Siglos atrás, era impensable que las ciudades alcanzaran los cielos, que la población creciera exponencialmente, que las especies vegetales o animales estuvieran en peligro de extinción o que los océanos pudieran contaminarse. Hace unos siglos, nuestros antepasados no se preocupaban en exceso por el medio ambiente, era algo inagotable e inextinguible, no había porqué preocuparse por él. Pero los tiempos han cambiado y ahora nos toca a nosotros decidir cómo queremos que sea nuestro planeta, nuestro futuro.
Obviamente, no se trata de ser alarmistas, los aspavientos solo sirven para mover el aire sin control. Debemos ser inteligentes y optar por medidas que prolonguen nuestro bienestar sin causar perjuicios a la naturaleza (madre no hay más que una). Poco a poco, la sociedad va tomando conciencia y cada vez se recicla más. Las empresas desarrollan nuevos sistemas más eficientes de transporte, de producción, de comercialización, las administraciones fomentan el buen uso de sus medios y los ciudadanos aportan su granito de arena.
Pero… ¿qué pasa con las ciudades? ¿Podemos hacer algo más con ellas? ¿Debemos cambiarlas para su mejor funcionalidad? Los arquitectos del Estudio Precht han pensado que sí, que hay que poner manos a la obra y mirar hacia el futuro. Y lo han hecho, vaya si lo han hecho. Han trabajado durante los últimos dos años desarrollando un sistema modular de construcción bastante innovador con el que construir una granja vertical o varias.
Chris y Fai Precht están casados y son arquitectos (la unión hace la fuerza) y trabajaban felizmente en el estudio Penda, allá en Beijing (China), pero un buen día decidieron dar un gran salto nada más y nada menos que a las montañas de Austria, a media hora de Salzburgo. Son el ejemplo de gente joven comprometida con el cambio que ha de venir. En las montañas han instalado su nuevo estudio de arquitectura. Desde él han concebido este sistema modular de granja residencial, en el que las personas viven, producen alimentos y hasta los venden.
Las industrias más necesarias para la sociedad son la agricultura (sin la cual no podemos abastecernos) y la construcción (sin la cual no podemos desarrollarnos). Pero, por desgracia, son muy contaminantes y debido a ellas el 90 por ciento de la población mundial respira aire contaminado. Los arquitectos han querido fusionar estas dos disciplinas industriales para crear la oportunidad de conectar la arquitectura y la agricultura, mejorando ambas. «Creo que extrañamos esta conexión física y mental con la naturaleza y este proyecto podría ser un catalizador para reconectarnos con el ciclo de vida de nuestro entorno», nos dice Chris Precht.
Se estima que en los próximos 50 años se van a consumir más que en los últimos 10.000 años y por supuesto, la gran mayoría (un 80 por ciento) lo consumirán las ciudades. ¿Cómo podemos proveernos de buenos alimentos sin perjudicar el medio ambiente? La solución más sencilla siempre es la correcta y estos profesionales la han encontrado: trasladando el campo a las ciudades. De esta forma el suministro es más directo y el uso de envases y trasportes se acorta exponencialmente.
La granja vertical funciona como un ecosistema. Los edificios generan calor que se aprovecha para el cultivo, un sistema de tratamiento de aguas pluviales y grises las enriquece con nutrientes y sirven para el regado. Los residuos de los alimentos se recogen y se convierten en compost en el sótano del inmueble, reutilizándolos para el abono de las plantas. Imagínate teniendo tu propio cultivo de papas, nueces o frijoles en tu apartamento. Algo excepcional.
El sistema constructivo propuesto por los técnicos se basa en un producto del que ya hemos hablado en varias ocasiones en la revista: la madera laminada o CLT. En otras palabras, madera tratada para ser más eficiente y durar más. Con este material se crean los módulos estructurales en forma triangular, así como los acabados y los maceteros. Es una materia prima fácil de fabricar, ligera, fácil de transportar y de instalación sencilla y rápida. Además, vivir en edificios de madera conlleva beneficios ecológicos, dado que su producción genera menos gases de efecto invernadero.
The Farmhouse, así han denominado al edificio, es un producto industrial de primer orden, prefabricado y empacado para llevar a casa como un kit de construcción, como en Ikea, vamos. La estructura se basa en casas con marco en forma de A, ensamblándose unas con otras en horizontal y en vertical, de forma que las cargas se van repartiendo por sus travesaños inclinados, solidarizando todos los elementos. Las paredes tienen tres compartimentos. El interior, con los acabados y las instalaciones, una intermedia donde se ubica la estructura y el aislamiento y otra exterior para los elementos de jardinería y el suministro de agua.
Se pueden construir pequeñas residencias-granja unifamiliares o grandes edificios-granja. Nada escapa al ideario de los creadores. Según las necesidades, se elaborarán las unidades de gestión de residuos, la hidroponía o los sistemas de captación solar. Se pretende que cada construcción sea independiente energéticamente. Los módulos para los edificios son tipo dúplex, donde la primera planta tendría una sala de estar y la cocina y en la segunda estarían los dormitorios y baños. El diseño permite la ventilación natural y la entrada de luz en todo el edificio.
Los jardines podrán ser comunes para los propietarios o privados para cada unidad residencial. Sea como fuere, el cultivo se podrá llevar a la planta baja donde los “granjeros” tendrán instalado un mercado en el que vender sus productos. «Si queremos animar a las personas a preocuparse por el medio ambiente, tenemos que devolver el medio ambiente a nuestras ciudades», defienden los arquitectos, que añaden que se deben ejecutar edificios con materiales hápticos, que deseemos tocar y mirar. Edificios vivos, donde escuchar pájaros y abejas dentro de un ecosistema, edificios con olor a verduras y a hierbas.
La idea de vivir en una granja en medio de una gran ciudad, donde producir comida con la que abastecer a los demás ciudadanos (o a nosotros mismos) no es nueva. Pero esta idea de hacerlo en vertical, con elementos sencillos, fáciles de instalar, ecológicos y durables, no debe pasar desapercibida, es el futuro. Ahora, los creadores están reuniendo socios para convertir su visión en realidad, para ello lanzan una frase inquietante a la par de elegante: «En cierto modo, construimos nuestras tierras de cultivo y plantamos nuestro edificio», ¿Te apuntas?
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