El megaproyecto Hudson Yards está dando los últimos retoques para abrir sus puertas al mundo. Este mes de enero se ha producido otro hito dentro de sus instalaciones, la inauguración del rascacielos más encorsetado de Nueva York. Y digo bien, “encorsetado”, porque sus diseñadores así lo han descrito, denominando a la torre como “The Corset Tower”, debido a su forma que cambia progresivamente: de base cuadrangular a forma de trébol.
El proyecto 15 Hudson Yards, no hay duda, es intrínseco de la ciudad de Nueva York. Un elemento singular que armoniza con el resto de su entorno, lo que los arquitectos llaman “diálogo”. Pero, para el resto de personas, va a ser mucho más. Un lugar donde residir con comodidades de primer nivel, pero también con la cultura más vanguardista al pie (nunca mejor dicho) dado que en la base del rascacielos se aposenta otra maravillosa obra: The Shed, un edificio diseñado por y para el arte de actualidad.
Los diseñadores del rascacielos, Diller Scofidio + Renfro no son precisamente expertos en la construcción de edificios de gran altura. Pero esto no les desanimó y aceptaron el reto, lo cual les vino muy bien dado que también son los responsables de The Shed, edificio que comparte el mismo lobby de entrada. La altura que alcanza la torre de hormigón, metal y cristal, es de 277 metros, lo que equivale a la superposición de tres Estatuas de la Libertad, todo un reclamo.
Los actuales inquilinos ya están disfrutando de los 3.716 metros cuadrados que posee el complejo para ocio, distribuidos en tres plantas. Entre ellos están una sala de yoga, un gimnasio, diseñado por The Wright Fit, empresa que ha tenido ilustres usuarios como Bon Jovi, comedores, salas de estar y de conferencias, spas privados, centro de peluquería y maquillaje y un club de golf de última generación. Aunque lo mejor está en el piso 50, donde se ubica la piscina de casi 23 metros de longitud con vistas al río Hudson, vistas sin igual sobre el horizonte neoyorquino.
Siendo un inmueble de lujo, no podría faltar el elemento culinario, la planta número 51 cuenta con dos comedores en esquina que incluyen una impresionante bodega, con (agárrate) capacidad para albergar hasta 21.720 (buenas) botellas de vino. En este piso, también se puede disfrutar de una sala de descanso con vistas al Hudson, un club con mesas de billar, mesas de juego y una impresionante pantalla de televisión, una sala audiovisual, un centro de negocios y un taller donde trabajar cómodamente.
Los residentes podrán utilizar su plaza de aparcamiento personal, desde la que accederán al ascensor para ir a su apartamento o entrarán por el impresionante y luminoso vestíbulo principal, donde un portero y el conserje les atenderán las 24 horas del día. Desde este vestíbulo tendrán acceso directo a la nueva plaza pública y los jardines del centro de la nueva urbanización, de allí, al estilo de vida único del que presumen los promotores: las mejores tiendas, restaurantes de primer nivel, arte y cultura por doquier. Y la posibilidad de proveer al cuerpo del mejor bienestar físico y estético, además, claro, de una excelente comunicación urbana con el resto de la ciudad más popular del mundo.
El proyecto de ejecución, sin embargo, lleva el nombre del arquitecto mexicano Ismael Leyva, cuya empresa se ha encargado de la dirección y adaptación del diseño a la realidad física. La superficie construida final será de 89.200 metros cuadrados, cuya cúspide alcanza las 88 plantas, albergando un total de 285 apartamentos, de dos a cuatro dormitorios. Los precios de las viviendas oscilan entre los 4 millones de dólares (3,51 de euros) de una residencia de dos dormitorios y 140 metros cuadrados y los 14 millones (12,31 de euros) de una vivienda de cuatro dormitorios y 300 metros cuadrados.
Si estos precios te sacuden el pensamiento, agárrate al sofá, que vienen curvas: en lo más alto del rascacielos se sitúa la joya de la corona, un ático de dos plantas con 478 metros cuadrados, que ocupa todo el arco de dos de las hojas de trébol, en total, 270 grados de visión ininterrumpida sobre el río Hudson, donde podrás ver el One World Trade Center cada mañana y cada atardecer de forma espectacular. El inmueble se luce con una chimenea, el comedor y una biblioteca/oficina aislada del resto. La cocina, de la empresa Bulthaup, está equipada con electrodomésticos Miele, abriéndose a una gran sala, la que utilizará la familia para el día a día.
En la planta alta, a la que accederás por una escalera de cristal con peldaños de roble, encontrarás una sala de estar, totalmente equipada para disfrutar de tu equipo audiovisual, además, con su propio bar con fregadero, para no moverte del sitio. Desde ahí podrás alcanzar los tres dormitorios principales, con vestidores y baños incorporados y vistas a la Estatua de la Libertad. Por supuesto, no tendrás que subir y bajar las escaleras, para eso tienes el ascensor privado, que va incluido en los 32 millones de dólares que cuesta la residencia, unos 28,14 de euros, una ganga, claro.
El contratista principal, la empresa Tutor Perini, nos revela un dato que aclara mucho la rentabilidad del proyecto. En su web podemos encontrar que su contrato ascendió a 580 millones de dólares, unos 510 de euros. Si comparamos esto con las cifras que expone la empresa, en las que han firmado contratos por valor de 800 millones de dólares, unos 704 de euros y que se ha vendido un 60 por ciento del edificio, veremos que, de venderse todos los inmuebles, la empresa habrá ganado más del cien por cien de lo invertido.
Los dos pisos piloto, como no, fueron diseñados por empresas de primer nivel. El primero, el 25H, fue decorado siguiendo las instrucciones de Elena Frampton, quien aprovechó la singularidad del apartamento para colocar llamativos muebles estructurales y atrevidos revestimientos, algunos con ilustraciones de aves y otros con flores. El otro apartamento piloto, el 25G, fue diseñado por Ken Downing, el director de la empresa de moda Neiman Marcus, en él incluyó una mezcla de estilos de las tendencias y colores que divulga en su empresa.
Este es el primer edificio residencial del megaproyecto Hudson Yards que abre sus puertas, para marzo abrirán otros inmuebles y para abril el centro cultural The Shed. La compañía quiere que su impresionante reorganización urbana esté activa lo antes posible, prometen que este será el nuevo corazón de la ciudad neoyorquina. Veremos si tienen razón.
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