Ejemplos de zonas industriales transformadas en nuevas zonas urbanas tenemos en muchas partes del mundo. Parece que el re-descubrimiento de estos espacios como zonas de esparcimiento y vivienda social está en auge, y no es para menos. La arquitectura se vuelca en mejorar los aspectos más significativos de nuestras vidas, y estos espacios suelen tener mucho que aportar al estar en zonas alejadas, pero próximas a las urbes.
Pasa con La Marina del Prat Vermell. Se trata de una antigua zona de trabajos textiles creada a mediados del siglo XIX al sur de Montjuic, muy cerca del puerto. La utilización de las zonas limítrofes como espacios para teñir y secar las telas le dio en nombre al barrio: Marina del Prat Vermell, traducido, Puerto Deportivo de la Pradera Roja. Ahora, en parte de este espacio, se ha ejecutado un complejo de viviendas sociales muy especial.
El solar en el que se ubica ya planteó un reto de diseño interesante, como suelen plantear los solares de formas no ortodoxas. La forma triangular determinada por las calles Ulldecona – Cal Cisó – Pontils sirvió a los arquitectos de los estudios MIAS Architects + Coll-Leclerc Arquitectos para utilizar las herramientas organizativas que han hecho a este proyecto más singular que el solar del que emanan.
Contra todo pronóstico, rompieron el volumen edificatorio manteniendo las esquinas en aristas vivas y ejecutando dos patios abiertos y dos pasillos, en vez de formalizar uno o varios patios tradicionales, permitiendo la interacción de todas las fachadas con las calles aledañas. Además de aprovechar al máximo la ventilación y la exposición solar partícipes, sin duda, de una mayor y mejor calidad de vida.
En total, son 72 las viviendas de este nuevo complejo, finalizado el pasado año y puesto en uso este 2024. Éstas ganaron el galardón a Social Housing 2023 de Los Angeles Architecture Masterprize. Y cabe destacar que todas las viviendas poseen dos habitaciones con diferentes diseños, dependiendo del lugar de las residencias.
Y es que la aparición de estos patios y pasillos orientados de norte a sur en franjas paralelas permite la aparición de cinco volúmenes diferentes. Las viviendas más originales se ubican en las esquinas este y oeste, debido, obviamente, a su morfología en planta, que condiciona los espacios con esquinas abruptas y esquinadas. Por cierto, las esquinas de un triángulo permiten mayor soleamiento que las cuadradas.
Si se hubiera ejecutado un edificio tradicional se hubiera formado una fachada de, al menos, 92 metros, sin resquicios por los que pasar la luz. Aunque es cierto que, probablemente, se hubieran podido ejecutar más viviendas, sin embargo, la calidad sería inferior, sin duda. La armonía de los cinco volúmenes está no solo en la disrupción de su fachada, sino también en los distintos tamaños de los mismos y en su cromaticidad.
Cada planta de esta vivienda social de Monjuic, en Barcelona, alberga 12 residencias en las que predomina la búsqueda de la minimización de la huella de carbono, ejecutando estructuras lo más ligeras posible. En esta ocasión, los arquitectos apostaron por la creación de elementos rehundidos verticales que dan un aspecto moderno y singular, al tiempo que elevan la apariencia de esbeltez. Estas franjas se han ejecutado con GRC (hormigón reforzado con fibra) y vidrio (ineludible).
Estos elementos prefabricados alcanzan el frágil espesor de 17 milímetros y su diseño hace un guiño descarado y reverencial a los pliegues de las telas de antaño al secarse al sol en las praderas. Las piezas se enmarcaron en metal, de unos 120 milímetros, con aislamiento capaz de proporcionar hasta 0,24 W/m2 K, lo cual es un valor muy bueno, pues cuanto más bajo es te valor, más aísla.
Por supuesto, un elemento que nos ayuda a mitigar los efectos asfixiantes del calor son las persianas. En este caso, de aluminio, y están presentes en gran parte de la carpintería del complejo. Otros elementos que hacen de estas viviendas un ejemplo es la utilización de sistemas constructivos aligerantes, como el famoso sistema Bubble-Deck, que genera losas de hormigón con una reducción del 35% de su peso.
El Bubble-Deck es un sistema basado en la introducción dentro de los cuerpos de hormigón armado de balones de PVC reciclado, siendo una apuesta decidida por la reducción de la huella de carbono. Al final, las aplicaciones de estas sencillas prácticas geométricas permiten la reducción del consumo energético, situando la edificación con una calificación energética de A, y cumpliendo los estándares Passivhaus.
A este hito contribuyen los 89 módulos de producción solar fotovoltaica de la cubierta y la implementación de vegetación en muchas partes del edificio, generando microclimas agradables para los usuarios. El complejo posee unos 7.670 metros cuadrados y su coste rondó los 8,4 millones de euros, lo que repercute en un coste unitario de 116.600 euros. Sin duda, un ejemplo de eficacia económica y de diseño.
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