Ana Villarubia Mendiola es mucho más que licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid. Ana es mucho más que apasionada de su profesión, que se ha formado en el campo de los trastornos de la personalidad y también en terapia de pareja. Ana es mucho más que una firme defensora de que la educación emocional debería ser obligatoria desde la infancia, punto que defiende de sus secciones propias en la revista AR, el blog semanal en The Luxonomist y publica habitualmente en Periodista Digital. Ana, además, es amiga.
Por eso, cuando hace unos días tuve la oportunidad de cenar con ella en Madrid y me trajo su libro, me emocioné sobre manera. Antes de leerlo sabía que era bueno, porque Ana es una profesional como la copa de un pino. Después de leerlo de un tirón en mi puente aéreo particular Madrid-NYC, sé que será un bestseller del otoño.
Efectivamente llega el otoño, esa época en la que aunque no empiece el año, el curso escolar nos marca el inicio del periodo más importante del año. Es la época de cambios, de mudanzas, de cerrar la puerta del verano y abrir la ventana de las lluvias, el cambio de ropa en el armario, la vuelta al trabajo y la mejor estación para mirarse hacia adentro y comprender que hay algo que siempre podemos cambiar.
Podemos cambiar desde los objetivos de trabajo hasta los objetivos de vida. Pero sobre todo podemos cambiar para ver las cosas de distinta manera. Yo siempre defendí que «las personas por principio no cambian». Me equivoqué. Claro que cambiamos, constantemente, cada segundo, cada momento, cada día. Nos cambian las circunstancias, nos cambian las personas que se nos cruzan en la vida y cambiamos por voluntad propia.
Hay momentos en la vida en los que además queremos cambiar. Sabemos que algo no funciona en algún sitio, pero aún no está identificado. Y ahí llega Ana y su ‘Borrón y cuenta nueva‘. Ana identifica aquello que sabías pero no llegabas a formular. Doce pequeñas cosas que son tan grandes como cada uno de nosotros. Doce sentimientos que son tan reales como la vida misma y que aprender a gestionar es tan importantes como el comer.
Ser feliz, gestionar la tristeza, la alegría, la pena, el dolor, las preocupaciones inútiles… Distinguir entre lo importante y lo accesorio, lo bueno y lo mejor. Controlar las obsesiones y las emociones. Controlar las pasiones y los odios. Los agobios y los miedos. Gracias Ana por ser tan sencilla en lo más complicado: identificar que efectivamente sí podemos cambiar.
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