Estudiar en el extranjero es una experiencia que todos deseamos hacer cuando somos jóvenes, aunque elegir destino no siempre es fácil. Normalmente pensamos en lugares que cuentan con grandes universidades y un ambiente muy llamativo. A ellas se les quiere sumar ahora Catar, un destino que, además de ofrecer una experiencia vital diferente a todo lo conocido, cuenta con facultades de las universidades más importantes del mundo.
Junto al desierto, los rascacielos y los estadios de fútbol, Catar ha desarrollado su proyecto educativo más importante. Una ciudad de 8 kilómetros cuadrados que alberga centros y sedes satélite de las universidades más prestigiosas. Su nombre es Education City y es, básicamente, una ciudad de estudiantes que dispone de residencias, un tranvía propio y una de las bibliotecas más bonitas del mundo.
Y es que Catar quiere posicionarse como destino referencia para los estudiantes del país, pero también para los extranjeros, pues cualquiera que lo desee puede estudiar allí. El país cuenta con un sistema de becas que puede cubrir incluso hasta el 100% de los estudios. Todo ello a cambio de que una vez graduado, el estudiante trabaje durante un periodo de tiempo para el gobierno.
Las universidades que los estudiantes pueden elegir son la Universidad Hamad Bin Khalifa, centrada en estudios islámicos; la Virginia Commonwealth University; la Universidad de Georgetown; la Universidad de Texas A&M centrada en las ramas de ingeniería química, eléctrica, mecánica y petrolera; la prestigiosa Weill Cornell Medicine; Universidad de Northwestern para el área de comunicación; la University College de Londres y la HEC de París.
Cada una de estas universidades se ubica en un edificio diferente dentro de Education City. Sedes modernas y construidas hace apenas unos años, con todo tipo de comodidades y materiales necesarios para el desarrollo de los estudiantes.
Quizás la sede más espectacular sea la de la facultad de estudios islámicos de la Universidad Hamad Bin Khalifa. Es lo que podemos llamar una mezquita del futuro. Un edificio de forma ovalada, apoyado en cinco pilares que representan las bases del Islam, y en el que el minarete deja de ser la clásica torre que todos conocemos para transformarse en dos brazos que parte del lateral de la mezquita.
Una auténtica obra de arte que firma el arquitecto y calígrafo iraquí Taha al-Hiti, y que en 2017 se llevó el Premio Americano de Arquitectura para Edificios Educativos, Arquitectura Cultural y Arquitectura Institucional.
La mezquita tiene capacidad para 1.800 fieles en su sala de oración principal y otros 1.000 en su patio exterior. Además, el edificio tiene en su interior aulas donde se imparten las clases a los alumnos. Y es el centro neurálgico de Education City.
Aunque para los amantes de la lectura y el conocimiento, seguramente, el edificio más especial sea la Biblioteca Nacional de Catar. Un espectacular edifico obra del prestigioso arquitecto Rem Koolhaas.
Desde fuera imita la forma de dos piezas de papel que se separan y se doblan por las esquinas; mientras que dentro, la luz natural y las estanterías de libros son las protagonistas.
La biblioteca está diseñada para permitir que entre la mayor cantidad de luz natural posible. De hecho, esta es la única fuente de luz del edificio. Esta se filtra a través de la fachada de vidrio que forma todo el edificio y se potencia gracias a los tonos blancos que abundan en la decoración.
Se trata de una extensión de 45.000 metros cuadrados formada por una gran plaza central, de la que parten pasillos en altura donde se colocan las diferentes estanterías y mesas. Dispone de cafetería, zona multimedia, y numerosos espacios de estudio con sofás, pubs, mesas y todo tipo de sillones. Además, cuenta con más de un millón de libros y más de 500.000 libros electrónicos, en varios idiomas.
Pero, además de biblioteca, también es museo. Ya que en la parte baja, como si de un descubrimiento arqueológico se tratase, encontramos expuestos documentos árabes antiguos, como manuscritos, atlas y fotografías históricas. Además, de algunos de los libros más raros datan del siglo XV, de los primeros días de la imprenta. Obras históricas que cualquier estudiante puede disfrutar y tener a su alcance.
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