Me gustan las campañas, que nos expresemos, que pongamos el acento en aquello que deseamos cambiar. Mirar con ojo crítico es fundamental para avanzar, y más si lo que se considera tierra de futuro repite patrones pasados. La confederación Nacional de Mujeres en Igualdad y la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género, unen sus voces para pedir que los asistentes en Internet dejen de tener exclusivamente voz y nombre de mujer.
Alexa, Cortana, Aura, Irene, Sara o Lea son algunos ejemplos con los que grandes marcas han bautizado a sus asistentes en la Red. ¿Para cuándo un Álex, Toni, Pedro, Alfonso o Wenceslao? Los programadores se escudan en que los usuarios de todos los géneros prefieren interactuar con mujeres porque la voz femenina es percibida como más servicial mientras que la masculina se asocia a la autoridad. Un patrón que no deja de ser heredado por una sociedad patriarcal cuestionada en sus desequilibrios de género.
La voz femenina no es más servicial que la masculina, pero sí que lleva tras de sí unas connotaciones de sumisión o preponderancia de un sexo sobre el otro que se debe dejar de usar o construir sobre esa base. Un Álex puede ser de igual utilidad que una Alexia para ayudarnos con la compra o guiarnos sobre cualquier duda y debemos trabajar en pro de la igualdad desde la acción y no desde la palabra o las campañas que luego se quedan en agua de borrajas.
Es para cuestionar el papel tan proactivo a favor de la igualdad de grandes firmas, cuando siguen apostando por una exclusividad de sus asistentes hacia el género femenino. Poco o nada cambia. El mensaje que trasladamos en un campaña se esfuma en detalles como esos que son de uso social e interacción. La campaña invita además a poner en escena aquello que cualquier usuario descubre como un sesgo de género participando en redes con el hastag #vocesenigualdad.
Lo estereotipos de género no desaparecerán si permitimos que esto siga pasando y trasladamos a la tecnología los errores de un tiempo que deseamos erradicar. Poner el acento en ello y participar en la campaña es hacer pequeño el argumento de que preferimos las voces femeninas porque nos resultan más serviciales. Es precisa la presión social en estas cuestiones y por ello, como parte de la campaña, se pedirá a Renfe o a Correos que cambien la identidad de sus asistentes.
También queremos escuchar voces masculinas que reflejen la realidad de una sociedad que trasmuta hacia una convergencia más rica y poderosa basada en la igualdad. Porque las cualidades no pertenecen a un género sino a las personas más allá de su sexo. No hay voces serviciales, sino actitudes serviciales o servicios útiles. Los grandes cambios están llenos de pequeños pasos como éste. Los babysteps nos ayudan a ponernos de pie cuando somos pequeños y también a lograr aquello que para muchos parece un imposible. Yo quiero tener un asistente masculino y no sólo femenino.
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