Sorolla American Citizen
La fotógrafa Carmen Figaredo nos habla sobre la exposición de Sorolla en la Fundación Mapfre.
La Fundacion Mapfre acoge hasta el próximo enero la muestra ‘Sorolla y América’, que reconstruye de algún modo el éxito que el pintor valenciano alca alcanzó en Estados Unidos. Con las distintas muestras que en vida realizó en diversas ciudades norteamericanas, así como el nivel social que alcanzó gracias a su trabajo, especialmente con el gran número de retratos que realizó de la alta sociedad de la época en la que se movió con desenvoltura.
Existe siempre en Sorolla ese cliché –por fortuna trasnochado- de pintor dulce y complaciente, que busca el agrado fácil a través de una pintura de factura fresca, hábil y efectista. Bien es cierto que en su pintura siempre se han puesto de bandera esas imágenes populares de playas y baños o los retratos de salón –lujosos- con los que tanto éxito tuvo, en detrimento de su pintura más pura.
Hay en ese capítulo de la obra de Sorolla aún una fuente inagotable con la que disfrutar, pues en el Sorolla más íntimo –pictóricamente hablando- encontramos su trabajo más moderno, más arriesgado, menos figurativo y de algún modo más transgresor: sus paisajes vacíos, las imágenes fauves de jardines, las marinas de sólo mar y horizonte o los apuntes y notas de color con apenas referencias reales, constituyen todo un hito en su trabajo.
Y en este punto hay algo muy interesante, atractivo para los que se quieran acercar a la obra de Sorolla bajo esta perspectiva. El pintor siempre consideró esas obras menos atractivas para el gran público como parte fundamental de su trabajo, incluyéndolas en sus exposiciones más importantes dentro de su carrera internacional. Memorables son los paisajes que realizó en sus campañas por el norte de España, las escenas de la Malvarrosa sin apenas niños ni mujeres o sus paisajes desde el Pardo y los realizados en Jávea a principios del siglo pasado.
El gran público ha puesto a Sorolla en el pedestal de los grandes pintores del siglo XX, admirándolo por su gran maestría, su capacidad para captar el instante y su basto legado pictórico. No tiene nada que envidiar al petulante impresionismo francés del que tanto se ha hablado, ni mucho menos a los pintores de su generación que caminaron por sendas más transgresoras y arriesgadas para aquella época, pero aún el gran Sorolla, el silencioso, el Sorolla más pintor, está por descubrir.