te han recomendado, y acertar. Porque además de comer bien y llevarte la experiencia de haber disfrutado de lo lindo, puedes volver a recomendarlo a tus contactos sin miedo a equivocarte. Y eso es un punto a favor no solo para el restaurante, sino también para ti.
Porque con él sumas un must a tu lista de sitios favoritos con el que sabes que nunca vas a fallar. La Parrilla de Salamanca es mi nuevo must gastronómico del centro de Madrid. Y no solo porque me lo recomendara un amigo, sino porque tiene un montón de cosas buenas para convencer a todo tipo de público.
En primer lugar, es un local coqueto, acogedor, pequeño sin llegar a ser agobiante y en el que, por supuesto, se siguen todas las medidas de seguridad a rajatabla. En segundo lugar, es un restaurante en el céntrico barrio de Salamanca pero en la tranquila calle Padilla. Una localización ideal para disfrutar de una velada sin el trajín típico de las zonas concurridas tanto dentro del local, como en la terraza.
Y por último y más importante, porque la comida está especialmente rica. La carta está compuesta por platos reconocibles, muy sabrosos, pero con un interesante punto internacional que los hace diferentes. Además de las carnes, otros productos frescos y de temporada como las alcachofas, las berenjenas o la chistorra de Arbizu conviven en armonía con el arroz al estilo camboyano, los papillotes en hoja de banano o la entraña con yuca. Todo elaborado con sumo cuidado y con un sabor inconfundible a parrilla y brasa que se queda ahí, en la comida. Nada de humo en la ropa ni en el ambiente. Touché.
“La clave está en sorprender a los comensales con un producto de calidad y un toque moderno que marque la diferencia”. Así define el ADN de La Parrilla de Salamanca uno de sus socios, Daniel Nicols. Empresario con una dilatada experiencia en el mundo de la joyería que ahora se atreve con uno de los sectores más castigados por la pandemia.
El restaurante abrió el pasado mes de enero desafiando a la crisis, con un marcado espíritu de crecimiento y un concepto claro: «En los malos momentos es cuando hay que dar el Do de pecho. Nacimos para hacer disfrutar a los clientes del acto social que es alimentarse. Y lo estamos consiguiendo».
De hecho, su proyecto a medio plazo es replicar su parrilla moderna y sana en otros lugares. Un pensamiento ambicioso que se materializará en breve con la apertura de su segundo local en Madrid.
Postres caseros, cócteles de autor para cualquier quedada afterwork y una cuidada y extensa bodega ponen la guinda a este local al que, sinceramente, no le falta de nada.
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