El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza acoge hasta el próximo 6 de enero la exposición ‘IKEA y el arte del hogar, diseño para un mejor día a día’. Un recorrido histórico y artístico que repasa la evolución de la decoración durante los últimos seis siglos, a través de 16 grandes obras de arte.
Estas obras maestras, que van desde el siglo XV hasta el XX, muestran cómo los cambios sociales, económicos y culturales han influido en los espacios domésticos y el mobiliario. Todo para terminar con una exhibición situada en la sala Rodin del museo en la que IKEA repasa su historia y profundiza sobre las claves de su diseño.
En ella se muestra un juego visual de equivalencias entre los cuadros del recorrido y diseños de la marca sueca. También se explora la biografía de su fundador e incluso se puede ver la evolución de las portadas de todos los catálogos desde su primera edición. Además de leer el manifiesto de su diseño democrático o entender las influencias que fueron determinantes en su diseño.
Pero para iniciar este recorrido histórico que repasa la evolución de la decoración y el mobiliario doméstico hay que retrotraerse al siglo XV con ‘El evangelista san Mateo’ de Gabriel Mälesskircher. Un cuadro que muestra la existencia de muebles multifuncionales como mesas para escribir, almacenar y exponer libros, mucho antes de que la firma sueca fabricase sus muebles con nombres imposibles.
Por su parte, en la transición de la Edad Media al Renacimiento, el mobiliario se vuelve más ligero y sofisticado, con maderas finas y exóticas, como se ve en ‘Retrato de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni’ de Domenico Ghirlandaio. Mientras, en el siglo XVI, ‘El nacimiento de la Virgen’ de Jan de Beer ilustra cómo gran parte de la vida doméstica giraba en torno a la cama, sin distinción entre los espacios públicos y privados.
Esta tendencia cambió en el siglo XVII con la relevante presencia de la burguesía en la ciudad. Se crean entonces estancias separadas para la vida privada y social, y la casa se convierte ante todo en la sede de la vida de la familia. Tal y como se refleja en ‘El tamborilero desobediente’ de Nicolaes Maes.
Además, en el s.XVIII empiezan a proliferar las bibliotecas domésticas como se puede observar en ‘Rincón de una biblioteca’ de Jan Jansz van der Heyden y el salón se convierte en el centro del hogar. Po eso aparecen nuevos tipos de muebles como la cómoda, el bureau, mesas de juego o chiffonière. Esta búsqueda del confort sienta las bases de la ergonomía y el mueble modernos, algo que se puede ver en el ‘Retrato de la condesa María Benedetta di San Martino’ de Pompeo Batoni.
La mecanización de la producción de muebles que llegó con la revolución industrial a mediados del s. XIX, abarató costes y permitió la aparición de muebles. Fue el caso de la silla Thonet, que ya se producía en masa y no necesitaba trabajadores especializados. Para su transporte, era desensamblada como los actuales muebles de Ikea.
En esta época surgen también el sillón de muelles de acero, que junto a la tapicería o el capitoné crean ambientes acogedores, como se muestra en ‘El espejo psiqué’ de Berthe Morisot o ‘Misia Godebska’ de Pierre Bonnard.
Ya en el siglo XX la Bauhaus intentó ver el lado bueno de la industrialización, pese al desprecio marcado por los expresionistas, conscientes de sus bondades para hacer el diseño accesible. La casa pintada por el artista Paul Klee, en su obra ‘La casa giratoria’, puede simbolizar las utopías que aún están por realizarse en los espacios para la vida.
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