¿Te has preguntado alguna vez a qué puedes, o no, renunciar? ¿Qué elementos de tu vida puedes dejar sin que sufras un gran quebranto? Éste es un ejercicio que, sin ser profesional de la salud mental, no aconsejo. Au contrarie, creo que lo importante es hacer el ejercicio opuesto: ¿Qué es aquello a lo que no puedes renunciar?
Pues bien, si eres amante de la arquitectura y valoras el arte o a la inversa, este mes de junio ha abierto las puertas un centro al que no vas a poder renunciar a visitar: el CaixaForum de Valencia. Es el noveno centro de España y el único dentro de una obra del singular arquitecto valenciano Santiago Calatrava. Si esto no te incita a ir, espera a terminar de leer este artículo e igual cambias de idea.
La Ciudad de las Artes y las Ciencias y, más concretamente su edificio Ágora, es un edificio con planta elíptica, cuyos ejes miden 100 y 65 metros, y cuya sorprendente altura alcanza los 80 metros. Esta plaza cubierta alberga en su interior casi 5.000 metros cuadrados de espacio diáfano, y su envolvente está ejecutada con estructura metálica, con un diseño rotundo, con una parte recubierta de trencadís de tonalidad azul y lamas metálicas de gran porte con zonas acristaladas.
El edificio de por sí es una “chulada”, pero el CaixaForum debía tener una identidad propia, así que la promotora convocó un concurso arquitectónico. Fue el equipo liderado por el arquitecto Enric Ruiz-Geli, un profesional con amplia experiencia y al frente de la entidad Cloud 9, quien ganó el concurso con un lema: “Las ‘células vivas’”. Según el autor, su intervención dota de vida al edificio, a la gran ballena.
Las células vivas distribuye su espacio interior en dos salas de exposiciones, un auditorio para 300 personas, una librería y un restaurante. Todo ejecutado por la módica cantidad de 19 millones de euros aportados por la Fundación la Caixa. En cuanto a la superficie, algunos medios hablan de 10.000 metros cuadrados del edificio, pero éste no alcanza los 5.000.
CaixaForum Valencia abrió sus puertas con la exposición ‘Faraón. Rey de Egipto’, organizada en colaboración con el British Museum. Con el tiempo este lugar se volverá imprescindible para los amantes de la cultura, sobre todo por la filosofía de la entidad, por cómo se ha desarrollado en sus homólogos del resto del territorio nacional y, aún más, por contar con la colaboración de distintos artistas contemporáneos en su creación.
El Ágora está ubicado entre el puente Assut de l’Or y el Oceanogràfic, y los promotores afirman que este lugar potencia el significado del término ágora: plaza pública, lugar de reunión o discusión. Particularmente me parece algo forzada la acepción, pero la intención es lo que cuenta, y los resultados no dejarán impertérrito a nadie.
Las obras comenzaron en el año 2018 y han tardado cinco años en terminar esta magnífica obra. El resultado es una superficie útil de 6.500 metros cuadrados, con enormes salas de exposiciones en planta baja, aulas polivalentes, el auditorio y varios espacios familiares y educativos perfectos para la interacción social.
Dos esculturas contemporáneas forman parte del espacio. El Arc al Cel de Inma Femenía, un efecto óptico que moldea la luz natural en el interior del edificio generando un arcoíris. Y el Palafit, una escultura en el estanque exterior de la artista Anna Talens, y que hace referencia a la arquitectura agraria, una singular representación de una construcción triangular y dorada, que tiene un contraste brutal con el edificio Ágora.
Obviamente, las células vivas hace referencia directa a los espacios generados por Geli y dispuestos al interior del edificio. Unas cápsulas de distintas dimensiones que configuran la esencia del espacio y explican lo que te vas a encontrar en su interior. La Nube, por ejemplo, se construye con materiales ligeros, con suelo de fibra de vidrio o polímeros semi transparentes. Dentro, un espacio diáfano se prepara para ser multifuncional.
Además, la Nube cambia de color según la temperatura, y sus tonos varían según lo haga el tiempo con datos reales de los cinco océanos. El auditorio se encuentra en un extremo del edificio que tiene un evidente contraste en iluminación, generando un espacio más oscuro al que le circunda un paisaje de cartón, y una obra de Frederic Amat en el techo, El bosque escrito.
Sin embargo, el restaurante resulta ser el espacio cerrado más impactante. Se trata de una cubierta abovedada y cubierta de vegetación, con unos muy singulares lucernarios que se orientan a los cuatro puntos cardinales, proveyendo al interior de luz salga por donde salga el astro rey, compatible con la envolvente de corcho. La administración y la librería se encuentran en otro edificio singular, protegido por una cubierta cerámica muy espectacular, sobre una estructura de madera.
CaixaForum Valencia abre sus puertas en una Ciudad dentro de otra Ciudad. Un espacio enorme con mucha luz y provisto de multitud de actividades para niños, adolescentes, jóvenes y adultos de toda condición. Además, lo hace con arquitectura y arte por los cuatro costados. La verdad es que a los que, somos de otras latitudes, nos da algo de envidia.
*Fotografías cortesía de Miguel Lorenzo
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