¿Qué es el paisaje? La pregunta parece fácil de responder, sin embargo, no resulta muy sencilla de explicar. Y es que el paisaje no es sólo lo que nuestros ojos ven a nuestro alrededor. Paisaje es también lo que nuestra experiencia personal nos permite ver. Así, desde la arquitectura siempre podemos percibir espacios a desarrollar para elevar su potencial, sea en uno u otro determinado camino.
De esta forma, un proyecto en un espacio natural puede ser una oportunidad de hacerlo crecer y, ante todo, mantener su vinculación con el lado más biofílico de las personas. Eso pensaron en Masai Mara, una de las reservas naturales más importantes de África. Una zona que está deseosa de crecer, cambiar y mejorar, pero preservando lo mejor de su rica historia y de su espectacular entorno.
Para ello, confiaron en el arquitecto Víctor B. Ortiz, que ha crecido profesionalmente entre Brasil y Estados Unidos. Para este proyecto ha diseñado una torre de observación que se construirá en las llanuras de Masai Mara. Con esta torre, que alcanzará una altura de cuarenta y ocho metros, se pretende crear un espacio único donde poder observar y analizar la vida silvestre de esta reserva natural nacional de Kenia.
Pero no es la altura lo que destaca de este singular proyecto, sino el diseño. Y es que la torre se ejecutará en madera y tendrá forma de anillos. Éstos estarán ubicados en distintas plantas, tendrán un diámetro de hasta veinte metros y se crearán alrededor de un importante y robusto eje central, también de madera, en el que se ubicarán escaleras y ascensor.
El autor indica que la madera es un material de ejecución sustentable y vinculado a las prácticas tradicionales de construcción africanas, lo que sirve como referente de las buenas prácticas medioambientales. Y añade que la forma de esta torre no obedece sólo al capricho estético, sino que su forma proporciona estabilidad y minimiza su huella.
Por supuesto, la elección de la madera como material de construcción y de acabados minimiza su impacto sobre el paisaje, vinculando, además, ambas creaciones, la natural y la artificial. Su creación permitirá tener unas vistas privilegiadas tanto para los amantes de la naturaleza, como de los técnicos y especialistas, promoviendo así la conservación del entorno por las dos vías posibles: la concienciación y la protección.
The Luxonomist ha conseguido hablar con Víctor B. Ortiz, quien nos ha contado cómo surgió la idea de la torre y por qué en este lugar. Y es que según revela el arquitecto, hace tiempo viajó por su luna de miel a Masai Mara y Zanzíbar y se enamoró del paisaje.
Víctor nos cuenta que la madera que se va a utilizar en la estructura es la madera laminada cruzada o CLT. Este material es muy versátil, permite una gran flexibilidad en cuanto a diseño y posee una elevada durabilidad. De hecho, la zona de Masai Mara posee muchos hoteles ejecutados con madera, piedra y tejidos, por lo que la mano de obra del lugar ya está habituada.
“La madera es flexible y permite una obra con pocos residuos. Todas las piezas se prefabrican, transportan y ensamblan in situ, lo que genera menos residuos en comparación con la construcción tradicional de ladrillo y mortero o de hormigón.”, nos indica el técnico. “La madera también es un material renovable. Uno que pueda obtenerse y reciclarse de forma responsable, a diferencia de otros métodos de construcción.”
El material aporta carbono, mitigando las prácticas de la industria tradicional de hormigón. Además, el precio se está estabilizando, lo que redunda en costos más bajos, elementos más competitivos y más eficaces herramientas de confección. Ortiz nos confiesa que su diseño utiliza acero para las conexiones y sistemas de refuerzo, creando una estructura más eficiente.
Pero hay más, pues la torre llevará incorporados algunas actuaciones sostenibles. Destacan la recolección de agua para su posterior uso y la utilización de fuentes de energía renovables, como el sol y el viento. Cada planta del edificio posee vistas en 360 grados y usa como barandillas unas jardineras de un metro. Éstas promoverán la interacción con el exterior, mezclándose con el paisaje al mismo tiempo que protege de las caídas en altura.
El observatorio poseerá un núcleo central, ejecutado con una estructura enrejada de madera y acero, y en su centro la circulación vertical consta de dos escaleras en espiral y un gran ascensor que se detiene en todos los niveles. Esto permite la accesibilidad a cada uno de los “rincones” de la torre, reforzado por el acceso en planta baja, que se ha realizado a través de dos plataformas en rampa que fluyen desde el paisaje hacia la torre.
Cuando se ejecute, África tendrá un espacio arquitectónico y natural de primer nivel. Un elemento integrador que permitirá la coexistencia de dos mundos que necesitan conocerse y crecer de la mano. La torre será un bien cultural a la par que natural, y un gran reclamo turístico. No hay duda, la sana envidia correrá por otros espacios del continente y fuera del mismo.
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