La originalidad es la mejor arma para combatir la aquiescencia constructiva, un remedio al mal que sufren muchísimos profesionales del sector de la arquitectura, y, por que no decirlo, de muchos promotores, que no ven con buenos ojos el cambio, la metamorfosis, la aplicación de antiguos y nuevos elementos de forma distinta a la convencional. Menos mal que siempre existe quien nos enseña el camino. Ejemplo de nivel top, que diría el clásico, es la reciente terminada obra con la que se ha puesto al día el Centro Nacional de Arte, Artesanía y Diseño de Cabo Verde. Un original e impactante edificio que aúna los conceptos básicos de la originalidad. Estos son, por supuesto, la utilización de elementos tradicionales de forma nunca antes pensada, o vista, que pensar es muy de cada quién.
Y no hace falta más que echar un vistazo al edificio (el que tienes en imágenes) para saber de lo que aquí hablamos: una singular envolvente de colores, como píxeles redondos, cubre una torre que se alza por encima de los tejados circundantes, con un contraste muy agudo con parte del mismo centro, dado que el edificio raíz, o antiguo, sigue al lado del nuevo monolito de colores, con un impertérrito blanco.
Y es que la propuesta de los diseñadores, Ramos Castellano Arquitectos, ha sido rotunda y hermosa, rompedora y precursora, alarmante y deslumbrante: han creado un enorme Brise Soleil entorno al nuevo edificio formado por tapas de barriles de acero, bien situadas según un plano realizado por los proyectistas, y pintadas con distintos y alegres colores, toda una reverencia a la historia reciente de las islas caboverdianas.
Mindelo, en la isla de São Vicente, pasa por ser la ciudad más grande del archipiélago, presume ahora de un ícono cultural propio, e identitario, dado que casi todo lo que llega a las islas lo hace por medio de contenedores o barriles, así que los arquitectos dieron una nueva utilidad a las tapas de estos elementos metálicos, provocando, al mismo tiempo, un ahorro importante en la construcción.
La sede del CNAD (el centro de arte) es un edificio de la época colonial, al que se le ha añadido una ampliación en forma volumétrica justo en la parte posterior, la reforma, obviamente, también afectó a éste, pero lo mantuvo incólume, respetando su idiosincrasia constructiva, mejorando su envolvente y rehabilitando su interior para alcanzar las cotas de calidad exigidas por el proyecto.
La utilización de mano de obra local fue uno de los elementos cruciales para el proyecto, las tapas de acero, y los otros metales utilizados en la obra, fueron trabajados, lijados, pulidos y pintados en talleres que estaban a muy poca distancia, a la mayoría se podía llegar a pie o en bicicleta (según dicen), a ver… imagino que trasladar los materiales lo harían en vehículo motorizado…
Pero es evidente que la utilización de talleres cercanos es una brillante idea, y una forma de involucrar a parte de la población en la creación de un ícono del lugar. El enorme brise soleil de colores cubre un nuevo edificio tras el colonial, uno de cinco plantas ejecutado con estructura de hormigón armado y con una fachada ventilada formada por las ya famosas tapas de barriles pintadas.
En nuevo edificio posee 1.068 metros cuadrados construidos, tiene un largo de 33 metros, pero sólo posee una crujía de ancho, de unos 6,7 metros, lo cuál es suficiente para albergar archivos en el sótano, dos plantas para galerías de arte, una biblioteca en la tercera planta, un taller y residencia de artistas en la planta cuarta y la última planta destinada a oficinas.
Las tapas, de unos 30 centímetros de radio, marcan los niveles del edificio, y evitan la utilización de cerramientos de bloques de hormigón, los utilizados convencionalmente en el lugar, apostando por las estructuras ligeras para el interior, y por la robusta protección del metal.
Las tapas de metal contribuyen, también, a la facilidad de tránsito de aire entre una y otra cara del edificio, ayudando a bajar la dependencia energética, además, muchas de las tapas se pueden girar, proyectando sobre el pavimento de hormigón pulido distintas luces y sombras, y favoreciendo la metamorfosis artística del piso.
Una de las peculiaridades del metal es su característico sonido al golpearlo, conscientes de esto, los arquitectos invitaron a Vasco Martins, músico y compositor caboverdiano, para que le diera música a la fachada… ¿Cómo lo hizo? Pues a cada color le asignó una nota, así, la fachada se puede decir, sin temor a equivocarnos, que es pura música.
Todo el mobiliario fue diseñado por los arquitectos, y fueron llevados a la realidad por manos artesanas del Mindelo, lo cual redunda en lo dicho: esto involucra a la población con un edificio que es para ellos, para su disfrute y el de sus familiares y amigos. Reseñable que parte del espacio exterior se ha transformado en plaza, convirtiendo en más sociable un entorno edificatorio moderno.
No se nos escapa que el “Efecto Bilbao” está presente detrás de esta actuación, los arquitectos confiesan que detrás de esta obra está la intención de poner a Cabo Verde en el mapa mundial, demostrando así que una pequeña isla del Atlántico puede mostrar a las economías más desarrolladas que allí se puede construir una arquitectura asombrosa. A mí, me han convencido… ¿Y a ti?
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