La fantasía es el bien inmaterial más preciado de la humanidad, capaz de ilusionarnos y capacitarnos para el futuro de una forma que muchas veces pasa desapercibida… pero no siempre. Una de las empresas de arquitectura que más la utiliza se denomina MVRDV y está ubicada en Holanda. Tienen su estudio en Rotterdam, la ciudad más industrializada del país, a ocho minutos caminando de las Casas Cubo, una maravilla arquitectónica que nadie debería perderse.
Pero no nos vamos a quedar mucho tiempo en Rotterdam, de hecho, nos iremos al otro extremo del mundo, a Seúl, donde recientemente han terminado su creación más surrealista, a mi entender, y en la que han puesto su mejor profesionalidad para llamar la atención. The Imprint es un complejo que no te va a dejar ni mucho menos indiferente, un complejo sin ventanas destinado a uso lúdico de primer nivel: un Hotel Casino, el Paradise City.
El Paradise City es un Mega Hotel de lujo cuyas puertas abrieron el pasado año 2017, que está a prácticamente nada minutos del aeropuerto internacional de Incheon, el más importante de Seúl y, según cuentan, uno de los más relevantes del continente asiático. Se podrá comprender la enorme visibilidad de este singular proyecto y la decidida apuesta por la modernidad que han hecho sus promotores, Paradise Segasammy Co., Ltd, que está dando sus frutos en publicidad, porque muy pocas revistas internacionales de arquitectura y construcción no han reseñado el complejo, lo cual, de por sí, es una valiosísima aportación mediática.
De hecho, MVRDV es una de las compañías de arquitectura más prolija de Europa, cuyo mercado principal es el asiático, así que nada ha de extrañar que se hayan fijado en ellos para este proyecto, donde el promotor necesitaba dos edificios: uno que serviría como club nocturno, con forma rectangular (diversión para adultos a raudales) y otro como parque temático, o diversión de día, cuya forma es de semicurva, donde uno de los extremos conecta con el hotel principal. La premisa principal fue tajante: los edificios no debían tener ventanas, pero debían adaptarse al resto de edificios de su entorno.
Los retos siempre sacan lo mejor de nosotros, así que los proyectistas diseñaron el espectacular complejo que ahora mismo estás viendo, uno en el que imprimieron en las fachadas las huellas de los edificios circundantes, para deformarlas como si estuvieran saliendo de una máquina impresora. Una hazaña casi escultórica porque además otro de los edificios ha sido bañado con pintura dorada, como si un bote de tinta de oro se hubiera derramado sobre el diseño, en serio… ¡No me digáis que no os emociona!
Por supuesto la tecnología de impresión no es sólo casual, también fue muy necesaria durante el proceso de construcción, dado que la fachada está modelada con paneles de hormigón reforzado con fibra de vidrio (GRC, glass-fiber reinforced concrete por sus siglas en inglés). En concreto se realizaron unos 3.869 paneles únicos, gracias a la modelización en tres dimensiones que permite la herramienta informática BIM, sin la cual no podría haberse construido esta maravilla de forma tan precisa.
Las placas de hormigón se instalaron según el esquema de diseño, para después pintarse de blanco, la mayoría de ellas, y de color dorado, las que simulan ser del metal más preciado de la humanidad. Estas fachadas doradas son visibles incluso desde el aeropuerto de Incheon, lo cual no deja de ser otro poderoso reclamo. Esta llamada se refuerza con un efecto lumínico muy simple: mientras que el resto de fachadas se iluminan desde abajo, las fachadas color oro se iluminan desde arriba.
Las entradas a los edificios son de lo más increíble, dado que dan la sensación de no ser puertas corrientes, simulan ser parte de una cortina o telón de teatro que se levanta. En el edificio que alberga el parque temático se levanta en una esquina, mientras que en la discoteca, atraviesa de un extremo a otro el centro del edificio, en las dos aberturas, un cielo de vidrio te recibe previo a las “verdaderas” puertas, las que te enseñan el interior de los inmuebles, el efecto óptico del cielo de vidrio es otro acierto, sin duda.
El parque temático cuenta con 3.600 metros cuadrados construidos de diversión y la discoteca con 6.200 donde poder disfrutar de los placeres terrenales. Desde el aire descubrimos otra característica increíble, la cubierta forma parte del diseño, así, la mancha dorada resulta ser un punto gigantesco que marca la ubicación del centro de ocio, y la impresión de las fachadas continúa en la cubierta, simulando prolongar la estética de las vidrieras y sus paredes, todo resulta tan surrealista que tiene sentido hasta en los más ínfimos detalles.
La firma de arquitectura a cargo del proyecto principal, Gansam Architects & Partners, responsables del hotel de 711 habitaciones, el hotel boutique con 58 habitaciones y el casino, con 1.600 butacas (el más grande de Corea), contribuyó con su pericia y experiencia en el terreno a la realización de las obras. Pero sería injusto dejar de nombrar a la empresa francesa especialista en fachadas VS-A Group Ltd., que sirvió de consultora, a la especialista en panelización Withworks, a la empresa Techwall, creadora de los paneles de GRC o la empresa de iluminación Eon Sld.
En suma, dos apasionantes edificios que deben hacernos pensar que no todo está perdido, que los cánones de belleza y fantasía todavía se pueden estirar un poco más, quién sabe si hasta lo indiscernible. Pero, ante todo, deben enseñarnos a no ser conformistas y buscar en nuestros futuros proyectos el atrevimiento necesario para romper las normas, como así lo hicieron MVRDV y su equipo, con la valenciana María López Calleja, la portuguesa Mafalda Rangel, el griego Stavros Gargaretas, el chino Guang Ruey Tan o la coreana Daehee Suk. Si ésto no es un equipo internacional, no sé yo qué lo será.
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