En The Luxonomist nos ponemos finos a la hora de contaros las andanzas de las mejores marcas, tanto en sus facetas de estilo y finanzas, como en las de glamour y arquitectura. Y es que, la arquitectura va indisolublemente unida al mayor impacto, a lo mejor que se pueda obtener de los espacios, tanto en funcionalidad, como en estética, tanto en economía de medios, como en aprovechamiento de materiales.
Así, vimos hace unos días los maravillosos interiores de la nueva flagship de la marca, Tiffany & Co. Se trata de una obra gestada y ejecutada por Peter Marino. Una composición volumétrica que ocupa las últimas plantas del edificio de la marca en Nueva York.
La tienda de la marca se ubica en un icónico edificio que ocupa diez plantas para su uso exclusivo, y tiene como vecino a la Torre Trump, un famosísimo rascacielos de la Gran Manzana. En el año 2018, el estudio de arquitectura OMA se puso manos a la obra para reorganizar el edificio. El objetivo era lograr una mejor circulación interior, y un mejor aprovechamiento de las plantas, sobre todo, de las superiores. Para ello, cambió la ubicación de la caja de ascensores.
Y es que la gran novedad dentro del edificio, que es histórico y por lo tanto está sujeto a leyes más estrictas dentro del planeamiento neoyorquino, es la modificación de un espacio muy singular en su azotea. Un espacio para exposiciones, eventos y clientes que te dejará en shock, y que generará, a buen seguro, una avalancha de solicitudes para utilizarlo, sobre todo, porque está plenamente adaptado al presente y al futuro.
Y es que, el edificio donde se alberga la marca fue diseñado en 1940 por el estudio de arquitectura Cross & Cross, quienes hicieron de las suyas en el Nueva York de su época, gestando grandes edificios como el 720 Park Avenue o el Bank of America International. Así, al edificio de fachada de piedra caliza y ventanas verticales continuas, se le añadió en 1980 un dudoso volumen superior de oficinas, que es el que hoy ha rediseñado OMA.
En español podemos llamarlo mirado u observatorio, y es que estas palabras representan fielmente la visión de los arquitectos. La rehabilitación del edificio se genera desde una base más corta, que permite un espacio al aire libre dentro del volumen edificado y sobre este espacio. Dos plantas se levantan totalmente revestidas de vidrio, un vidrio que ondula suavemente para denotar que no es una fachada cualquiera, es la fachada de la marca de joyas por excelencia.
No se nos escapa que las vistas a ocho plantas de un edificio nada tienen que ver con las vistas a 30 o 50 plantas, pero oiga, hablamos de la Gran Manzana, y desde Tiffany´s Building podemos ver parte del Central Park, el Empire State Building, y de la ciudad, con la motivación expresa de visualizar parte del entorno urbano inferior.
La forma ondulada de la nueva fachada no sólo resulta ser parte de un efecto estético, semejando la composición de una elegante cortina, también sirve como contraste con los acristalados rectos de los edificios circundantes, y evita la visión total del interior, preservando la intimidad de los ojos curiosos de la zona. Además, cuando el edificio se enciende por la noche produce un efecto de caja azul flotante que es una maravilla.
Las fachadas se sostienen sobre una estructura metálica que permite mayor amplitud en el interior, al mismo tiempo que no se añade un peso excesivo al antiguo edificio. El pretil detrás de la envolvente de cristal está formado por bloques de hormigón vibrado, que generan un respaldar fuerte, sencillo de ejecutar, y preparado para el apoyo de las instalaciones de aire acondicionado y otras que se elevan hasta la cubierta de la construcción.
El vidrio ondulado es un vidrio con mayor resistencia, con lo que requiere menor soporte estructural que el vidrio plano. No obstante, la fachada posee también vidrio plano en su planta contigua a la terraza, para que formalice y eleve la diferencia del vidrio ondulado con el resto. Para ello, también se ubica en un plano distinto, creando la famosa terraza y diferenciándose, definitivamente, de esta parte del edificio.
Para los amantes de los datos, la empresa que se encargó de la confección de los paneles acristalados, la compañía Seele, nos cuenta en su web que colocaron 340 metros cuadrados de fachada del sistema stick de muro cortina, que permite un diseño flexible para generar superficies complejas. En total, se instaló más de 490 metros cuadrados de cristal con alturas de hasta 8,80 metros y anchos hasta 2,45 metros.
Pero junto a Tiffany, OMA y Seele, otras empresas contribuyeron a la gestación del maravilloso faro en la Quinta Avenida. Empresas como los arquitectos titulares de Callison RTKL, es decir, los que firmaron el proyecto ante las autoridades y son responsables de su ejecución, la popular empresa de ingeniería WSP, especialistas en estructuras, y el siempre admirado contratista principal de la obra, en este caso, la empresa Structure Tone. En fin, gracias a todos, como dice el clásico.
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